Ilustración de Gabriel García Márquez, quien recibió el Premio Nobel de Literatura hace 40 años.
Foto: Mario Fernando Rodríguez
Este verano metaficcional pude experimentar lo que sintió Marco Flaminio Rufo, tribuno militar romano, cuando encontró, después de atravesar un laberinto que parecía interminable, “la ciudad de inmortales”. Estaba con los ojos llorosos y el corazón palpitante frente al Harry Ransom Center, un museo de cristal grabado con imágenes de la memoria colectiva que me recordó al que aparece en La ciudad ausente (1993), de Ricardo Piglia, donde había una extraña máquina de narrar macedoniana que nunca se apagaba y parecía tener vida propia,...
Por Nathalia Gómez Raigosa*
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