Cristina Rebull: “El acto de escuchar es uno de los más lindos del ser humano”
Cristina Rebull, autora cubana, fue una de las invitadas a la Feria Internacional del Libro de Bogotá, que termina hoy.
Andrés Osorio Guillott
La música en la palabra escrita y oral. El arte expresado en múltiples manifestaciones. Cristina Rebull, que hizo un último esfuerzo para atenderme casi que llegada la noche en uno de los días de feria, habló sobre su libro Mamá y la vecina de arriba, historia en la que uno de los personajes está inspirado en ella misma y en una inquietud que tuvo cuando se detuvo a pensar si no era molesto para sus vecinos que estuviera mucho tiempo cantando y practicando piano y saxofón.
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La música en la palabra escrita y oral. El arte expresado en múltiples manifestaciones. Cristina Rebull, que hizo un último esfuerzo para atenderme casi que llegada la noche en uno de los días de feria, habló sobre su libro Mamá y la vecina de arriba, historia en la que uno de los personajes está inspirado en ella misma y en una inquietud que tuvo cuando se detuvo a pensar si no era molesto para sus vecinos que estuviera mucho tiempo cantando y practicando piano y saxofón.
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“Durante unos cuantos años fui productora de un canal de televisión en Miami y daba clases de piano. Tenía una vida muy agotadora, empezaba muy temprano y acababa a medianoche de lunes a viernes. El fin de semana me la pasaba prácticamente durmiendo. Hubo un cambio, me despierto y me digo: Dios mío, no tengo nada que hacer. Puedo volver a escribir, porque no tenía tiempo de hacerlo. Pero no tenía ni idea sobre qué escribir y me dediqué a estudiar el saxofón, tocar piano, guitarra y cantar. Eso lo hacía de diez de la mañana a cinco de la tarde. Un día, el perro del frente me responde a las vocalizaciones, me sorprendí mucho. En ese momento me di cuenta de cuánto tendría que estar molestando a mis vecinos. Eso fue en 2016. Y me senté a escribir este libro, como un mes y medio de haber renunciado al trabajo. Y dije que tenía que hacer algo silencioso para no molestar a nadie. Así escribí Mamá y la vecina de arriba. La vecina soy yo”, narró Rebull.
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¿Cómo se construye una historia y cómo se piensan los personajes y los valores o conceptos que ellos pueden encarnar? La autora cubana dijo que: “Lo más importante es una idea. Los personajes aparecen de pronto, y ellos te hablan, uno no hace nada. Uno transcribe lo que tiene en la cabeza, pero ellos empiezan a hablarte. Es un proceso natural. Me convierto en un instrumento entre mi cabeza y la computadora. Habla la niña o el niño que uno lleva dentro. La historia de este libro es de retos, de cumplir sueños y lograr cosas en la vida. Uno se pasa la vida cortándose las alas, diciendo que no puedo o no soy bueno para esto. Este es un mundo muy competitivo y uno mismo se mutila. Esta es una historia de no mutilación, de invitación a la gente a que haga e intente hacer eso que sueña. No tienes que ser el mejor poeta, tienes que dejar que tu alma sea poeta. No tienes que ser el mejor escritor o cantante, tienes que escribir y dejar el alma cuando cantas”.
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Un libro en el que todos nos podemos sentir identificados en algún momento, y este logro sucede porque justamente es una historia asociada a la cotidianidad y a un concepto tan importante para América Latina como el de la familia: “La familia es muy importante, tuve una familia muy linda y tuve una infancia muy feliz. Conservo esa nube de memoria y la llevo conmigo. Este es un libro muy cotidiano y es algo que puede pasar en cualquier casa. Una abuela, un papá, una mamá histérica, un niño que lo observa todo, un hermano obsesivo que todo lo mide”.
La familia se sorprende porque Maximiliano, el narrador y personaje de la historia, tiene muy claro en su cabeza los horarios en los que la vecina de arriba practica piano o canta. Y la inteligencia que le otorgan se debe a una idea que justamente Rebull quiere resaltar en el libro: la importancia de escuchar. “Los niños escuchan más de lo que piensa la gente. De niña hablaban al lado mío como si fuera sorda, pero todo lo estaba oyendo. Y cuando oyes estás pensando, elaborando y cuestionando. Eso le pasa a Maximiliano. Es el que más escucha en la familia. La gente busca la felicidad afuera, y con redes sociales y el mundo digital uno busca la compañía afuera y no dentro de sí mismo. El acto de escuchar permite que el otro entre dentro de mí. Me gusta mucho escuchar, y escucho más de lo que hablo. Y yo sí creo que todo el mundo necesita que alguien lo escucha, pero nadie lo hace. Aunque no hables o digas una palabra, el acto de poder escuchar y que puedas sencillamente limpiarte el alma con alguien que te está escuchando, estás configurando uno de los actos más bonitos del ser humano”.
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Pero además de la importancia de escuchar, a la autora lo que más le interesaba era representar en la mamá la idea de no cortarse las alas y siempre intentar cumplir los sueños que nacen desde la infancia y se van configurando con el paso del tiempo: “La mamá es la que no ha cumplido sus sueños, la que se ha quedado mutilada. Ella siempre quiso ser cantante, pero de niña le dijeron que tiene un tapón de aluminio en los oídos. La vecina que le atormentaba le sirve de puente para lograr lo que ella quería, para intentarlo. Es una historia de eso, de intentos y vuelo. Ella se cortó tanto las alas que tiene frustración. Fue tanta la resignación que dice que lo que no ve, no existe. En un momento se descubre que tiene una gran sensibilidad, pero esa misma está frustrada”.