El concepto de héroe moderno en “Crimen y castigo”
Raskólnikov, personaje central de “Crimen y castigo”, novela de Fiódor Dostoievski, representa el héroe moderno en la literatura.
Andrés Osorio Guillott
Desde la tragedia griega la tradición del héroe en la literatura estaba enmarcada bajo los valores de la valentía y la osadía. También bajo una figura de un hombre guerrero y siempre dispuesto a luchar en contra de su destino y de su honra. Sin embargo, esta noción se fue transformando, y así, sus valores y su rol se fueron adaptando al paso del tiempo y las necesidades de sociedades que sufrían épocas de decadencia y crisis.
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Desde la tragedia griega la tradición del héroe en la literatura estaba enmarcada bajo los valores de la valentía y la osadía. También bajo una figura de un hombre guerrero y siempre dispuesto a luchar en contra de su destino y de su honra. Sin embargo, esta noción se fue transformando, y así, sus valores y su rol se fueron adaptando al paso del tiempo y las necesidades de sociedades que sufrían épocas de decadencia y crisis.
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Al llegar a la modernidad, el ser humano estaba empezando a caer en un constante ideal de universalización y en un discurso donde la totalización y la individualización del ser humano iban a triunfar por encima de los valores que dejaba atrás la fe y todo la época de guerras e imperios en Europa que había dejado la Edad Media. Ahora bien, esta serie de aspectos sociales se relacionaron directamente con algunas de las narrativas en la literatura. Así, en el caso de Dostoievski, encontramos en la figura del héroe varios de los elementos anteriormente mencionados a través de lo que se denomina la autoconsciencia del héroe.
“A Dostoievski le interesa el héroe no como un fenómeno de la realidad que posea rasgos típico-sociales y caracterológicamente individuales, definidos y firmes, ni coma una imagen determinada, compuesta de a tributos objetivos con un sentido unitario que en su conjunto contestarán la pregunta: “¿quién es?” No; el héroe le interesa en tanto que es un punto de vista particular sobre el mundo y sobre sí mismo, como una posición plena de sentido que valore la actitud del hombre hacia sí mismo y hacia la realidad circundante”, escribió Mijaíl Bajtín, crítico literario ruso en Problemas de la poética de Dostoievski.
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Así, empezamos viendo como la figura del héroe se torna algo meramente individual en el sentido de que Dostoievski no pretende configurar al héroe mediante su relación con la sociedad o la época sino que por el contrario la misma autoconsciencia del héroe basta para que éste desarrolle todo un discurso propio pero con tendencias a ser “universalizante”.
Podemos encontrar dos elementos que nos permitan entender el papel del héroe en Dostoievski y su relación con las dinámicas que estaba construyendo la modernidad: la autoconciencia y el dialogismo.
Por el lado de la autoconciencia encontramos que: “La autoconciencia, como dominante artística de la estructuración del héroe, no puede ser equiparada a otros atributos de su imagen, porque absorbe a éstos como su propio material y los despoja de toda la fuerza determinante y conclusiva del héroe”, señalaba Bajtín.
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La autoconciencia es quizá la base de toda la acción y el pensamiento del héroe. Esto, en el sentido que a partir de ella el personaje va a entrar en un diálogo consigo mismo con el fin de replantear y analizar lo que quiere hacer. Por ejemplo, en el caso de Raskólnikov, nunca sus pensamientos están basados en lo que quiere ser para el mundo sino lo que el mundo representa para él. Raskólnikov siempre pensó en que su crimen lo salvaría a él y de paso a la humanidad. En otras palabras, lo que Dostoievski buscaba era hacer del héroe un ser independiente de todo discurso imperante y convertirlo así, en un héroe que no se basaba en la moral de la sociedad sino en su propia moral, y que actuaba bajo sus propias leyes y su propio entendimiento. Esto puede comprenderse también como una intención del autor de situar al héroe como una figura más humana, es decir, con todas las afecciones y raciocinios que lo llevan constantemente a reflexionar sobre las contradicciones que lo aquejan y las acciones que de un modo u otro configuran su personalidad y el rumbo de su destino.
Ahora, este postulado pareciera ser peligroso, pues este pensamiento resulta ser bastante totalitario para el sujeto en el sentido que obrará bajo su verdad y no le va a generar alguna importancia el hecho de contar con las leyes que rigen al mundo actual.
Agregando más consideraciones respecto a la autoconciencia podemos encontrar también que esta pretensión lleva al autor a querer solucionar los dilemas morales desde el mismo hombre y no desde su exterioridad. Esto, se relaciona con la inclinación del autor por el movimiento realista. Sin embargo, dicho realismo resulta ser un realismo completo.[1]
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Por otra parte, encontramos el dialogismo, el cual ya entra a relacionar la autoconsciencia del héroe con las demás consciencias de los personajes. Este elemento se entiende desde la idea de la polifonía en Dostoievski, en el sentido de que a pesar de que cada autoconsciencia posee un discurso que discrepa del otro, cada uno representa el discurso general de la obra. Aquí no se hace mención al discurso del autor ya que como Bajtín lo menciona en varias ocasiones, el discurso del héroe suele verse en contraposición con el discurso del autor debido a la autonomía que Dostoievski le asigna a cada uno de sus personajes.
Sin embargo, en la autoconsciencia del héroe si se encuentra algo que Bajtín denomina microdiálogo.[2] Este concepto nos permite entender los límites a los cuales llega el autor con el fin de crear toda una identidad del héroe enmarcada por su subjetividad y su individualización. Así, el dialogismo y la polifonía no solo se encuentra en un ámbito general de la novela sino que también representa una parte de ese universo que se halla inmerso en las consciencias de los distintos personajes.
Basta con echar un vistazo nuevamente a esta intención de Bajtín de mostrar cómo fue que Dostoievski logró emancipar la figura del héroe que venía siendo condicionada por la tragedia griega y de cómo configuró, con una nueva estructura al héroe mismo y a la literatura con el fin de llevar a este arte a un discurso de individualización mediante la idea de consciencia, la cual lleva una posible pretensión por ver al mundo desde sí y no partiendo desde lo exterior.
[1] Que pretende representar todas las profundidades del alma humana, decía Bajtín.
[2] Entendido como el diálogo interior que realiza el héroe. Aquí, el personaje interioriza toda una diversidad de voces y tonalidades que representan las conciencias ajenas a él.
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