Pensando que se trataba de algún amigo que quería mamar gallo con el nombre de un personaje famoso, contesté que se dejara de bromas y se identificara. A lo que la voz respondió que era en serio, me estaba llamando el célebre autor de La virgen de los sicarios.
Lo saludé emocionado, me dijo que acababa de llegar de Ciudad de México con la misión de investigar sobre la comunidad de inmigrantes colombianos en Nueva York. También me informó que un amigo común le había suministrado mi número telefónico con la recomendación de que hablara conmigo...