La resonancia de una imagen doméstica y sus tiempos invisibles
La artista Caroline Peña Bray fotografía escenas de un anticuario que está a punto de desaparecer y que engendra varias dimensiones de la memoria.
Érika Martínez Cuervo / @CrowX78
Esta fotografía de la artista Caroline Peña Bray es uno de los registros del interior de una casa antigua en la calle 73 arriba de la Avenida Caracas donde opera el anticuario Altamira y que próximamente será demolida como parte del plan de transformación urbana de la Alcaldía de Bogotá. Peña Bray ha venido explorando este lugar a partir de la observación de su arquitectura en decadencia y paralelamente de su carácter como contenedor de los objetos indistintos que puede albergar un anticuario. La cuestión de la memoria aparece en este proyecto artístico que aún está en proceso, en varias dimensiones: una, que involucra al propietario del establecimiento quien durante muchos años vivió allí; dos, la que encarnan los objetos dispuestos como una colección en desorden y que revelan la representación de una sociedad colonizada culturalmente por referentes estéticos europeos; y tres, la de la propia artista, en quien resuenan sus orígenes ingleses de una manera muy extraña en medio de un entorno ajeno que apenas está descubriendo.
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Estos asuntos no aparecen únicamente en este proyecto, por el contrario han sido centrales en las reflexiones de la artista acerca del contexto y sus implicaciones políticas. Específicamente con Altamira aparece un pensamiento sobre el contexto íntimo que se consolida en una casa y que involucra esa relación física y simbólica que se establece con los objetos. Las fotografías de Peña Bray sacan a la luz el encuentro de unos objetos desplazados de sus respectivas intimidades y dispuestos en una escenografía barroca y múltiple. La idea de lo doméstico, de la forma como operan estas cosas en la rutina de una casa, se desvanece en su sentido original, una vez en el anticuario cada mueble o accesorio es una imagen minimizada de lo individual, pero a su vez una potente imagen de nuestro ser colectivo. Peña Bray evoca en este proceso creativo sus revisiones de la obra de Virginia Woolf, la forma como la escritora asumía el valor de las cosas que daban sentido a su espacio doméstico: “La vida y la historia de la familia y la historia de la casa son una en Woolf; se unen en una relación orgánica que se extiende más allá de lo físico para que sean la esencia, no el marco”, escribía Peña Bray en una de sus disertaciones literarias; Altamira, el anticuario - la casa con sus grietas y todos esos objetos contenidos - representa el entretejido caótico de domesticidades perdidas.
Esta fotografía de la artista Caroline Peña Bray es uno de los registros del interior de una casa antigua en la calle 73 arriba de la Avenida Caracas donde opera el anticuario Altamira y que próximamente será demolida como parte del plan de transformación urbana de la Alcaldía de Bogotá. Peña Bray ha venido explorando este lugar a partir de la observación de su arquitectura en decadencia y paralelamente de su carácter como contenedor de los objetos indistintos que puede albergar un anticuario. La cuestión de la memoria aparece en este proyecto artístico que aún está en proceso, en varias dimensiones: una, que involucra al propietario del establecimiento quien durante muchos años vivió allí; dos, la que encarnan los objetos dispuestos como una colección en desorden y que revelan la representación de una sociedad colonizada culturalmente por referentes estéticos europeos; y tres, la de la propia artista, en quien resuenan sus orígenes ingleses de una manera muy extraña en medio de un entorno ajeno que apenas está descubriendo.
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