Camilo Pineda: “En Colombia aprendemos en qué momento expresar el miedo”
En “Cianuro para ratones”, el escritor bogotano le apuesta a la oralidad y a exponer desde los detalles de la cotidianidad de la ciudad aquello que nos puede definir como nación.
Andrés Osorio Guillott
Sin tapujos y sin temores a la dictadura de lo políticamente correcto. Camilo Pineda habla sin rodeos, mira de frente a los miedos que considera que han configurado la idiosincrasia del colombiano y combate la mojigatería. En pocas palabras, el autor de Cianuro para ratones le apuesta al pragmatismo y así como se expresa, así mismo logró una novela con un lenguaje cotidiano que refleja la manera en que nos relacionamos y que pone sin velos esas realidades atravesadas por violencias físicas y psicológicas.
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Sin tapujos y sin temores a la dictadura de lo políticamente correcto. Camilo Pineda habla sin rodeos, mira de frente a los miedos que considera que han configurado la idiosincrasia del colombiano y combate la mojigatería. En pocas palabras, el autor de Cianuro para ratones le apuesta al pragmatismo y así como se expresa, así mismo logró una novela con un lenguaje cotidiano que refleja la manera en que nos relacionamos y que pone sin velos esas realidades atravesadas por violencias físicas y psicológicas.
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“Siempre me dio gusto leer cosas que fueran fáciles de entender. Cianuro para ratones es la apuesta de la oralidad, lo que somos como Colombia. Puede que me lean en otras partes y no entiendan algunas cosas, pero se entiende que es el sentido de la calle”, comenta Pineda.
La idea del libro, cuenta su autor, empieza por la maestría en escritura creativas de la Universidad Nacional, pues para poder inscribirse debía presentarse un proyecto, y ese mismo al ser aprobado le abría las puertas al posgrado. “En principio, todo estaba enfocado en la música y en el rock. Inicialmente era una banda donde pasaban “ires y venires” sobre todo acá en Bogotá. Cuando entré empecé a estructurar la línea narrativa, tenía un personaje principal desde donde surgían los demás y la ciudad siempre fue la base fundamental. Pero llegó un momento en el que vi una noticia en los medios donde un man coge a pata a la esposa que está embarazada. Eso me impactó, esa imagen me impresionó, y el personaje que había desarrollado siempre había sido violento, entonces decido botar lo que tengo, además me habían robado por esa época y me quedo sin el computador donde tenía todo, así que volví a estructurar y a entender que uno no puede alejarse de la realidad, y hay cosas personales que por supuesto hacen parte del libro como la vivencia de una familia, la relación con los animales, y así empiezo a construir el personaje que antes era secundario, pero noté que era el que tenía más capacidad para ser el principal. Y todo esto era llevado por la música, pues Cianuro para ratones tiene una banda sonora que hay detrás, es ese sonido del bombo que va marchando”.
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Ese bombo es el que acompaña a Augusto Rodríguez, personaje del libro, que bien puede cargar consigo la tesis de Jean Jacques Rousseau, que decía que “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”, y como reconoce Pineda, en su momento pensó que por su maldad debía encontrar un destino fatal, pero al tenerlo sentado al lado reconoció que era víctima y victimario, y que por esa dualidad resultaba más interesante la supervivencia del mismo, pues era también humano el drama de mostrar las culpas y las condenas que acarrea.
“Los colombianos nos solemos dejar llevar por las circunstancias. El personaje es muy impulsivo y sus vivencias las atribuyo a que las calles que concurrimos son violentas. Uno es un actor social y vial que está interactuando todo el tiempo con otros. Y desde ahí nos formamos como colombianos. Uno empieza a reconocer que la violencia siempre va a estar y no tiene que ser el cuchillo en la mano encima de alguien sino el amarillismo que hay”.
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El miedo es un concepto que busca desarrollar el autor en Cianuro para ratones, pues afirma que si hay algo que nos hace identificarnos como colombianos en el exterior es la desconfianza y el temor. “El miedo está muy asociado aquí con lo que piensa el otro de uno. Puede pasar que el ladrón tiene más miedo que nosotros, pero cuando uno lo demuestra es cuando empieza a perder. En la literatura el miedo ha sido parte de un eje temático desde el terror, suspenso, el amor, la pérdida, la soledad. Y yo creo finalmente que el miedo no es malo, si nosotros nos apropiamos de él o vivimos con él, eso es importante, y vivir en Colombia no es estar asustados todo el tiempo, pero sí es definir en qué momento lo expresamos”.
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La familia es otro concepto que le interesa desarrollar, y que volviendo a la frase citada de Rousseau, al ser la familia el núcleo esencial de la sociedad, empezamos a moldearnos a partir de ella. “Yo entiendo la familia como le enseñan a uno en el colegio, es decir, como el núcleo de la sociedad. Y es verdad. Es un tema que siempre debemos tener en cuenta porque ella es la que nos forma. Es un entorno fundamental, pero ella también está atravesada por el miedo, por ese miedo tan cotidiano de no salir porque algo malo le puede pasar. La familia es un tema muy delicado porque es un entorno propicio, como dice Marta Orrantia en la contraportada, para crear ese monstruo que puede ser un hijo, un hermano o nosotros mismos”.