La revolución tecnológica del impresionismo
El Impresionismo nace en medio de la Revolución Francesa y la Revolución Industrial, y con ellas, el surgimiento de la burguesía y los avances tecnológicos. El campo deja de ser un lugar de trabajo para convertirse en lugar de ocio y de excursiones campestres, y nuevos inventos abrieron posibilidades en varias áreas, entre ellas, el arte. El Impresionismo es el resultado de un salto social y científico.
Juliana Vargas
En el Museo Van Gogh, en Ámsterdam, les preguntan a los visitantes si sienten mareo luego de ver la pintura Girasoles a través de un lente. La respuesta suele ser afirmativa. Estos mareos, al igual que el elevado ritmo cardíaco, la sensación de felicidad y una gran emoción son los síntomas del “síndrome de Stendhal”, quien en 1817 visitó la basílica de la Santa Cruz en Florencia y estuvo obligado a abandonar el monumento para recuperarse: “Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las bellas artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Cruz, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo de caerme”.
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En el Museo Van Gogh, en Ámsterdam, les preguntan a los visitantes si sienten mareo luego de ver la pintura Girasoles a través de un lente. La respuesta suele ser afirmativa. Estos mareos, al igual que el elevado ritmo cardíaco, la sensación de felicidad y una gran emoción son los síntomas del “síndrome de Stendhal”, quien en 1817 visitó la basílica de la Santa Cruz en Florencia y estuvo obligado a abandonar el monumento para recuperarse: “Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las bellas artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Cruz, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo de caerme”.
La belleza condensada en “Girasoles” está hecha de varias capas de pintura que con anterioridad no hubiera sido posible crear. La Revolución Industrial trajo consigo el tubo de estaño con tapón de rosca, y así fue posible pintar al aire libre. En efecto, ese invento permitió mantener la pintura fresca a lo largo del tiempo y poder llevar consigo variedad de colores, con lo que los pintores podían salir al aire libre con su lienzo y paleta.
Pierre-Auguste Renoir dijo alguna vez que, sin estos tubos, no hubiera existido un Cézanne, un Monet, un Sisley o un Pissarro; es decir, nada de lo que los periodistas después denominarían el impresionismo, y es que el tubo de estaño también tuvo influencia en las pinceladas. En “Girasoles”, Van Gogh contrastó pinceladas espesas con otras planas y una pintura aplicada de forma más fina. Parece que aplicó pintura directamente del tubo, permitiéndole construir un empasto grueso. También, parece que apenas mezcló los colores en su paleta antes de aplicarlos al lienzo, trabajó la pintura de forma rápida y aplicó una pintura sobre otra que aún estaba húmeda. En el cuadro se pueden ver trazos de varios colores arrastrados hacia otras pinceladas. En esa obra vemos un entrelazamiento de capas de pintura, lo cual es típico de estas aplicaciones de pintura húmedas, una sobre otra.
Pinceladas gruesas y finas, capa sobre capa, y pintura esparcida directamente del tubo de estaño permitieron que los pintores pudieran captar la esencia del movimiento. Para crear la sensación de profundidad, combinaban pinceladas cortas y menos empastadas con otras más largas y empastadas. No mezclaban colores sobre la paleta, sino que aplicaban tanto los colores primarios como los secundarios directamente sobre el lienzo, y sobre estos mezclaban las pinceladas. Esta técnica dio lugar a obras mucho más brillantes y luminosas.
En definitiva, el tubo de estaño con tapón de rosca abrió las posibilidades sobre lo que se podía pintar, específicamente, al aire libre, y a esta invención se añadirían las bases sobre las cuales los impresionistas representarían los colores y el movimiento en sus cuadros. Para representar los efectos de la luz, además del tubo de estaño, los impresionistas tuvieron a la mano la teoría de la luz y el color de Isaac Newton. Su obra Opticks, publicada en 1704, sentó las bases para la comprensión moderna de la luz y el color. Este científico demostró que la luz blanca no es un color en sí misma, sino que está compuesta por un espectro de colores. Esto significaba que el color no era una propiedad inherente de los objetos, sino que dependía de la forma en que la luz interactuaba con ellos. También descubrió que la luz se refracta al pasar por un prisma, creando así varios colores. Finalmente, demostró que, al mezclar los colores primarios, como el rojo y el azul, se crea un color secundario: el morado.
De este modo, la teoría de la luz y el color de Newton proporcionó a los impresionistas una nueva forma de ver el mundo. Observaron cómo la luz cambiaba de color y tono dependiendo de la hora del día, las condiciones atmosféricas y la posición del observador. También, utilizaron colores vibrantes y contrastados para crear la sensación de movimiento y vitalidad en los cuadros y, en lugar de mezclar colores desde la paleta, dejaron que fuera el ojo del espectador el que los mezclara, en función de la luz sobre la pintura.
Hasta el momento, la pintura había reproducido un escenario en el que ocurría un acontecimiento que conformaba el mensaje para el espectador. Con el impresionismo, se logró reproducir la percepción visual del autor en un momento determinado, la luz y el color real que emanan de la naturaleza en el instante en el que el artista lo contempla. Como la luz puede difuminar los contornos de las figuras, los pintores jugaron con las pinceladas para reflejar el efecto de la luz sobre las cosas.
El movimiento, la luz y el color significaron una ruptura con la pintura clásica, sus fórmulas estrictas y la perspectiva euclidiana. La pintura dejó de ser un salón, una modelo y un mensaje estático, para convertirse en vida cotidiana llena de espontaneidad. Se dejó atrás el plano para hacer del arte algo bidimensional, porque así es como lo percibe la retina. Más que pinturas, los impresionistas creaban esculturas sobre el lienzo, como lo expresó Monet alguna vez. De esta manera, podían representar los pétalos azotados por el viento, los pasos de los peatones y los movimientos de las bailarinas de Edgar Degas.
Con el impresionismo, el arte trajo consigo el movimiento y la vitalidad. Quizá por ello es inevitable que uno sienta mareos al mirar los “Girasoles” de Van Gogh. La ciencia revolucionó la representación de la belleza, y el hombre no puede evitar ser la víctima de un arte que, gracias al juego de la luz y los colores, pareciera desprenderse del lienzo para envolverlo, aumentar su ritmo cardíaco y sumergirlo en las emociones celestes. El impresionismo es una bailarina ofreciéndonos un girasol, símbolo de la felicidad y el amor incondicional.