El heroísmo homérico y la dimensión política del Mundial de fútbol
Al igual que los dioses y los héroes de la mitología en la antigüedad, los patrocinadores y jugadores del mundial cristalizan hoy los valores de nuestra sociedad. ¿Qué tipo de heroísmo pueden promover las competiciones deportivas?
Gabriela Salazar Ferro
El comienzo de la historia de Occidente fue un comienzo deportivo, pues los primeros Juegos Olímpicos, celebrados en el año 776 a.C., se convirtieron en su hito cronológico desde la antigüedad. Los Juegos Olímpicos de 776 a.C., se inauguraron con el establecimiento de una tregua y, por lo tanto, de un periodo durante el cual las antiguas ciudades griegas se oponían entre sí sin recurrir a la guerra. Cuando Pierre de Couvertin creó en 1896 los juegos modernos, se les dio el mismo objetivo pacificador.
“(...) Por favor, no permitan que el fútbol se vea arrastrado en cada batalla ideológica o política”, escribió Gianni Infantino, presidente de la FIFA, en una carta abierta en noviembre de 2022. La reivindicación del papel pacificador de los acontecimientos deportivos parece seguir vigente en los discursos de los responsables de las grandes instituciones como la FIFA y recuerda a lo que en la antigüedad los romanos llamaban la “viga hermana”.
En tiempos del tercer rey romano Tulio Hostilio tuvo lugar una batalla en la que los romanos lucharon contra los albanos de Alba Longa. Un romano, Horacio, fue llamado a luchar contra los Curiatii que eran tres hermanos albanos. La furia de Horacio le permitió ganar la batalla. Pero de regreso a Roma, Horacio se sintió indignado por la actitud de su hermana, ya que, en lugar de celebrar la victoria de su hermano romano, ésta lloraba la muerte de su amante albano. Fue por esto que Horacio decidió matar a su hermana. La “viga hermana” representó desde entonces en la mito-historia y en Roma un lugar clave, pues el soldado que se llenaba de furia en el espacio militar debía pasar simbólicamente bajo esta viga cuando regresaba a Roma para convertirse de nuevo, dentro de su ciudad, en un ciudadano con actitud mesurada. Bajo la viga, el soldado mataba simbólicamente su valentía militar y se liberaba de la exaltación asesina que lo había animado en el campo de batalla. La furia que los soldados del ejército romano debían tener en las batallas debía obligatoriamente ser evacuada antes de entrar al espacio cívico, pues en éste la furia representaba una amenaza y el riesgo de introducir una agresividad individual inconcebible.
Los partidos entre naciones en el Mundial podrían compararse a esta viga, ya que, se supone, permiten evacuar las tensiones para construir un mundo pacificado. Como la “viga hermana”, los acontecimientos deportivos permiten amortiguar las tensiones que puedan existir sin aniquilar el furor nacional. Ya sea hoy o en la antigüedad, estos acontecimientos son el reflejo de la sociedad que los instaura y de su sistema de pensamiento. Parecen tener una dimensión mitológica, ya que ponen en primer plano a “dioses” y héroes representativos de cada época que pueden inspirar, castigar o condicionar, al igual que lo hicieron los dioses durante la guerra de Troya.
La guerra de Troya es el relato mitológico más famoso. Cuenta la historia de una guerra iniciada por los dioses durante la cual la intervención de Zeus, Atenea, Apolo, Poseidón y Afrodita determina la secuencia de acontecimientos, ya que el destino de los héroes griegos y troyanos depende en parte de la voluntad de estos dioses. Es así como Héctor fue salvado por Apolo y mientras que Aquiles era el protegido de Atenea, Paris era el de Afrodita. El apoyo o el odio que estos dioses sentían por los héroes no escandalizaba a los griegos que oían el relato. Hoy, la participación de las grandes marcas en los acontecimientos deportivos puede compararse al apoyo de los dioses olímpicos, pues, como la intervención de éstos determinó las acciones de los héroes griegos y troyanos, el papel de los patrocinadores condiciona la suerte de los jugadores. Hoy, el espacio en donde se destacan hazañas cada vez más heroicas, por ser individuales, se ha convertido en el escenario de una competición entre patrocinadores, los nuevos “dioses” de nuestra sociedad. El apoyo financiero a individuos que, se supone, juegan colectivamente se ha convertido en una normalidad y estos individuos se han convertido en nuestros héroes.
¿Puede aún este heroísmo ser innovador? Como los héroes de la guerra de Troya, los futbolistas que hoy representan a sus países en el mundial deben llevar tanto la furia para ganar como la mesura (o el juego limpio) para evitar tensiones. También tienen cualidades y defectos como los héroes homéricos. Messi podría compararse así a Aquiles, el mejor guerrero que, sin embargo, puede dejarse llevar por la ira y mostrar una actitud inadecuada, o desmedida, en el campo, con el riesgo de poner en peligro a su equipo. La presencia de estrellas como Mbappé parece actuar como la armadura de Aquiles, que bastaba por sí sola para ahuyentar a los enemigos troyanos cuando la llevaba Patroclo, pero nunca representó un “escudo”mágico que garantizara la victoria. La resistencia de la Croacia de Modric podría ser la representación moderna de la resistencia de Ajax, el inagotable héroe griego, y hubiéramos podido ver que, como hizo Odiseo para la victoria griega, Bounou lograra convertir su arte en una estrategia imparable que hubiera puesto a Marruecos en el podio del Mundial.
Nuestro sistema de pensamiento se ha impregnado de laimportancia de estos nuevos héroes, pero ¿debería limitarse su papel a ejecutar los anuncios de los dioses financieros y a exhibir las proezas físicas en el campo? ¿Es suficiente el papel pacificador que se ha querido otorgar a las competiciones para que los héroes del deporte sean hoy apolíticos? Tras los llamados al boicot de un Mundial en cuya organización confluyen todas las aberraciones políticas, sociales y ecológicas de nuestro mundo, nos atrevemos a esperar que, como hicieron algunos al principio del acontecimiento, los héroes del campo se conviertan, a través de sus acciones, en el caballo de Troya de un modelo neoliberal hipócrita que se ha apoderado de nuestras pasiones.
El comienzo de la historia de Occidente fue un comienzo deportivo, pues los primeros Juegos Olímpicos, celebrados en el año 776 a.C., se convirtieron en su hito cronológico desde la antigüedad. Los Juegos Olímpicos de 776 a.C., se inauguraron con el establecimiento de una tregua y, por lo tanto, de un periodo durante el cual las antiguas ciudades griegas se oponían entre sí sin recurrir a la guerra. Cuando Pierre de Couvertin creó en 1896 los juegos modernos, se les dio el mismo objetivo pacificador.
“(...) Por favor, no permitan que el fútbol se vea arrastrado en cada batalla ideológica o política”, escribió Gianni Infantino, presidente de la FIFA, en una carta abierta en noviembre de 2022. La reivindicación del papel pacificador de los acontecimientos deportivos parece seguir vigente en los discursos de los responsables de las grandes instituciones como la FIFA y recuerda a lo que en la antigüedad los romanos llamaban la “viga hermana”.
En tiempos del tercer rey romano Tulio Hostilio tuvo lugar una batalla en la que los romanos lucharon contra los albanos de Alba Longa. Un romano, Horacio, fue llamado a luchar contra los Curiatii que eran tres hermanos albanos. La furia de Horacio le permitió ganar la batalla. Pero de regreso a Roma, Horacio se sintió indignado por la actitud de su hermana, ya que, en lugar de celebrar la victoria de su hermano romano, ésta lloraba la muerte de su amante albano. Fue por esto que Horacio decidió matar a su hermana. La “viga hermana” representó desde entonces en la mito-historia y en Roma un lugar clave, pues el soldado que se llenaba de furia en el espacio militar debía pasar simbólicamente bajo esta viga cuando regresaba a Roma para convertirse de nuevo, dentro de su ciudad, en un ciudadano con actitud mesurada. Bajo la viga, el soldado mataba simbólicamente su valentía militar y se liberaba de la exaltación asesina que lo había animado en el campo de batalla. La furia que los soldados del ejército romano debían tener en las batallas debía obligatoriamente ser evacuada antes de entrar al espacio cívico, pues en éste la furia representaba una amenaza y el riesgo de introducir una agresividad individual inconcebible.
Los partidos entre naciones en el Mundial podrían compararse a esta viga, ya que, se supone, permiten evacuar las tensiones para construir un mundo pacificado. Como la “viga hermana”, los acontecimientos deportivos permiten amortiguar las tensiones que puedan existir sin aniquilar el furor nacional. Ya sea hoy o en la antigüedad, estos acontecimientos son el reflejo de la sociedad que los instaura y de su sistema de pensamiento. Parecen tener una dimensión mitológica, ya que ponen en primer plano a “dioses” y héroes representativos de cada época que pueden inspirar, castigar o condicionar, al igual que lo hicieron los dioses durante la guerra de Troya.
La guerra de Troya es el relato mitológico más famoso. Cuenta la historia de una guerra iniciada por los dioses durante la cual la intervención de Zeus, Atenea, Apolo, Poseidón y Afrodita determina la secuencia de acontecimientos, ya que el destino de los héroes griegos y troyanos depende en parte de la voluntad de estos dioses. Es así como Héctor fue salvado por Apolo y mientras que Aquiles era el protegido de Atenea, Paris era el de Afrodita. El apoyo o el odio que estos dioses sentían por los héroes no escandalizaba a los griegos que oían el relato. Hoy, la participación de las grandes marcas en los acontecimientos deportivos puede compararse al apoyo de los dioses olímpicos, pues, como la intervención de éstos determinó las acciones de los héroes griegos y troyanos, el papel de los patrocinadores condiciona la suerte de los jugadores. Hoy, el espacio en donde se destacan hazañas cada vez más heroicas, por ser individuales, se ha convertido en el escenario de una competición entre patrocinadores, los nuevos “dioses” de nuestra sociedad. El apoyo financiero a individuos que, se supone, juegan colectivamente se ha convertido en una normalidad y estos individuos se han convertido en nuestros héroes.
¿Puede aún este heroísmo ser innovador? Como los héroes de la guerra de Troya, los futbolistas que hoy representan a sus países en el mundial deben llevar tanto la furia para ganar como la mesura (o el juego limpio) para evitar tensiones. También tienen cualidades y defectos como los héroes homéricos. Messi podría compararse así a Aquiles, el mejor guerrero que, sin embargo, puede dejarse llevar por la ira y mostrar una actitud inadecuada, o desmedida, en el campo, con el riesgo de poner en peligro a su equipo. La presencia de estrellas como Mbappé parece actuar como la armadura de Aquiles, que bastaba por sí sola para ahuyentar a los enemigos troyanos cuando la llevaba Patroclo, pero nunca representó un “escudo”mágico que garantizara la victoria. La resistencia de la Croacia de Modric podría ser la representación moderna de la resistencia de Ajax, el inagotable héroe griego, y hubiéramos podido ver que, como hizo Odiseo para la victoria griega, Bounou lograra convertir su arte en una estrategia imparable que hubiera puesto a Marruecos en el podio del Mundial.
Nuestro sistema de pensamiento se ha impregnado de laimportancia de estos nuevos héroes, pero ¿debería limitarse su papel a ejecutar los anuncios de los dioses financieros y a exhibir las proezas físicas en el campo? ¿Es suficiente el papel pacificador que se ha querido otorgar a las competiciones para que los héroes del deporte sean hoy apolíticos? Tras los llamados al boicot de un Mundial en cuya organización confluyen todas las aberraciones políticas, sociales y ecológicas de nuestro mundo, nos atrevemos a esperar que, como hicieron algunos al principio del acontecimiento, los héroes del campo se conviertan, a través de sus acciones, en el caballo de Troya de un modelo neoliberal hipócrita que se ha apoderado de nuestras pasiones.