El amor aterrizado de Magdalena Ortega y Antonio Nariño
El escritor caldense Óscar Cardona habla sobre su libro “Magdalena de Indias” (2022), novela histórica escrita en primera persona por quien fue esposa del prócer de la independencia.
Daniela Cristancho
Hablemos del proceso de escritura del libro “Magdalena de Indias”.
El proceso de investigación se da principalmente durante los más de dos años que viví en España. Como estudiante, tenía acceso a los fondos editoriales de la Biblioteca Nacional de España, entonces allí hice toda la investigación histórica de la figura de Magdalena Ortega, y compaginé eso con el fondo digital de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Traté de contrastar las visiones que se tenían de ese período en el que vivió ella en los fondos editoriales de los dos países. Lastimosamente, la figura de Magdalena no tenía grandes desarrollos, no se había escrito mucho sobre ella. Luego vino la parte de escritura, poner el personaje histórico en un trasfondo de relato literario y ese quizá fue el principal reto como escritor.
¿Qué tipo de fuentes encontró en los fondos?
De ella no encontré ninguna fuente en primera persona, lamentablemente. En los fondos de españoles me llamó la atención haber encontrado datos históricos de lo que fue el trasegar de Antonio Nariño en España. Nariño fue detenido por haber traducido los Derechos del hombre y del ciudadano en el Nuevo Reino de Granada. Lo detienen por primera vez en 1794 y lo mandan preso para España en 1796. Allá llega y se presenta ante la Corte Borbón en Madrid para tratar de demostrar su inocencia. Entonces ahí es donde está básicamente, creo yo, la riqueza de los fondos en España: ver la figura de Nariño desde la perspectiva del Imperio español.
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¿Qué otras diferencias encontró entre los fondos de Colombia y España?
En Colombia la historiografía ha tenido una visión bastante edulcorada y exaltada tanto de la figura de Nariño como de Magdalena. En España Nariño era sospechoso, lo perseguían porque supuestamente había instigado las revoluciones previas al grito de independencia. Son dos visiones completamente distintas.
¿Por qué decidió escribirlo en primera persona, como si se tratara de una autobiografía?
Yo buscaba que el libro tuviera una voz muy poderosa. Hice varios intentos de contar la historia como una novela histórica, en la que normalmente hay un personaje principal y uno secundario, pero no encontré a alguien a los alrededores de Magdalena que tuviera la suficiente fuerza para eso. Entonces busqué escritos donde hubiera una voz en primera persona y me encontré con novelas muy importantes, por ejemplo Yo, Claudio, de Robert Graves, en la que el emperador cuenta desde la primera página hasta el final su experiencia como gobernante del Imperio romano. Entendí que esto tenía que ser contado en primera persona y hacer el esfuerzo como narrador de construir esa voz de una mujer. Empezó a fluir y me surgió la idea de contarlo como una gran memoria, una carta que ella decide escribirles a sus hijos porque, según los hechos históricos, ella estaba muy enferma hacia 1810. Magdalena muere en 1811, entonces quería retratar esa lucha contra el reloj para escribir esa historia y dejar ese legado.
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Este es un libro histórico atravesado por el concepto del amor. ¿Cómo fue esa exploración?
Yo exploré un amor de finales del siglo XVIII, entrando al XIX. El amor de Magdalena y Nariño es romántico, pero también muy aterrizado. Considero que construyeron un sentimiento muy fuerte para poder soportar todo ese vendaval. Nariño estuvo tres veces en la cárcel y Magdalena era el soporte. En parte, la reivindicación de la figura femenina se da porque Magdalena representa al matriarcado. Si ella no hubiera sido una gran matriarca, con seis hijos y todas esas vicisitudes, seguramente la familia no se habría podido mantener a flote.
Pienso, por ejemplo, en el capítulo en el que narra sus embarazos. ¿Cómo construyó esa voz de mujer?
Yo estoy casado, tengo hijos, tuve la vivencia personal de lo que es un embarazo a través de mi pareja. Eso me sirve de guía para poder ilustrar ese capítulo relacionado con los embarazos de Magdalena Ortega. Recurrí a mi vida e hice el traspaso a la figura de ella. Las náuseas, el momento en que tiene el parto de su primogénito, Gregorio, ese es una traslación del primer embarazo de mi esposa. Obviamente, esto es un episodio del siglo XX, y lo que le ocurrió a Magdalena fue 200 años antes. En ese viaje del presente al pasado fui buscando detalles para narrarlo.
Hay un énfasis en el tema de los derechos del hombre y del ciudadano, incluso está en negrilla siempre que se menciona. ¿De dónde viene la inclinación por este momento histórico?
Se ha escrito mucho sobre el período a partir de 20 de julio de 1810, cuando se da el grito de independencia. A mi modo de ver, el período anterior a eso estaba más oscuro. La figura de Nariño estaba muy manoseada. Entonces quise abordar esos años previos y el mismo personaje me los dio: son 25 años desde 1785, cuando ellos se casan, hasta 1810, cuando ella decide escribir la memoria y termina con el grito. La idea era exaltar a los ojos de electores lo importante que es la declaración de los derechos del hombre, cuyo primer artículo dice que “todos nacen y permanecen libres”. De alguna forma muere el siervo, muere la persona que está relegada a una corona y nace un ciudadano con derechos y deberes, la gran consecuencia de la Revolución francesa.
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El proceso de investigación se da principalmente durante los más de dos años que viví en España. Como estudiante, tenía acceso a los fondos editoriales de la Biblioteca Nacional de España, entonces allí hice toda la investigación histórica de la figura de Magdalena Ortega, y compaginé eso con el fondo digital de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Traté de contrastar las visiones que se tenían de ese período en el que vivió ella en los fondos editoriales de los dos países. Lastimosamente, la figura de Magdalena no tenía grandes desarrollos, no se había escrito mucho sobre ella. Luego vino la parte de escritura, poner el personaje histórico en un trasfondo de relato literario y ese quizá fue el principal reto como escritor.
¿Qué tipo de fuentes encontró en los fondos?
De ella no encontré ninguna fuente en primera persona, lamentablemente. En los fondos de españoles me llamó la atención haber encontrado datos históricos de lo que fue el trasegar de Antonio Nariño en España. Nariño fue detenido por haber traducido los Derechos del hombre y del ciudadano en el Nuevo Reino de Granada. Lo detienen por primera vez en 1794 y lo mandan preso para España en 1796. Allá llega y se presenta ante la Corte Borbón en Madrid para tratar de demostrar su inocencia. Entonces ahí es donde está básicamente, creo yo, la riqueza de los fondos en España: ver la figura de Nariño desde la perspectiva del Imperio español.
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¿Qué otras diferencias encontró entre los fondos de Colombia y España?
En Colombia la historiografía ha tenido una visión bastante edulcorada y exaltada tanto de la figura de Nariño como de Magdalena. En España Nariño era sospechoso, lo perseguían porque supuestamente había instigado las revoluciones previas al grito de independencia. Son dos visiones completamente distintas.
¿Por qué decidió escribirlo en primera persona, como si se tratara de una autobiografía?
Yo buscaba que el libro tuviera una voz muy poderosa. Hice varios intentos de contar la historia como una novela histórica, en la que normalmente hay un personaje principal y uno secundario, pero no encontré a alguien a los alrededores de Magdalena que tuviera la suficiente fuerza para eso. Entonces busqué escritos donde hubiera una voz en primera persona y me encontré con novelas muy importantes, por ejemplo Yo, Claudio, de Robert Graves, en la que el emperador cuenta desde la primera página hasta el final su experiencia como gobernante del Imperio romano. Entendí que esto tenía que ser contado en primera persona y hacer el esfuerzo como narrador de construir esa voz de una mujer. Empezó a fluir y me surgió la idea de contarlo como una gran memoria, una carta que ella decide escribirles a sus hijos porque, según los hechos históricos, ella estaba muy enferma hacia 1810. Magdalena muere en 1811, entonces quería retratar esa lucha contra el reloj para escribir esa historia y dejar ese legado.
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Este es un libro histórico atravesado por el concepto del amor. ¿Cómo fue esa exploración?
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Pienso, por ejemplo, en el capítulo en el que narra sus embarazos. ¿Cómo construyó esa voz de mujer?
Yo estoy casado, tengo hijos, tuve la vivencia personal de lo que es un embarazo a través de mi pareja. Eso me sirve de guía para poder ilustrar ese capítulo relacionado con los embarazos de Magdalena Ortega. Recurrí a mi vida e hice el traspaso a la figura de ella. Las náuseas, el momento en que tiene el parto de su primogénito, Gregorio, ese es una traslación del primer embarazo de mi esposa. Obviamente, esto es un episodio del siglo XX, y lo que le ocurrió a Magdalena fue 200 años antes. En ese viaje del presente al pasado fui buscando detalles para narrarlo.
Hay un énfasis en el tema de los derechos del hombre y del ciudadano, incluso está en negrilla siempre que se menciona. ¿De dónde viene la inclinación por este momento histórico?
Se ha escrito mucho sobre el período a partir de 20 de julio de 1810, cuando se da el grito de independencia. A mi modo de ver, el período anterior a eso estaba más oscuro. La figura de Nariño estaba muy manoseada. Entonces quise abordar esos años previos y el mismo personaje me los dio: son 25 años desde 1785, cuando ellos se casan, hasta 1810, cuando ella decide escribir la memoria y termina con el grito. La idea era exaltar a los ojos de electores lo importante que es la declaración de los derechos del hombre, cuyo primer artículo dice que “todos nacen y permanecen libres”. De alguna forma muere el siervo, muere la persona que está relegada a una corona y nace un ciudadano con derechos y deberes, la gran consecuencia de la Revolución francesa.
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