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¿Cómo empezó Arte y Conservación?
Comenzó con un afán de no solo pintar, nosotros somos artistas plásticos, entonces teníamos esta afinidad con los motivos de naturaleza. Pero ese sentimiento de pintar fauna, flora y hábitat amenazados, pues nos hizo reflexionar y crear Arte y Conservación como una manera de retribuirles a las especies que estábamos pintando en nuestras propuestas. Todo empezó hace muchos años, cuando estábamos en la universidad, mi esposa, Paula Andrea, y yo. Comenzó también con un proceso de cada una de nuestras tesis de grado que tuvieron que ver con botánica y tuvieron que ver con fauna. Hay un poco de historia, valga la redundancia, en la historia natural de Colombia. Creo que ahí comienza Arte y Conservación como un proyecto que busca la conservación y la difusión del arte.
¿De qué manera plantearon el proyecto y cómo ha ido evolucionando en el tiempo que lleva de existencia?
Al principio trabajamos mucho con alianzas con otras instituciones, donde éramos los ilustradores. Algunos proyectos de conservación ambiental o monografías científicas de alguna especie. Después, por un amor que tenemos innato a los libros, decidimos que Arte y Conservación debería tener un sello editorial independiente y empezamos a crear los proyectos editoriales como tal. Ya tenemos dos títulos que estuvieron en la Feria del Libro este año y que fueron un éxito, sobre todo nuestra novedad: Colibrí. Son libros que se diferencian porque tienen muchísimo detalle en términos de diseño, en términos de dirección y de la imagen, entonces queremos que la imagen cuente una historia de conservación, cuente una historia de biodiversidad. Pero que también el libro sea un contenedor de información valiosa, científica, filosófica y artística. Creo que esos tres puntos son los que representan nuestro sello editorial. Con respecto a los talleres, nosotros empezamos a dictarlos en otras instituciones en Bogotá, luego saltamos a otros países como Ecuador, Argentina, Brasil y Estados Unidos, tuvimos la oportunidad también de trabajar en Europa, al norte de Italia. Y nos dimos cuenta de que el sitio donde estábamos, que es una reserva, era el lugar adecuado para dictar talleres. Durante casi siete años convocamos a personas que nos visitaron de muchas partes del mundo, para aprender lo que nosotros sabemos, que esa conexión entre el arte y la ciencia, de ilustración científica, ilustración de fauna y flora, pintura de naturaleza, sketch en el medio ambiente. Hoy en día, después de la pandemia porque nos tocó hacer todo virtual, ya comenzamos de nuevo a crear talleres.
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¿Cómo es vivir uno de estos talleres?
Los talleres que hemos denominado las expediciones de pintura son distintos a los que dictamos en nuestra sede, porque nos dirigimos directamente a ese gran lienzo que puede ser la selva o puede ser un bosque tropical o un bosque de niebla. Por lo general, todas las personas que van a los talleres reciben los materiales necesarios y aprovechamos al máximo el sitio donde estamos. El taller se lleva a cabo entre los árboles, entre las aves, viendo a los jaguares que se toman por la playa tratando de captarlos con nuestros dibujos, con las pinturas.
¿Cuál considera que es la importancia de hacer un poco más visible este tipo de ilustración científica?
Es bien importante, sobre todo cuando comenzamos como Arte y Conservación en Colombia no había eso, es decir, había ilustradores científicos, que cada uno andaba por su cuenta y cuando entramos nosotros a convocar personas, hacer talleres ya directamente relacionados con el tema, pues empezó como un auge muy bonito. Queremos enseñar por medio de imágenes, que es lo que la ilustración científica hace, procura el entendimiento y el estudio de las especies, que se ha desarrollado de tal manera que a parte de nuestros talleres hoy en día, tanto Paula Andrea como yo estamos dentro del diplomado de ilustración científica con la Universidad Nacional de Colombia. Estoy coordinando el área de ilustración botánica, y Paula, el área de mastozoología, bajo la dirección general de Fabio Romero, que es un excelente trabajo en estas versiones que hemos dictado del diplomado. Hay muchas maneras de enamorarse del tema, y si es completamente necesario para poder proteger las especies, necesitamos conocerlas y no hay mejor manera de hacerlo que por medio de una buena ilustración que nos permita conocer las características de cada individuo.
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¿Qué ha sido lo más gratificante para ustedes de todo este proceso de crear Arte y Conservación, y cómo lo han ido desarrollando con el tiempo?
Hay varios objetivos que se han cumplido y se siguen cumpliendo, y cosas gratificantes. Por ejemplo, la reforestación de la reserva donde estamos. Se han sembrado más de 5.000 árboles gracias al apoyo de las personas interesadas en el medio ambiente, en las convocatorias que hemos realizado, en convenios que hemos hecho con otras instituciones de conservación, entonces darse cuenta de cómo un árbol que se sembró hace siete años ya es una planta que está dándole vida y les está dando refugio a las aves, los insectos y está generando oxígeno a un municipio que está también en un desarrollo increíble, que es el municipio de Chía, es algo muy gratificante. Ver cómo el arte ha podido de manera tangible ayudar a la conservación del medio ambiente, en especial aquí en nuestra reserva, que es algo que nosotros vemos todos los días.
¿Cómo fue el proceso de producir los libros que han publicado y llevarlos hasta la Feria del Libro?
Colibrí es un libro que tiene ya un largo trayecto en desarrollo. Paula Romero comenzó a ilustrar la avifauna desde hace muchos años, diría que es de las ilustradoras más importantes, ella ha estado en muchas de las ferias, haciendo el póster oficial, material divulgativo. Entonces ella tiene un amor especial hacia los colibríes. Obviamente Colombia es un país privilegiado en este sentido, y ella empezó un proceso de sketch en la naturaleza de irlos a observar al sitio adonde llegaban, empezó a generar cada imagen que son acuarelas con gran precisión y quiso consignar todas esas observaciones, todas esas pinturas y sus años de trabajo, en un libro arte que tuviera una característica especial en la encuadernación que se pudiera desplegar como uno despliega un biombo japonés. Este libro fue una apuesta a una encuadernación que es completamente manual y la feria fue una plataforma muy bonita para presentarlo, pues tuvimos un éxito rotundo en términos de la experiencia que tuvo el visitante. Así se van desarrollando los libros que tenemos, por ejemplo el otro título es El orquideario que también compiló ilustraciones que hice de orquídeas para las que me fui a estos lugares donde se encuentran estas joyas y poderlas observar en su ambiente natural. Tuvimos la gran oportunidad en tener varios autores invitados que me sugirieron especies por pintar, y Paula, como editora general de los proyectos, aglutinó la voz de cada autor para que tuviera una coherencia. Los libros condensan al máximo ese sentir y esa pasión hacia la naturaleza, pero también somos abiertos a que haya una sinfonía de saberes y que cada voz tenga su propio protagonismo dentro de la publicación.