Convertir las opiniones en arte
El artista Zuleta recibió una mención honorífica por parte de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) por su caricatura “Libertad de prensa”, publicada en las páginas de El Espectador. Aquí puede leer parte de su historia y de sus reflexiones.
¿Cuál es la historia de la caricatura que lo hizo merecedor del reconocimiento?
Cuando conocí la convocatoria vi que se reiteraba mucho el asunto de la libertad de prensa y por eso decidí hacerla bajo esa temática. Sin embargo, como es un evento a nivel Latinoamérica, no podía caer en una representación de las problemáticas en Colombia, porque seguramente al ser de un contexto tan local, no se iba a entender. De hecho, esa es una las características de mi trabajo: busco que trascienda el país, aunque las ideas estén inspiradas en él. Respecto a los elementos que la componen, decidí plasmar una pluma, que es quizás un objeto característico de esta profesión, y la dibujé segmentada para representar la fragmentación que vive la prensa. Además, hay una mano roja, que es fuerte visualmente y muestra que un poder, sin señalar cuál, está detrás de eso.
¿Cómo fue el proceso de creación?
Con el tema ya claro, empecé a rayar bocetos y a imaginar cuáles son los elementos característicos. En este caso, pensé en la pluma. Así, fui plasmando muchas ideas, hasta que obtuve la que quería. Luego, entré en otro proceso de creación al que siempre le presto mucha atención, que tiene que ver con la composición, lo cual fue un reto en este caso porque tenía que hacer un formato exageradamente horizontal. Después, entré en el proceso gráfico de dibujar la mano y rayarla con un micropunta para poder escanearla. Posteriormente, llegó una fase muy importante para mí, que es la composición del color. En esta pieza todo es gris, menos la mano, que fue roja y buscó llamar la atención. Mi trabajo de creación implica fases, nunca me quedo con la primera idea, sino que la voy puliendo.
¿Cuáles son los elementos o detalles que definen a Zuleta?
Lo que define a Zuleta es que no hay un estilo consolidado, que no es una eficiencia, sino una contravía a lo que son la mayoría de los caricaturistas, tanto en el país como en el mundo. Eso quizás se lo debo a mi formación en artes plásticas, pues para mí cada caricatura es un reto visual y conceptual en el que juego con las ideas y pienso en cómo resolverlas gráficamente. A veces tienen mucho color, o pueden estar en blanco y negro. Paradójicamente, me he sentido inconforme con mis caricaturas, pero eso me ha obligado a siempre estar buscando diferentes formas de hacer de esto algo pictórico y artístico. Así mismo, me caracterizo por hacer del texto el último recurso, porque vengo de una formación en arte contemporáneo, pero también porque primero dibujé para otros países, donde no se usa texto.
¿Es decir, que usted es un fiel creyente de que “una imagen vale más que mil palabras”?
Total. Por ejemplo, yo me desenvolví más en concursos internacionales, y obviamente el texto no podía ser el primer recurso, y más cuando había un tema específico. Así que yo debía resolver con solo la imagen, gracias a eso fui desarrollando una contundencia sin necesidad de las palabras, y logré ganar muchos premios. Para mí, la caricatura de opinión debe ser contundente y tener la virtud de decirlo todo sin las palabras.
Hablemos de cómo llega la caricatura a su vida...
La caricatura llegó a mi vida en el mismo momento en el que llegó mi formación en artes plásticas en la Universidad Nacional. Yo participé en el concurso internacional Cartoon Rendón y, desde entonces, empecé a hacer caricaturas para enviar a diversas competiciones a nivel mundial. Sorpresivamente, gané reconocimientos y primeros puestos. Eso me motivó a seguir dibujando, aunque solo lo hacía para concursos. Me gradué, hice mi Maestría y seguí con mi carrera como artista, pero la caricatura solo era una afición y algo de competencia. Sin embargo, gracias a eso logré tener reconocimiento por fuera del país y hacerme un nombre en las grandes ligas. En 2022, gané el Premio Nacional de Periodismo CPB con una única caricatura que publiqué en El Espectador en una sección llamada “Caricaturista Invitado”. Así fue como me hice caricaturista de opinión de este diario. Pero debo decir que esto ha estado siempre. Incluso, lo he combinado con mi profesión de artista plástico y así he logrado que llegue a galerías y a ferias, además de obtener premios: llevo 65 hasta la fecha.
¿Los premios fueron para usted un momento cumbre de su carrera?
Como al comienzo de mi carrera no tuve espacio a nivel nacional en un periódico, mi estrategia fue hacerme conocer internacionalmente y acudir a estos concursos para construir trayectoria. Pero esto va más allá de los premios. Se trata de la posibilidad de llegar al nivel de los mejores, y así crecer profesionalmente y ofrecer algo distinto a lo que usualmente se ve en el país.
¿Las caricaturas lo han hecho más consciente de su realidad y de la del país?
Sí, ser caricaturista de opinión implica estar pendiente de las situaciones complejas del país, pero, sobre todo, pescar cuáles noticias empiezan a ser más relevantes. Cada suceso me obliga a tomar posiciones y eso conlleva que mi caricatura sea una crítica directa que evidencia mi opinión. Aunque hay otras en las que me interesa hacer algo ambiguo, en donde quepan todas las perspectivas que la gente tenga sobre esa situación. Al final, lo que me interesa es que la caricatura se convierta en una historia visual en la que se narre el país.
¿Y cómo se siente al posicionarse desde su arte, sabiendo que eso está sujeto a críticas y estigmas?
A la caricatura se llega por muchos medios: periodismo, diseño, publicidad, en fin... Pero yo llegué a esto por el arte, porque soy artista. Por ende, a mí no me interesa mostrarme, quizás como el “influencer” de opinión o el político, sino como el artista, porque para mí esto es una extensión más de las posibilidades del arte. Yo me quiero mostrar como alguien que lleva la caricatura a un rango conceptual y visual de alto nivel.
¿Cuál es la historia de la caricatura que lo hizo merecedor del reconocimiento?
Cuando conocí la convocatoria vi que se reiteraba mucho el asunto de la libertad de prensa y por eso decidí hacerla bajo esa temática. Sin embargo, como es un evento a nivel Latinoamérica, no podía caer en una representación de las problemáticas en Colombia, porque seguramente al ser de un contexto tan local, no se iba a entender. De hecho, esa es una las características de mi trabajo: busco que trascienda el país, aunque las ideas estén inspiradas en él. Respecto a los elementos que la componen, decidí plasmar una pluma, que es quizás un objeto característico de esta profesión, y la dibujé segmentada para representar la fragmentación que vive la prensa. Además, hay una mano roja, que es fuerte visualmente y muestra que un poder, sin señalar cuál, está detrás de eso.
¿Cómo fue el proceso de creación?
Con el tema ya claro, empecé a rayar bocetos y a imaginar cuáles son los elementos característicos. En este caso, pensé en la pluma. Así, fui plasmando muchas ideas, hasta que obtuve la que quería. Luego, entré en otro proceso de creación al que siempre le presto mucha atención, que tiene que ver con la composición, lo cual fue un reto en este caso porque tenía que hacer un formato exageradamente horizontal. Después, entré en el proceso gráfico de dibujar la mano y rayarla con un micropunta para poder escanearla. Posteriormente, llegó una fase muy importante para mí, que es la composición del color. En esta pieza todo es gris, menos la mano, que fue roja y buscó llamar la atención. Mi trabajo de creación implica fases, nunca me quedo con la primera idea, sino que la voy puliendo.
¿Cuáles son los elementos o detalles que definen a Zuleta?
Lo que define a Zuleta es que no hay un estilo consolidado, que no es una eficiencia, sino una contravía a lo que son la mayoría de los caricaturistas, tanto en el país como en el mundo. Eso quizás se lo debo a mi formación en artes plásticas, pues para mí cada caricatura es un reto visual y conceptual en el que juego con las ideas y pienso en cómo resolverlas gráficamente. A veces tienen mucho color, o pueden estar en blanco y negro. Paradójicamente, me he sentido inconforme con mis caricaturas, pero eso me ha obligado a siempre estar buscando diferentes formas de hacer de esto algo pictórico y artístico. Así mismo, me caracterizo por hacer del texto el último recurso, porque vengo de una formación en arte contemporáneo, pero también porque primero dibujé para otros países, donde no se usa texto.
¿Es decir, que usted es un fiel creyente de que “una imagen vale más que mil palabras”?
Total. Por ejemplo, yo me desenvolví más en concursos internacionales, y obviamente el texto no podía ser el primer recurso, y más cuando había un tema específico. Así que yo debía resolver con solo la imagen, gracias a eso fui desarrollando una contundencia sin necesidad de las palabras, y logré ganar muchos premios. Para mí, la caricatura de opinión debe ser contundente y tener la virtud de decirlo todo sin las palabras.
Hablemos de cómo llega la caricatura a su vida...
La caricatura llegó a mi vida en el mismo momento en el que llegó mi formación en artes plásticas en la Universidad Nacional. Yo participé en el concurso internacional Cartoon Rendón y, desde entonces, empecé a hacer caricaturas para enviar a diversas competiciones a nivel mundial. Sorpresivamente, gané reconocimientos y primeros puestos. Eso me motivó a seguir dibujando, aunque solo lo hacía para concursos. Me gradué, hice mi Maestría y seguí con mi carrera como artista, pero la caricatura solo era una afición y algo de competencia. Sin embargo, gracias a eso logré tener reconocimiento por fuera del país y hacerme un nombre en las grandes ligas. En 2022, gané el Premio Nacional de Periodismo CPB con una única caricatura que publiqué en El Espectador en una sección llamada “Caricaturista Invitado”. Así fue como me hice caricaturista de opinión de este diario. Pero debo decir que esto ha estado siempre. Incluso, lo he combinado con mi profesión de artista plástico y así he logrado que llegue a galerías y a ferias, además de obtener premios: llevo 65 hasta la fecha.
¿Los premios fueron para usted un momento cumbre de su carrera?
Como al comienzo de mi carrera no tuve espacio a nivel nacional en un periódico, mi estrategia fue hacerme conocer internacionalmente y acudir a estos concursos para construir trayectoria. Pero esto va más allá de los premios. Se trata de la posibilidad de llegar al nivel de los mejores, y así crecer profesionalmente y ofrecer algo distinto a lo que usualmente se ve en el país.
¿Las caricaturas lo han hecho más consciente de su realidad y de la del país?
Sí, ser caricaturista de opinión implica estar pendiente de las situaciones complejas del país, pero, sobre todo, pescar cuáles noticias empiezan a ser más relevantes. Cada suceso me obliga a tomar posiciones y eso conlleva que mi caricatura sea una crítica directa que evidencia mi opinión. Aunque hay otras en las que me interesa hacer algo ambiguo, en donde quepan todas las perspectivas que la gente tenga sobre esa situación. Al final, lo que me interesa es que la caricatura se convierta en una historia visual en la que se narre el país.
¿Y cómo se siente al posicionarse desde su arte, sabiendo que eso está sujeto a críticas y estigmas?
A la caricatura se llega por muchos medios: periodismo, diseño, publicidad, en fin... Pero yo llegué a esto por el arte, porque soy artista. Por ende, a mí no me interesa mostrarme, quizás como el “influencer” de opinión o el político, sino como el artista, porque para mí esto es una extensión más de las posibilidades del arte. Yo me quiero mostrar como alguien que lleva la caricatura a un rango conceptual y visual de alto nivel.