El Atlantis moderno de Jason deCaires Taylor
El artista británico ha sumergido miles de figuras de cemento ecológico alrededor del mundo, su obra es el hogar de miles de criaturas marinas.
Andrea Jaramillo Caro
El lecho marino de 11 países ahora tiene su propia civilización submarina. Gracias a las esculturas de Jason deCaires Taylor estas parecen escenas que salen directamente del mito de Atlantis.
“Estoy absolutamente cautivado por el ambiente de un naufragio. Un buque muerto es el hogar de una gran cantidad de vida: peces y plantas. La mezcla de la vida y la muerte es un misterio, incluso religioso. Existe la misma sensación de paz y el mismo estado de ánimo que el que sentimos al entrar en una catedral”, decía el explorador francés Jaques Cousteau, que murió en 1997. El conservacionista y fotógrafo tocó las vidas de muchos, entre ellas la del artista británico Jason deCaires Taylor.
Taylor es reconocido mundialmente por sus museos y galerías de arte subacuáticas, que ha desarrollado durante 15 años. Desde el 2006 el escultor ha hundido incontables piezas de cemento ecológico y acero inoxidable en diferentes partes del mundo sobre las cuales crecen múltiples formas de vida. Desde erizos de mar, esponjas y algas, hasta corales, peces y crustáceos han hecho de las figuras moldeadas por Taylor su hogar. Le invitamos a leer: El creador de Atlantis vive en el siglo XXI
La obra de Taylor, indistintamente, tiene un mensaje ambiental. En una entrevista con el Huffington Post afirmó que “creo que todos, o casi todos, compartimos cierto temor a no estar protegiendo suficientemente nuestros mares. No consideramos el océano un espacio sagrado y pienso, sin embargo, que deberíamos. Es curioso. No dudamos, por ejemplo, del valor del Himalaya, la Sagrada Familia o el Louvre. Los consideramos sagrados y hacemos lo posible por conservarlos […] creo que le debemos al mar el respeto de ser un espacio sagrado”.
Su primera gran obra se encuentra bajo las aguas de la isla de Granada desde el 2006. Sobre el lecho marino de este país se alzan 65 figuras entre hombres, mujeres y niños, tomados de la mano y formando un círculo. ‘Vissicitudes’ es el nombre de esta obra, con la que se inauguró el primer parque subacuático del mundo. “La escultura propone crecimiento, oportunidad y transformación natural. Muestra cómo el tiempo y el ambiente tienen un impacto sobe el cuerpo físico y lo forman”, afirma el artista en su página oficial. Hoy en día las caras y cuerpos de las esculturas están cubiertas de algas, esponjas y corales en lo que fue nombrado por National Geographic como una ‘maravilla del mundo’.
Taylor tiene sus obras instaladas en 11 países, entre Bahamas, México, Australia, Reino Unido, Maldivas, España, Australia y más recientemente Chipre. Sus trabajos en tierra y bajo el mar han causado furor a nivel mundial. El británico, oriundo de Dover, desde niño estuvo influenciado por el mar y durante sus años de estudio en el Instituto de Arte de Londres se interesó por el movimiento artístico Land Art, desarrollado durante los años 60. Pero al ver los recursos que gastaban las instalaciones y entendió el carácter de conservación de su obra.
Sin embargo, el proceso para encontrar el material adecuado para llevar a cabo su objetivo no fue sencillo. Jason deCaires Taylor, en entrevista para El Espectador, contó que “el primer año realicé muchos experimentos, probé varios materiales reciclados. Eventualmente entré en contacto con un científico de materiales marinos y una empresa de arrecifes artificiales, ellos me aconsejaron sobre los mejores materiales”.
Pero, además de ser una obra interactiva y que crea hábitats artificiales, el trabajo de Taylor está diseñado para superar la prueba del tiempo. “Básicamente uso un tipo de cemento marino y en realidad está diseñado para endurecerse cada vez más con el tiempo, por lo que en realidad no se degrada, puede volverse más duro y más duradero con el tiempo, y obviamente obtiene más capas. De calcio y coral y vida marina. Entonces, la idea es que realmente duren, como esculturas durante miles de años, pero obviamente son suplantados por la vida marina y son difíciles de reconocer”. Por ello, sus esculturas no se descomponen ni se derrumban, pasan a ser parte del espacio.
Para iniciar un proyecto, el escultor cuenta que primero se debe estudiar el área submarina. “Al mirarlo se sabrá cuál sería el impacto ambiental. ¿Cuáles son el tipo de objetivos y metas del proyecto? ¿Cuáles son las condiciones? ¿son adecuadas? ¿tiene el tipo correcto de luz y sustrato y corrientes y ondas y todos estos diversos factores? y luego, por supuesto, una parte muy importante es la narrativa y la creatividad del trabajo”. Taylor se ha mudado varias veces y ha vivido en diferentes ciudades costeras alrededor del mundo.
Ahora, el artista, de 47 años, cuenta desde su residencia en Londres los elementos que toma en cuenta para desarrollar la línea narrativa de cada proyecto. “Cómo encaja con la comunidad local, con la historia del área. Conocer la cultura. Y luego desarrollar un proyecto que funcione en ese sentido. Y luego, cuando vayamos a instalar las esculturas, hay un gran desafío logístico al tratar de llevar toneladas y toneladas de esculturas bajo el agua. Así que hay mucha planificación que entra en esa etapa con grúas y buzos profesionales y los diseñadores trabajan para asegurarse de que sea estable y no tenga ningún impacto medioambiental negativo.”
Un ejemplo de esto es el Museo Subacuático de Arte, cerca de Isla Mujeres en México, que tomó seis años en desarrollar. El proyecto fue ideado con Jaime González Cano, director de tres parques marinos en la costa mexicana, y quien en el 2009 abrió el primer museo de arte submarino. Quinientas de las esculturas que residen ahí hoy son obra de Taylor. A través de una llamada telefónica el artista recuerda que “al final elegí a unas seiscientas personas y había todo tipo de personas diferentes. Echamos pescadores, maestros, escolares, turistas, camareros, todo tipo de personas diferentes y todos vinieron a mi estudio y tomé un molde corporal de ellos para cubrirlos como una solución dental. Y luego, con esa solución dental, yo haría un molde que lograría un trabajo de cemento final. Y en este proceso asombroso conocí a mucha gente realmente interesante y tenía demasiadas historias”.
Entre gustos no hay disgustos y el artista dio cuenta de ello con el proceso de creación de los moldes. De acuerdo con él algunas personas lo disfrutaron, otras se durmieron, otras tantas lo odiaron y hubo casos en los que al retirar el molde algunos perdieron su cabello. No hay momento sencillo en el desarrollo de estas instalaciones, Taylor comentó que “instalar las esculturas fue bastante difícil en México porque el área estaba a casi 7 kilómetros de la costa y por eso era bastante difícil encontrar un bote que tuviera la capacidad para llevarlas. Teníamos muchos desafíos que teníamos que resolver”.
Cinco años después, en Nassau, Bahamas, apareció una escultura de cinco metros de alto sumergida en el mar caribeño ‘Ocean Atlas’. Es la escultura individual más grande jamás sumergida y retrata la versión femenina del titán Atlas, que en esta representación sostiene el peso del océano sobre sus hombros. Al ser una pieza tan masiva, Taylor tuvo que ensamblarla directamente en el agua y recuerda que fue como armar un rompecabezas. El primer paso fue hacer cada sección y luego llegó el momento de ensamblarlas bajo el agua. “La grúa se mueve hacia arriba y hacia abajo todo el tiempo sobre las olas, por lo que hacer un trabajo de precisión es extremadamente difícil porque se mueve constantemente. Es un poco como lanzar dardos a una tabla cuando estás en un bote en movimiento. Es muy difícil”.
El movimiento del mar al momento de sumergir figuras no ha sido el único obstáculo al que Taylor se ha enfrentado. Sus colaboraciones con científicos marinos le han permitido desarrollar sus instalaciones poniendo el ecosistema en primera plana. Frente a esto el artista menciona que todas funcionan de forma diferente por las legislaciones y papeles necesarios para la instalación, además las condiciones del entorno cambian con cada destino por lo que “realmente es importante adquirir tanto conocimiento local como sea posible, no solo de los biólogos marinos, sino también de los pescadores y de los centros de buceo locales”.
“Yo no sé sobre todos los diferentes ecosistemas del mundo y los biólogos pueden mostrarme cuál es el mejor tipo de coral para plantar, qué época del año es la mejor para instalar las esculturas, cuáles son los tipos de problemas en el área. En el Caribe era muy importante animar a los erizos porque se escondían en las esculturas durante el día y luego por la noche salían y limpiaban todas las esculturas de algas dañinas y luego iban y volvían a dormir Y eso fue realmente bueno porque permitió que crecieran nuevos corales en la superficie. Pero en otros destinos como en Chipre y en el Océano Atlántico, los erizos de mar son en realidad como una plaga que se comen todo y se comen toda la vida marina”.
Durante los últimos cinco años ha estado trabajando constantemente con la organización australiana Reef Ecologic en el proyecto ‘Invernadero de Coral’ para la ciudad de Townsville. Nathan Cook, científico marino, cuenta que este proyecto es “una creación de los dos directores de Reef Ecologic, Adam Smith y el doctor Paul Marshall, alrededor de 2016. A ellos se les ocurrió la idea por primera vez y después de haber visto otras instalaciones en otros lugares, pensaron que el concepto sería una adición fantástica. Como una atracción en la Gran Barrera de Coral, por lo que se pusieron en contacto con Jason y todo el proyecto básicamente comenzó alrededor de 2017. Ese año Jason vino de Inglaterra e hizo un viaje de exploración y visitó Townsville y muchos lugares diferentes donde potencialmente podríamos instalar algunas de las esculturas. Nos reunimos con los propietarios tradicionales, la población indígena de Australia, para ver cómo algunas de las obras de arte podrían encajar con la cultura local, obtener una idea de la flora y fauna local para usarla como base para hacer la obra de arte y realmente tener una idea de cuál podría ser el potencial para implementar un proyecto en la Gran Barrera de Coral”.
Esta obra utiliza la técnica de restauración llamada jardinería de coral. Cook explica que es un proceso parecido a la historia natural de estos animales en la que una parte de ellos se desprende, cae al lecho marino y entonces comienza a crecer si es un lugar adecuado. Así sucedió en la obra de Taylor, tomaron pedazos de coral y los trasplantaron a las estructuras del ‘Invernadero de coral’. “Lo que hicimos después de la instalación es que usamos estas ubicaciones diseñadas a medida y tomamos corales del arrecife alrededor de la estructura y los trasplantamos al invernadero de coral para demostrar este proceso de restauración de arrecifes. La idea es presentar a las personas las esculturas a través del arte submarino, pero también estas técnicas innovadoras de restauración de arrecifes que inician una conversación sobre por qué los arrecifes de coral y otros ecosistemas naturales están luchando, nos hace hablar sobre el cambio climático y tratar de inspirar a la gente a hacer más para proteger nuestros ecosistemas naturales”.
En el caso de esta obra, menciona Cook que la intención no era crear un nuevo arrecife debido a que el ecosistema de área es saludable. Sin embargo, con la intención de preservarlo decidieron crear un nuevo lugar que atrajera a los turistas para evitar crear daños en ese lugar y, además, generar conversaciones que lleven a los visitantes a reflexionar sobre el estado de los arrecifes. De acuerdo con el científico los primeros días después de instalar estructuras artificiales, aparecen peces invertebrados. Sin embargo, el proceso para que percebes, moluscos, algas y corales se adhieran a estas superficies puede tomar años. “Es lento al principio, pero una vez que comienza a despegar, va bastante rápido y comienza a cambiar y evolucionar”.
Para Jason deCaires Taylor su voz es una más que se suma al mar de voces que llaman a crear conciencia sobre la destrucción de los océanos. Su obra “captura la imaginación de las personas. Creo que los científicos y los medios de comunicación son muy buenos para producir datos y cifras, pero creo que no siempre se conectan emocionalmente con las audiencias. El arte juega un papel bastante importante en la conexión emocional y luego en hacer que la gente sienta en lugar de simplemente dar a la gente datos e información”. El artista actualmente está trabajando en nuevos proyectos para la Gran Barrera de Coral y tiene uno programado para el próximo año en el Mar Rojo, en Medio Oriente.
El lecho marino de 11 países ahora tiene su propia civilización submarina. Gracias a las esculturas de Jason deCaires Taylor estas parecen escenas que salen directamente del mito de Atlantis.
“Estoy absolutamente cautivado por el ambiente de un naufragio. Un buque muerto es el hogar de una gran cantidad de vida: peces y plantas. La mezcla de la vida y la muerte es un misterio, incluso religioso. Existe la misma sensación de paz y el mismo estado de ánimo que el que sentimos al entrar en una catedral”, decía el explorador francés Jaques Cousteau, que murió en 1997. El conservacionista y fotógrafo tocó las vidas de muchos, entre ellas la del artista británico Jason deCaires Taylor.
Taylor es reconocido mundialmente por sus museos y galerías de arte subacuáticas, que ha desarrollado durante 15 años. Desde el 2006 el escultor ha hundido incontables piezas de cemento ecológico y acero inoxidable en diferentes partes del mundo sobre las cuales crecen múltiples formas de vida. Desde erizos de mar, esponjas y algas, hasta corales, peces y crustáceos han hecho de las figuras moldeadas por Taylor su hogar. Le invitamos a leer: El creador de Atlantis vive en el siglo XXI
La obra de Taylor, indistintamente, tiene un mensaje ambiental. En una entrevista con el Huffington Post afirmó que “creo que todos, o casi todos, compartimos cierto temor a no estar protegiendo suficientemente nuestros mares. No consideramos el océano un espacio sagrado y pienso, sin embargo, que deberíamos. Es curioso. No dudamos, por ejemplo, del valor del Himalaya, la Sagrada Familia o el Louvre. Los consideramos sagrados y hacemos lo posible por conservarlos […] creo que le debemos al mar el respeto de ser un espacio sagrado”.
Su primera gran obra se encuentra bajo las aguas de la isla de Granada desde el 2006. Sobre el lecho marino de este país se alzan 65 figuras entre hombres, mujeres y niños, tomados de la mano y formando un círculo. ‘Vissicitudes’ es el nombre de esta obra, con la que se inauguró el primer parque subacuático del mundo. “La escultura propone crecimiento, oportunidad y transformación natural. Muestra cómo el tiempo y el ambiente tienen un impacto sobe el cuerpo físico y lo forman”, afirma el artista en su página oficial. Hoy en día las caras y cuerpos de las esculturas están cubiertas de algas, esponjas y corales en lo que fue nombrado por National Geographic como una ‘maravilla del mundo’.
Taylor tiene sus obras instaladas en 11 países, entre Bahamas, México, Australia, Reino Unido, Maldivas, España, Australia y más recientemente Chipre. Sus trabajos en tierra y bajo el mar han causado furor a nivel mundial. El británico, oriundo de Dover, desde niño estuvo influenciado por el mar y durante sus años de estudio en el Instituto de Arte de Londres se interesó por el movimiento artístico Land Art, desarrollado durante los años 60. Pero al ver los recursos que gastaban las instalaciones y entendió el carácter de conservación de su obra.
Sin embargo, el proceso para encontrar el material adecuado para llevar a cabo su objetivo no fue sencillo. Jason deCaires Taylor, en entrevista para El Espectador, contó que “el primer año realicé muchos experimentos, probé varios materiales reciclados. Eventualmente entré en contacto con un científico de materiales marinos y una empresa de arrecifes artificiales, ellos me aconsejaron sobre los mejores materiales”.
Pero, además de ser una obra interactiva y que crea hábitats artificiales, el trabajo de Taylor está diseñado para superar la prueba del tiempo. “Básicamente uso un tipo de cemento marino y en realidad está diseñado para endurecerse cada vez más con el tiempo, por lo que en realidad no se degrada, puede volverse más duro y más duradero con el tiempo, y obviamente obtiene más capas. De calcio y coral y vida marina. Entonces, la idea es que realmente duren, como esculturas durante miles de años, pero obviamente son suplantados por la vida marina y son difíciles de reconocer”. Por ello, sus esculturas no se descomponen ni se derrumban, pasan a ser parte del espacio.
Para iniciar un proyecto, el escultor cuenta que primero se debe estudiar el área submarina. “Al mirarlo se sabrá cuál sería el impacto ambiental. ¿Cuáles son el tipo de objetivos y metas del proyecto? ¿Cuáles son las condiciones? ¿son adecuadas? ¿tiene el tipo correcto de luz y sustrato y corrientes y ondas y todos estos diversos factores? y luego, por supuesto, una parte muy importante es la narrativa y la creatividad del trabajo”. Taylor se ha mudado varias veces y ha vivido en diferentes ciudades costeras alrededor del mundo.
Ahora, el artista, de 47 años, cuenta desde su residencia en Londres los elementos que toma en cuenta para desarrollar la línea narrativa de cada proyecto. “Cómo encaja con la comunidad local, con la historia del área. Conocer la cultura. Y luego desarrollar un proyecto que funcione en ese sentido. Y luego, cuando vayamos a instalar las esculturas, hay un gran desafío logístico al tratar de llevar toneladas y toneladas de esculturas bajo el agua. Así que hay mucha planificación que entra en esa etapa con grúas y buzos profesionales y los diseñadores trabajan para asegurarse de que sea estable y no tenga ningún impacto medioambiental negativo.”
Un ejemplo de esto es el Museo Subacuático de Arte, cerca de Isla Mujeres en México, que tomó seis años en desarrollar. El proyecto fue ideado con Jaime González Cano, director de tres parques marinos en la costa mexicana, y quien en el 2009 abrió el primer museo de arte submarino. Quinientas de las esculturas que residen ahí hoy son obra de Taylor. A través de una llamada telefónica el artista recuerda que “al final elegí a unas seiscientas personas y había todo tipo de personas diferentes. Echamos pescadores, maestros, escolares, turistas, camareros, todo tipo de personas diferentes y todos vinieron a mi estudio y tomé un molde corporal de ellos para cubrirlos como una solución dental. Y luego, con esa solución dental, yo haría un molde que lograría un trabajo de cemento final. Y en este proceso asombroso conocí a mucha gente realmente interesante y tenía demasiadas historias”.
Entre gustos no hay disgustos y el artista dio cuenta de ello con el proceso de creación de los moldes. De acuerdo con él algunas personas lo disfrutaron, otras se durmieron, otras tantas lo odiaron y hubo casos en los que al retirar el molde algunos perdieron su cabello. No hay momento sencillo en el desarrollo de estas instalaciones, Taylor comentó que “instalar las esculturas fue bastante difícil en México porque el área estaba a casi 7 kilómetros de la costa y por eso era bastante difícil encontrar un bote que tuviera la capacidad para llevarlas. Teníamos muchos desafíos que teníamos que resolver”.
Cinco años después, en Nassau, Bahamas, apareció una escultura de cinco metros de alto sumergida en el mar caribeño ‘Ocean Atlas’. Es la escultura individual más grande jamás sumergida y retrata la versión femenina del titán Atlas, que en esta representación sostiene el peso del océano sobre sus hombros. Al ser una pieza tan masiva, Taylor tuvo que ensamblarla directamente en el agua y recuerda que fue como armar un rompecabezas. El primer paso fue hacer cada sección y luego llegó el momento de ensamblarlas bajo el agua. “La grúa se mueve hacia arriba y hacia abajo todo el tiempo sobre las olas, por lo que hacer un trabajo de precisión es extremadamente difícil porque se mueve constantemente. Es un poco como lanzar dardos a una tabla cuando estás en un bote en movimiento. Es muy difícil”.
El movimiento del mar al momento de sumergir figuras no ha sido el único obstáculo al que Taylor se ha enfrentado. Sus colaboraciones con científicos marinos le han permitido desarrollar sus instalaciones poniendo el ecosistema en primera plana. Frente a esto el artista menciona que todas funcionan de forma diferente por las legislaciones y papeles necesarios para la instalación, además las condiciones del entorno cambian con cada destino por lo que “realmente es importante adquirir tanto conocimiento local como sea posible, no solo de los biólogos marinos, sino también de los pescadores y de los centros de buceo locales”.
“Yo no sé sobre todos los diferentes ecosistemas del mundo y los biólogos pueden mostrarme cuál es el mejor tipo de coral para plantar, qué época del año es la mejor para instalar las esculturas, cuáles son los tipos de problemas en el área. En el Caribe era muy importante animar a los erizos porque se escondían en las esculturas durante el día y luego por la noche salían y limpiaban todas las esculturas de algas dañinas y luego iban y volvían a dormir Y eso fue realmente bueno porque permitió que crecieran nuevos corales en la superficie. Pero en otros destinos como en Chipre y en el Océano Atlántico, los erizos de mar son en realidad como una plaga que se comen todo y se comen toda la vida marina”.
Durante los últimos cinco años ha estado trabajando constantemente con la organización australiana Reef Ecologic en el proyecto ‘Invernadero de Coral’ para la ciudad de Townsville. Nathan Cook, científico marino, cuenta que este proyecto es “una creación de los dos directores de Reef Ecologic, Adam Smith y el doctor Paul Marshall, alrededor de 2016. A ellos se les ocurrió la idea por primera vez y después de haber visto otras instalaciones en otros lugares, pensaron que el concepto sería una adición fantástica. Como una atracción en la Gran Barrera de Coral, por lo que se pusieron en contacto con Jason y todo el proyecto básicamente comenzó alrededor de 2017. Ese año Jason vino de Inglaterra e hizo un viaje de exploración y visitó Townsville y muchos lugares diferentes donde potencialmente podríamos instalar algunas de las esculturas. Nos reunimos con los propietarios tradicionales, la población indígena de Australia, para ver cómo algunas de las obras de arte podrían encajar con la cultura local, obtener una idea de la flora y fauna local para usarla como base para hacer la obra de arte y realmente tener una idea de cuál podría ser el potencial para implementar un proyecto en la Gran Barrera de Coral”.
Esta obra utiliza la técnica de restauración llamada jardinería de coral. Cook explica que es un proceso parecido a la historia natural de estos animales en la que una parte de ellos se desprende, cae al lecho marino y entonces comienza a crecer si es un lugar adecuado. Así sucedió en la obra de Taylor, tomaron pedazos de coral y los trasplantaron a las estructuras del ‘Invernadero de coral’. “Lo que hicimos después de la instalación es que usamos estas ubicaciones diseñadas a medida y tomamos corales del arrecife alrededor de la estructura y los trasplantamos al invernadero de coral para demostrar este proceso de restauración de arrecifes. La idea es presentar a las personas las esculturas a través del arte submarino, pero también estas técnicas innovadoras de restauración de arrecifes que inician una conversación sobre por qué los arrecifes de coral y otros ecosistemas naturales están luchando, nos hace hablar sobre el cambio climático y tratar de inspirar a la gente a hacer más para proteger nuestros ecosistemas naturales”.
En el caso de esta obra, menciona Cook que la intención no era crear un nuevo arrecife debido a que el ecosistema de área es saludable. Sin embargo, con la intención de preservarlo decidieron crear un nuevo lugar que atrajera a los turistas para evitar crear daños en ese lugar y, además, generar conversaciones que lleven a los visitantes a reflexionar sobre el estado de los arrecifes. De acuerdo con el científico los primeros días después de instalar estructuras artificiales, aparecen peces invertebrados. Sin embargo, el proceso para que percebes, moluscos, algas y corales se adhieran a estas superficies puede tomar años. “Es lento al principio, pero una vez que comienza a despegar, va bastante rápido y comienza a cambiar y evolucionar”.
Para Jason deCaires Taylor su voz es una más que se suma al mar de voces que llaman a crear conciencia sobre la destrucción de los océanos. Su obra “captura la imaginación de las personas. Creo que los científicos y los medios de comunicación son muy buenos para producir datos y cifras, pero creo que no siempre se conectan emocionalmente con las audiencias. El arte juega un papel bastante importante en la conexión emocional y luego en hacer que la gente sienta en lugar de simplemente dar a la gente datos e información”. El artista actualmente está trabajando en nuevos proyectos para la Gran Barrera de Coral y tiene uno programado para el próximo año en el Mar Rojo, en Medio Oriente.