“El que diga que no ha sido víctima del ego está mintiendo”: Felipe Bayón
El también exdirector ejecutivo de Ecopetrol reflexionó sobre lo que ha sido su experiencia como líder en el mundo empresarial y cómo lo laboral ha influido en su vida personal.
¿Cuál es el aporte que le puede dar usted, siendo un hombre, a la fundación She Is, enfocada en las mujeres?
Hay que pensar que el tema de diversidad e inclusión no es exclusivo de género. Aquí tenemos que ver temas de orientación sexual, procedencia geográfica, etnias, minorías, desplazamiento por conflictos, personas en condición de discapacidad, etc. Es reconocernos desde nuestras diferencias y entender que cada uno de nosotros aporta cosas que, posiblemente, el otro no puede aportar. En la manera en que trabajemos de forma conjunta, podemos lograr mucho más. Cuando uno está en una organización busca tener a las personas indicadas para el cargo, pero eso no quiere decir que uno llegue sabiéndolo todo. Desde ese punto de vista, recibí una invitación de la Fundación She Is y, además de estar agradecido por la oportunidad, creí que podía aportar algunas cosas.
¿Cómo fue dar ese salto de Ecopetrol a una fundación? ¿Qué le aportó su experiencia en el anterior cargo al que ocupa actualmente?
La fundación es una de las cosas que hago, pero tiene un espacio muy especial porque es precisamente tocar gente y ayudar en esa transformación. En Ecopetrol estuve siete años y salí hace año y medio. Allí montamos el programa de diversidad e inclusión que no existía antes y nos enfocamos en buscar que las personas estuvieran plenas. A donde quiera que vaya, llego con la claridad de que la diversidad y la inclusión son temas mucho más amplios que el género. Esto es algo fundamental para las organizaciones y así lo entendimos en Ecopetrol: quisimos tener a la mejor gente para que estuviera comprometida y motivada y para eso era importante empezar por el reconocimiento de que éramos distintos y podíamos aportar desde diferentes experiencias.
Los cargos que ha ocupado le han enseñado sobre liderazgo, pero ¿qué no le gusta de ser líder?
Todos somos líderes y uno tiene que decidir si quiere hacerlo o no, es algo muy personal. No hay una definición exacta sobre liderar, creo que cada persona tiene que definir su estilo de liderazgo, con lo que se siente cómodo. También hay que reconocer que uno se equivoca, eso pasa muy a menudo, y que uno es vulnerable. Ser líder no quiere decir que uno no tenga malos momentos. Hay que reconocer que uno no tiene todas las respuestas y que se puede levantar la mano y pedir ayuda. Hay que ganarse el respeto de los demás, eso no se puede exigir. Otra cosa: rodearse bien y nunca dejar de perseguir el propósito es algo fundamental. Finalmente, hay que entender que el ego es un muy mal consejero.
Menciona que un buen líder debe reconocer que es vulnerable: ¿cómo llega a ese planteamiento cuando vive en un mundo que a veces interpreta esa vulnerabilidad como debilidad?
Uno tiene que reconocer que mete las de caminar, que se equivoca y que uno no tiene toda la información. Por lo tanto, es importante reconocerlo y pedir ayuda. El líder no es el que solo habla, es el que escucha, aprende y construye puentes. Y aunque uno no llega a una empresa buscando hacer amigos, resulta haciéndolos, porque hay una posibilidad de dialogar y escucharse.
Otro elemento que mencionó es el ego como mal consejero. ¿Cree que ha sido víctima de eso?
Claro que sí; el que diga que no, está mintiendo. Hay momentos en los que uno toma decisiones y después se percata de que había que parar y reflexionar. Yo tengo la teoría de que cuando uno se engancha con alguien, el que termina perdiendo es uno, porque a veces ni siquiera le importa a la otra persona, pero uno sí se carga de energía negativa, de mala vibra, y eso no tiene sentido.
En su vida laboral usted se ocupa de tomar decisiones, ¿también le es fácil tomarlas cuando se trata de temas personales?
Uno quisiera, en la medida de lo posible, tener toda la información y el tiempo del mundo para tomar una decisión, pero a veces la vida no nos permite eso, sobre todo, si hay una crisis o una emergencia y hay que reaccionar rápido. Si uno va persiguiendo la crisis de atrás nunca la alcanza. La experiencia me ha servido para tomar decisiones con más elementos de juicio y para buscar ayuda cuando hay que hacerlo, porque a veces da pena. Ahora, hay que entender que a veces está uno muy solo porque la decisión depende de uno; aunque quisiera que otros tomarán esa determinación, y eso hace parte de la responsabilidad que se asume en el ámbito que sea.
¿Qué cosa le gustaría cambiar del mundo empresarial?
A veces vemos las empresas como el enemigo: creemos que son el generador de problemas, pero yo creo que de ellas salen oportunidades y transformación. Sin embargo, opino que sí deben mostrar eso bueno que tienen sin ser arrogantes, creídos o petulantes. Hay que buscar la manera de ser más cercanos y dejar de proyectarse como una cosa abstracta.
¿Cuál es el aporte que le puede dar usted, siendo un hombre, a la fundación She Is, enfocada en las mujeres?
Hay que pensar que el tema de diversidad e inclusión no es exclusivo de género. Aquí tenemos que ver temas de orientación sexual, procedencia geográfica, etnias, minorías, desplazamiento por conflictos, personas en condición de discapacidad, etc. Es reconocernos desde nuestras diferencias y entender que cada uno de nosotros aporta cosas que, posiblemente, el otro no puede aportar. En la manera en que trabajemos de forma conjunta, podemos lograr mucho más. Cuando uno está en una organización busca tener a las personas indicadas para el cargo, pero eso no quiere decir que uno llegue sabiéndolo todo. Desde ese punto de vista, recibí una invitación de la Fundación She Is y, además de estar agradecido por la oportunidad, creí que podía aportar algunas cosas.
¿Cómo fue dar ese salto de Ecopetrol a una fundación? ¿Qué le aportó su experiencia en el anterior cargo al que ocupa actualmente?
La fundación es una de las cosas que hago, pero tiene un espacio muy especial porque es precisamente tocar gente y ayudar en esa transformación. En Ecopetrol estuve siete años y salí hace año y medio. Allí montamos el programa de diversidad e inclusión que no existía antes y nos enfocamos en buscar que las personas estuvieran plenas. A donde quiera que vaya, llego con la claridad de que la diversidad y la inclusión son temas mucho más amplios que el género. Esto es algo fundamental para las organizaciones y así lo entendimos en Ecopetrol: quisimos tener a la mejor gente para que estuviera comprometida y motivada y para eso era importante empezar por el reconocimiento de que éramos distintos y podíamos aportar desde diferentes experiencias.
Los cargos que ha ocupado le han enseñado sobre liderazgo, pero ¿qué no le gusta de ser líder?
Todos somos líderes y uno tiene que decidir si quiere hacerlo o no, es algo muy personal. No hay una definición exacta sobre liderar, creo que cada persona tiene que definir su estilo de liderazgo, con lo que se siente cómodo. También hay que reconocer que uno se equivoca, eso pasa muy a menudo, y que uno es vulnerable. Ser líder no quiere decir que uno no tenga malos momentos. Hay que reconocer que uno no tiene todas las respuestas y que se puede levantar la mano y pedir ayuda. Hay que ganarse el respeto de los demás, eso no se puede exigir. Otra cosa: rodearse bien y nunca dejar de perseguir el propósito es algo fundamental. Finalmente, hay que entender que el ego es un muy mal consejero.
Menciona que un buen líder debe reconocer que es vulnerable: ¿cómo llega a ese planteamiento cuando vive en un mundo que a veces interpreta esa vulnerabilidad como debilidad?
Uno tiene que reconocer que mete las de caminar, que se equivoca y que uno no tiene toda la información. Por lo tanto, es importante reconocerlo y pedir ayuda. El líder no es el que solo habla, es el que escucha, aprende y construye puentes. Y aunque uno no llega a una empresa buscando hacer amigos, resulta haciéndolos, porque hay una posibilidad de dialogar y escucharse.
Otro elemento que mencionó es el ego como mal consejero. ¿Cree que ha sido víctima de eso?
Claro que sí; el que diga que no, está mintiendo. Hay momentos en los que uno toma decisiones y después se percata de que había que parar y reflexionar. Yo tengo la teoría de que cuando uno se engancha con alguien, el que termina perdiendo es uno, porque a veces ni siquiera le importa a la otra persona, pero uno sí se carga de energía negativa, de mala vibra, y eso no tiene sentido.
En su vida laboral usted se ocupa de tomar decisiones, ¿también le es fácil tomarlas cuando se trata de temas personales?
Uno quisiera, en la medida de lo posible, tener toda la información y el tiempo del mundo para tomar una decisión, pero a veces la vida no nos permite eso, sobre todo, si hay una crisis o una emergencia y hay que reaccionar rápido. Si uno va persiguiendo la crisis de atrás nunca la alcanza. La experiencia me ha servido para tomar decisiones con más elementos de juicio y para buscar ayuda cuando hay que hacerlo, porque a veces da pena. Ahora, hay que entender que a veces está uno muy solo porque la decisión depende de uno; aunque quisiera que otros tomarán esa determinación, y eso hace parte de la responsabilidad que se asume en el ámbito que sea.
¿Qué cosa le gustaría cambiar del mundo empresarial?
A veces vemos las empresas como el enemigo: creemos que son el generador de problemas, pero yo creo que de ellas salen oportunidades y transformación. Sin embargo, opino que sí deben mostrar eso bueno que tienen sin ser arrogantes, creídos o petulantes. Hay que buscar la manera de ser más cercanos y dejar de proyectarse como una cosa abstracta.