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                                                                                                                                San José de Uré: cuando la educación salvó a una comunidad

                                                                                                                                Cuando la violencia amenazaba con acabar las tradiciones de San José de Uré, un antiguo palenque que hoy es municipio de Córdoba, una profesora logró montar un proceso etnoeducativo en el que los estudiantes aprenden de las mujeres mayores de la comunidad sobre su cultura y su riqueza ancestral. Participarán en el próximo Pacto por la Vida y por la Paz del Ministerio de las Culturas.

                                                                                                                                José Vicente Guzmán Mendoza

                                                                                                                                La profesora María Yovadis Londoño imparte clases en un salón de clases de San José de Uré.
                                                                                                                                Foto: Crédito: Leo Queen
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Y es que San José de Uré, ubicado al suroriente del departamento de Córdoba, en las orillas del río San Jorge, es uno de esos municipios en los que se respira ancestralidad. No solo se trata de un antiguo palenque -como se les llamaba a los pueblos que fundaron los esclavos traídos de África que se fugaron durante la Colonia- con una amplia población negra y cimarrona, que ha mantenido varias de sus tradiciones a través de los siglos, sino que tiene una una fuerte presencia indígena en su zona rural, representada en cinco cabildos zenú y un resguardo embera katío.

                                                                                                                                Las maestras ancestrales de San José Uré
                                                                                                                                Foto: Crédito Leo Queen

                                                                                                                                Por eso cuando bajo nuevamente al casco urbano, obligada por el asesinato del cacique, ‘la seño Yovadis’, como la conocen todos en el pueblo, ya tenía clara la importancia de eso que acompaña a todos los uresanos desde que nacen, casi sin darse cuenta: las recetas de las abuelas (el bollo de maíz, el dulce de almendras o el pescado jetudo), la medicina tradicional basada en las plantas, el barequeo, la pesca artesanal, los ritos para los entierros, la historia de los antiguos líderes y los cantos y bailes (tunas, alabaos, danzas de diablitos) que son parte fundamental de las prácticas religiosas y de fechas especiales como Corpus Christi, Semana Santa y, sobre todo, del culto a San José, el patrono del pueblo, cada 19 de marzo.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                En ese momento encontró a las mejores aliadas: las mujeres mayoras del consejo comunitario de San José de Uré, esas que habían aprendido a cocinar con sus abuelas, que habían armado los remedios hechos con plantas medicinales con sus mamás, que habían barequeado o pescado y que habían visto, desde pequeñas, a sus familiares bailar la danza del diablito o cantar en los entierros y en las novenas a San José. “Yo les pedí a todas estas mujeres que fueran a la escuela a hablarles de eso a los muchachos. Me decían: seño, pero nosotras qué clases vamos a dar si no sabemos escribir ni la ‘O’. Y yo les decía: La ‘O’ la tengo que saber yo, pero el saber que ustedes tienen no lo tiene nadie más. Simplemente vayan y el mismo cuento que me echan a mí, échenlo a los estudiantes”, cuenta la profe.

                                                                                                                                Esas mujeres, conocidas en la comunidad como las Maestras Ancestrales -las mismas que mantienen vivas las prácticas festivas, las tunas, los alabaos, las danzas y los ritos mortuorios- comenzaron a compartir sus conocimientos con los más pequeños. Georgina Jacobo, una mujer de 78 años que se define como “de hacha y machete” porque barequea, pica monte y siembra maíz, arroz y yuca, todo sola, fue una de ellas. Les hablaba a los jóvenes, primero en el colegio y luego en su casa, sobre las recetas tradicionales, la siembra, el barequeo y los ritos y cantos tradicionales. Como ella hubo muchas más: Ana Judith Gómez Trespalacios, María Etenilda Vides Gómez, Margarita Santos, Gloria Estela Vides, Ana Eloisa Sabino, Ana Santiaga Clímaco, las hermanas Otilia, María Catalina y Edith Roche Sabino, entre otras, incluyendo también a hombres como Salvador Londoño Clímaco.

                                                                                                                                Luego de esas charlas y de las primeras clases, comenzó a tomar forma la idea de un museo etnoeducativo sobre la cultura y las tradiciones de San José de Uré. Al inicio fue esporádico: los estudiantes empezaron a llevar objetos personales para explicar algún rito o tradición o para contar una historia sobre ellos y sus familias. Y esos objetos se fueron guardando en un cuarto. Luego, con el apoyo del Museo Nacional, decidieron que podían armar un museo comunitario.

                                                                                                                                No siempre fue fácil. “Yo no sabía que trabajar temas de memoria era tan complicado -explica la profesora María Yovadis-. Poco a poco empezaron a salir temas de muertos, de desaparecidos, del conflicto y nos metimos en un lío, tanto que nos quemaron el museo y la escuela la cerraron”. Pero ella insistió: había que hablar sobre ese dolor colectivo que rondaba al pueblo, a las familias y a los más pequeños. Había que sacarlo a la luz y darle forma. Finalmente, el proceso siguió en la Institución Etnoeducativa San José de Uré, donde actualmente trabaja el tema junto a otras etnoeducadoras como Jackeline Vera Cárdenas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Casi 30 años después de comenzar todo el proceso, se ven los frutos. Por sus manos han pasado casi tres generaciones de uresanos y la situación es muy distinta a la de 1995: hoy casi todas las personas de San José de Uré dicen estar orgullosos de sus raíces, llevan el pelo rizado, hablan con su acento cantado característico (en los años 70 eso era considerado un pecado), conocen sus tradiciones y las defienden. Lo más cruento de la guerra también es cosa del pasado y los más pequeños ya no se van a los grupos armados. “El que lo hace, es porque quiere y se va sabiendo que muy seguramente nunca vuelva”, cuenta la profe.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En el colegio, además, hay una cátedra de estudios afrocolombianos incluida en el currículo, con un plan de trabajo para que los niños desde preescolar hasta bachillerato aprendan todo sobre su propia cultura e identidad: desde las palabras claves o los instrumentos musicales característicos de sus bailes y cantos, hasta los procesos democráticos de las negritudes y el funcionamiento de los consejos comunitarios. El museo etnoeducativo, además, sigue creciendo y cada cierto tiempo presenta exposiciones nuevas, armadas por los propios estudiantes, para divulgar y compartir su cultura.

                                                                                                                                Y aunque muchas de las Maestras Ancestrales ya no van tan frecuentemente al colegio, su fama creció tanto, que todos los días reciben en sus casas a niños y niñas que quieren que les ayuden a hacer sus tareas o que les enseñen de primera mano todo lo que saben. Hoy están organizadas y piden apoyos económicos e impulso para construir una casa de la cultura propia en donde puedan guardar sus instrumentos y ensayar sus bailes y cantos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tanto ellas como la profe María Yovadis hacen parte del Pacto Cultural por la Vida y por la Paz que el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes está construyendo junto con las comunidades de 8 municipios del Caribe Sur y que se firmará el próximo sábado 6 de abril en San Pelayo, Córdoba, con la presencia del ministro Juan David Correa. Se trata de un proceso que comenzó en febrero y en el que, en conjunto con funcionarios del ministerio, los miembros de las comunidades armaron un diagnóstico de necesidades colectivas desde lo cultural. Desde allí saldrán unos compromisos del ministerio para fortalecer el sector y dejar andando procesos de largo aliento.

                                                                                                                                En San José de Uré lo tienen claro: quieren fortalecer su proceso de identidad, sus valores propios y la apropiación de la cultura y las tradiciones que comparten desde hace varios siglos. No quieren que se pierda lo que hace unos años estaba en riesgo y rescataron. Como dice la seño Yovadis, “este es el oro para nosotros: la cultura, la identidad, el sentido de pertenencia”.

                                                                                                                                La profesora María Yovadis Londoño imparte clases en un salón de clases de San José de Uré.
                                                                                                                                Foto: Crédito: Leo Queen
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Y es que San José de Uré, ubicado al suroriente del departamento de Córdoba, en las orillas del río San Jorge, es uno de esos municipios en los que se respira ancestralidad. No solo se trata de un antiguo palenque -como se les llamaba a los pueblos que fundaron los esclavos traídos de África que se fugaron durante la Colonia- con una amplia población negra y cimarrona, que ha mantenido varias de sus tradiciones a través de los siglos, sino que tiene una una fuerte presencia indígena en su zona rural, representada en cinco cabildos zenú y un resguardo embera katío.

                                                                                                                                Las maestras ancestrales de San José Uré
                                                                                                                                Foto: Crédito Leo Queen

                                                                                                                                Por eso cuando bajo nuevamente al casco urbano, obligada por el asesinato del cacique, ‘la seño Yovadis’, como la conocen todos en el pueblo, ya tenía clara la importancia de eso que acompaña a todos los uresanos desde que nacen, casi sin darse cuenta: las recetas de las abuelas (el bollo de maíz, el dulce de almendras o el pescado jetudo), la medicina tradicional basada en las plantas, el barequeo, la pesca artesanal, los ritos para los entierros, la historia de los antiguos líderes y los cantos y bailes (tunas, alabaos, danzas de diablitos) que son parte fundamental de las prácticas religiosas y de fechas especiales como Corpus Christi, Semana Santa y, sobre todo, del culto a San José, el patrono del pueblo, cada 19 de marzo.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                En ese momento encontró a las mejores aliadas: las mujeres mayoras del consejo comunitario de San José de Uré, esas que habían aprendido a cocinar con sus abuelas, que habían armado los remedios hechos con plantas medicinales con sus mamás, que habían barequeado o pescado y que habían visto, desde pequeñas, a sus familiares bailar la danza del diablito o cantar en los entierros y en las novenas a San José. “Yo les pedí a todas estas mujeres que fueran a la escuela a hablarles de eso a los muchachos. Me decían: seño, pero nosotras qué clases vamos a dar si no sabemos escribir ni la ‘O’. Y yo les decía: La ‘O’ la tengo que saber yo, pero el saber que ustedes tienen no lo tiene nadie más. Simplemente vayan y el mismo cuento que me echan a mí, échenlo a los estudiantes”, cuenta la profe.

                                                                                                                                Esas mujeres, conocidas en la comunidad como las Maestras Ancestrales -las mismas que mantienen vivas las prácticas festivas, las tunas, los alabaos, las danzas y los ritos mortuorios- comenzaron a compartir sus conocimientos con los más pequeños. Georgina Jacobo, una mujer de 78 años que se define como “de hacha y machete” porque barequea, pica monte y siembra maíz, arroz y yuca, todo sola, fue una de ellas. Les hablaba a los jóvenes, primero en el colegio y luego en su casa, sobre las recetas tradicionales, la siembra, el barequeo y los ritos y cantos tradicionales. Como ella hubo muchas más: Ana Judith Gómez Trespalacios, María Etenilda Vides Gómez, Margarita Santos, Gloria Estela Vides, Ana Eloisa Sabino, Ana Santiaga Clímaco, las hermanas Otilia, María Catalina y Edith Roche Sabino, entre otras, incluyendo también a hombres como Salvador Londoño Clímaco.

                                                                                                                                Luego de esas charlas y de las primeras clases, comenzó a tomar forma la idea de un museo etnoeducativo sobre la cultura y las tradiciones de San José de Uré. Al inicio fue esporádico: los estudiantes empezaron a llevar objetos personales para explicar algún rito o tradición o para contar una historia sobre ellos y sus familias. Y esos objetos se fueron guardando en un cuarto. Luego, con el apoyo del Museo Nacional, decidieron que podían armar un museo comunitario.

                                                                                                                                No siempre fue fácil. “Yo no sabía que trabajar temas de memoria era tan complicado -explica la profesora María Yovadis-. Poco a poco empezaron a salir temas de muertos, de desaparecidos, del conflicto y nos metimos en un lío, tanto que nos quemaron el museo y la escuela la cerraron”. Pero ella insistió: había que hablar sobre ese dolor colectivo que rondaba al pueblo, a las familias y a los más pequeños. Había que sacarlo a la luz y darle forma. Finalmente, el proceso siguió en la Institución Etnoeducativa San José de Uré, donde actualmente trabaja el tema junto a otras etnoeducadoras como Jackeline Vera Cárdenas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Casi 30 años después de comenzar todo el proceso, se ven los frutos. Por sus manos han pasado casi tres generaciones de uresanos y la situación es muy distinta a la de 1995: hoy casi todas las personas de San José de Uré dicen estar orgullosos de sus raíces, llevan el pelo rizado, hablan con su acento cantado característico (en los años 70 eso era considerado un pecado), conocen sus tradiciones y las defienden. Lo más cruento de la guerra también es cosa del pasado y los más pequeños ya no se van a los grupos armados. “El que lo hace, es porque quiere y se va sabiendo que muy seguramente nunca vuelva”, cuenta la profe.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En el colegio, además, hay una cátedra de estudios afrocolombianos incluida en el currículo, con un plan de trabajo para que los niños desde preescolar hasta bachillerato aprendan todo sobre su propia cultura e identidad: desde las palabras claves o los instrumentos musicales característicos de sus bailes y cantos, hasta los procesos democráticos de las negritudes y el funcionamiento de los consejos comunitarios. El museo etnoeducativo, además, sigue creciendo y cada cierto tiempo presenta exposiciones nuevas, armadas por los propios estudiantes, para divulgar y compartir su cultura.

                                                                                                                                Y aunque muchas de las Maestras Ancestrales ya no van tan frecuentemente al colegio, su fama creció tanto, que todos los días reciben en sus casas a niños y niñas que quieren que les ayuden a hacer sus tareas o que les enseñen de primera mano todo lo que saben. Hoy están organizadas y piden apoyos económicos e impulso para construir una casa de la cultura propia en donde puedan guardar sus instrumentos y ensayar sus bailes y cantos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tanto ellas como la profe María Yovadis hacen parte del Pacto Cultural por la Vida y por la Paz que el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes está construyendo junto con las comunidades de 8 municipios del Caribe Sur y que se firmará el próximo sábado 6 de abril en San Pelayo, Córdoba, con la presencia del ministro Juan David Correa. Se trata de un proceso que comenzó en febrero y en el que, en conjunto con funcionarios del ministerio, los miembros de las comunidades armaron un diagnóstico de necesidades colectivas desde lo cultural. Desde allí saldrán unos compromisos del ministerio para fortalecer el sector y dejar andando procesos de largo aliento.

                                                                                                                                En San José de Uré lo tienen claro: quieren fortalecer su proceso de identidad, sus valores propios y la apropiación de la cultura y las tradiciones que comparten desde hace varios siglos. No quieren que se pierda lo que hace unos años estaba en riesgo y rescataron. Como dice la seño Yovadis, “este es el oro para nosotros: la cultura, la identidad, el sentido de pertenencia”.

                                                                                                                                Por José Vicente Guzmán Mendoza

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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