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Empecemos hablando de Hipal, cuéntenos de qué se trata este proyecto.
Hipal nació por dos razones principales: la primera es crear comunidad, lo que más nos motiva y nos impulsa a emprender. Queremos conectar a las personas y darles confianza para que vean su conjunto, su edificio o su copropiedad así como ven a su casa, como un hogar, y así lograr una mayor conexión entre vecinos, algo que en Bogotá suele ser difícil. La segunda razón es servir como canal de transparencia. Queremos facilitar la comunicación, la participación y el acceso a la información sobre lo que sucede en el lugar donde vivimos.
¿Cómo funciona este modelo de trabajo?
Somos una aplicación móvil similar a otras, en donde el administrador tiene su portal web para gestionar toda la propiedad horizontal. La reserva de zonas comunes, el chat y la gestión de PQR se centralizan en un solo lugar de manera sencilla. Contamos con un módulo de clasificados, donde los vecinos compran y venden inmuebles entre ellos, lo que genera mayor confianza. Nuestra aplicación principal incluye herramientas específicas para copropiedades, como la organización de asambleas anuales obligatorias, según la Ley 675, y el reporte de inquilinos, útil en ciudades turísticas como Medellín y Santa Marta. También facilitamos la elaboración de actas para reuniones de consejo y asambleas.
¿Cuándo tomaron la decisión de hacer realidad este proyecto?
Hipal nació de un sueño que surgió en la cabeza de Daniel Puentes, mi coequipero y esposo, hacia finales de 2019. Ambos trabajábamos en una empresa de propiedad horizontal, y durante la pandemia él decidió renunciar para crear algo nuevo. Aunque al principio me asustó la idea, entendí su visión: los administradores de propiedades están solos en un trabajo complejo y empírico, gestionando edificios con múltiples torres y cientos de residentes. Empezamos, literalmente, dibujando en Paint las primeras ideas y cómo queríamos que fuera la aplicación: un lugar donde el administrador pudiera gestionar todo en un solo sitio y comunicarse fácilmente con los copropietarios y la portería. En diciembre de 2020 comenzamos el desarrollo y le apostamos al proyecto.
Es interesante que lo hayan llevado a buen puerto; muchos proyectos no lo logran...
Sí, muchos proyectos se quedan en el camino, y como tantos empresarios en Colombia, nos enfrentamos a muchos retos. La verdad es que el propósito de hacer empresa aquí y en cualquier país te reta de maneras que jamás habías imaginado. Hay que tener mucha persistencia, constancia, ser muy recursivo, recalculando todo el tiempo. La realidad de ser empresario te obliga a adaptarte constantemente: la economía, la política, lo social, todo eso te obliga a medir y a ajustar, a ver cómo avanzas, cómo terminas lo que empezaste, siempre con la idea de que lo que estás haciendo sea interesante para el mercado. Sin clientes, solo hay ideas.
¿Qué reflexión hace al ver todo lo que han construido para llegar a este punto?
Para mí, el tema empresarial siempre ha sido una gran motivación. Las empresas son el tejido económico de un país, generan trabajo y alcanzan logros tanto personales como colectivos. Me apasionan profundamente las relaciones humanas, las historias detrás de las personas, porque en cada una hay un mundo de experiencias y aprendizajes. La empresa me permite hacer cosas concretas, crear bienestar, y eso siempre me ha motivado. He estado rodeada de empresarios, y para mí ha sido importante aportar, ser parte de este grupo que se atreve a soñar, a seguir una idea y a trabajar con pasión. Esto no sucede de la noche a la mañana, pero todos, incluso quienes tienen una tienda o un pequeño negocio, están detrás de una visión de hacer algo mejor, diferente y único.
Una directora de una empresa tiene que aprender a trabajar en equipo. ¿Qué se necesita para ser una buena líder?
Necesitas varias cualidades que se van aprendiendo en el camino. Una de las más importantes es saber escuchar y reconocer que cada persona es distinta. Eso hace que liderar sea retador, pero también enriquecedor, porque puedes guiar desde la realidad de cada quien. ¿Cómo motivas a alguien para quien lo más importante es la familia, y a otro para quien lo esencial es el dinero? Ambas prioridades son válidas y deben respetarse. Hay que dejar de lado las percepciones personales y entender que, al final, lo importante es avanzar hacia un objetivo común. A veces lo único que alguien necesita es ser escuchado para mejorar su perspectiva. Además, como líder, tienes que ayudar a que los demás vean las cosas desde el punto de vista de los otros, porque muchas veces lo que interpretamos como algo negativo puede ser solo una respuesta a una necesidad distinta. El buen liderazgo es un equilibrio entre lo humano y el reconocimiento de que tanto lo tuyo como lo de los demás importa en el camino hacia el propósito común.