Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
“Yo tengo un fuerte sentido de pertenencia a esta ciudad, a esta cultura y a esta manera de ser y de entender la vida, y para un escritor tener esa relación de pertenencia es muy importante. El desarraigo es terrible para cualquier persona; para el escritor es fatal”, dice Padura durante una breve estancia en Cuba en medio de la promoción internacional de su nueva novela “Personas decentes”, editada por Tusquets.
“Los lectores cubanos ya están acostumbrados”, por eso al día siguiente de que la novela saliera a la luz en España el 31 de agosto, ya estaba “circulando la copia pirata” digital en Cuba, dice Padura, considerado el escritor cubano vivo más leído dentro y fuera de la isla.
Es “en parte lo que yo he llamado el proceso de invisibilización de mi figura en Cuba”, dice convencido. Sin embargo, también tiene la certeza de que La Habana es su lugar y en especial su barrio Mantilla, habitado igualmente por Mario Conde, el investigador fracasado con vocación literaria, protagonista de varias de sus novelas y que volvió a tomar vida en esta publicación.
Le sugerimos leer: Sobre la cultura de la cancelación, las dinámicas de Twitter y la literatura
“La hombría cubana”
Yarini, un joven aristócrata y carismático que se convirtió en un proxeneta con aspiraciones políticas, fue asesinado en 1910 en un combate con otro chulo francés que controlaba la prostitución en San Isidro, cuando La Habana era “turbia y loca”, dice el escritor.
Este personaje, que permanece en el imaginario colectivo de los cubanos, “encara en ese enfrentamiento con los franceses la hombría cubana, la dignidad cubana, nada más y nada menos que en una lucha por la prostitución”, narra Padura portando un sombrero tipo Panamá, igual al que Yarini solía llevar en esa misma calle montando su caballo blanco.
Podría interesarle leer: Rafael Cadenas, el poeta del verbo limpio y directo
Como sucede con varios de sus relatos, “Personas decentes” juega con dos historias paralelas marcadas por la efervescencia social. Una es la que caracterizó la vida cubana en 1910, cuando el país se acababa de independizar. Otra es la que predominó en 2016 poco después del restablecimiento de relaciones con Estados Unidos.
En 2016, la vida de La Habana se agitó con la visita Barack Obama, el concierto de los Rolling Stones, la pasarela de Chanel y una oleada de turistas que llegaban en cruceros desde el país vecino, haciendo florecer los negocios locales.
Eso solo “fue como un paréntesis”, señala Padura. Un año después Donald Trump lo revirtió todo. Volvió el “estado de tensión, de confrontación de lenguaje de guerra fría que durante tantos años ha dominado las relaciones” entre los dos países.
“Terapia recomendada”
En la novela, que se publicará en 2023 en inglés y francés, Mario Conde investiga el asesinato de un hombre que había sido “la encarnación de un verdugo de la intelectualidad cubana” en la década de 1970.
Le sugerimos: Sebastián Sanjuán: “La infancia es invisibilizada en toda Colombia”
“Un personaje de ficción construido a partir de varios personajes reales que fueron las caras visibles, los ejecutores de toda esa política de represión cultural”, señala el artista que reconoce que esta novela es dura y tiene un aire pesimista.
Padura dice que los poetas pertenecen a una lengua y los novelistas a una ciudad. Él en Cuba enfrenta problemas similares a los de todos como hacer cola para conseguir combustible o alimentos e igual disfruta de la afición compartida del béisbol, “una pasión que es cultural, no solo deportiva”, indica.
Pero lo que más le gusta de estar en La Habana es comer acompañado de un buen vino en una mesa al aire libre y practicar “una terapia” recomendada por Mario Conde: “Sentarse con amigos y pasarse la noche hablando mierda”, indica. “Es uno de los ejercicios que más te descarga espiritualmente y hacerlo con los amigos es una maravilla”.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖