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“Una novela posible” y hablar de lo posible porque es ese el primer paso para transformar aquello que parece no serlo. Es como la frase de Silvio Rodríguez que dice que prefirió “hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado”. Y Alfonso Carvajal habla aquí de lo posible porque quiso romper con la estructura de la novela tradicional en la literatura colombiana, con las formas de la narrativa, y en esta historia de amor entre un escritor y una lectora aparece la polifonía y la fragmentación como puntos esenciales en la construcción del relato.
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“Este es un trabajo de varios años en los que busqué la fragmentación y la polifonía. Y mirando un poco la literatura colombiana, como nuestro país, es muy conservadora en las formas. Cuando hablo de esto me refiero a lo cronológico, a un narrador omnisciente. Esto ha sido una búsqueda de romper un poco el canon colombiano en la parte formal. Y en esta novela el nombre viene de ahí, de hacer de lo imposible algo posible. Roberto Bolaño decía que el siglo XXI es una novela de estructura. Es eso lo que prima, porque las temáticas siempre están: el amor, el deseo, la muerte. Y también se dice que la novela está en extinción. Sí y no. Lo está porque la literatura comercial vuelve la novela otra cosa, no se experimenta, se habla de maneras correctas de escribir”, comentó Alfonso Carvajal.
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El amor por los libros. Ese será el tema del club de lectura de El Espectador el próximo martes 22 de febrero. Con base en “Una novela posible”, hablaremos con Alfonso Carvajal sobre ese camino andado entre autores e historias que nos han acercado a la literatura, a ese espacio íntimo de lectura en el que descubrimos el mundo y a la humanidad a través de los tiempos.
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“Uno de los ejes principales del libro, porque es una novela fragmentada y polifónica, es una relación amorosa y atípica entre una matemática lectora y un escritor. Es un buen espacio para hablar del homenaje que se hace en la novela, o más que homenaje es un juego entre los autores que ha leído el protagonista que está escribiendo el libro. Ahí se rescata la Tejedora de coronas, de Germán Espinosa, por ejemplo. También hay a través de sueños homenajes a Rimbaud, a Baudelaire, Pessoa, León de Greiff, Borges”, aseguró Carvajal.
¿Por qué un personaje escritor?
Cada escritor tiene su método personal y de acuerdo a la novela hay una estrategia. Yo parto de una idea, comienzo a escribir y en el camino voy encontrando la forma de avanzar y lo que quiero hacer. No es tanto que haya dicho que iba a hacer una novela sobre un escritor, sino que la historia se fue dando así. Pero viene algo importante, y es que en el libro se sienta cómo es el quehacer narrativo, cómo es la construcción de la literatura, cómo se escribe y aparecen las cosas. Otro punto es que aquí hay una reflexión sobre la literatura, no solo sobre los autores. No fue algo programado, sino que la novela se fue escribiendo y me pareció importante la relación de amor entre una lectora y un escritor.
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¿Por qué la poesía como parte de la estructura de la novela?
La poesía es el motor de la narrativa, o debe serlo. Más allá de escribir versos, la poesía es un género difícil, que es profundo, sintético y que se funda en la imagen. Una narrativa sin poesía es algo más llano, por eso sirve para ambientar y porque trae consigo un poder de reflexión. La literatura tiene que ser rigurosa, pero espontánea, y la poesía como motor aporta a eso.
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“Recordar el amor es un asunto triste”. ¿Por qué esta frase y por qué el amor como tema transversal del libro?
El amor es uno de los motores de la vida. En esta novela uno se da cuenta de que el amor es muy vulnerable, que esa vulnerabilidad raya en la locura, en la obsesión o adoración. Son dos personajes que aman la libertad, y a veces se encuentran y pasan momentos maravillosos, pero chocan. Son dos soledades. ¿Se aman para estar lejos? Puede ser una posibilidad. Y recordar esos amores que uno tuvo y ya no son resulta triste. Los personajes tienen mucho miedo de romper, pero no lo hacen porque están lejos, es medio platónico y atípico.