El Espectador: en defensa de la poesía
El Espectador celebra esta semana 135 años. Por el Día Mundial de la Poesía, que se festeja mañana, recordamos a poetas que han pasado por este diario, enriqueciendo y complementando el periodismo con sus versos y convicciones.
Andrés Osorio Guillott
Salir en defensa de la poesía, como dice el título del libro de Percy Bysshe Shelley, porque de ella emergen epifanías. Defender la poesía en la prensa y el periodismo en general para recordar que las historias pueden ser narradas desde otros ángulos y esos ángulos pueden llevarnos a abrir puertas y encontrar otros mundos que a priori no habíamos imaginado al momento de leer un periódico en las mañanas. Defender la poesía como lo ha hecho El Espectador, que celebra esta semana 135 años, y defenderla es permitir que por sus páginas hayan pasado poetas que hicieron parte de la redacción, que colaboraron en alguna ocasión o que resultaron siendo columnistas de opinión.
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Salir en defensa de la poesía, como dice el título del libro de Percy Bysshe Shelley, porque de ella emergen epifanías. Defender la poesía en la prensa y el periodismo en general para recordar que las historias pueden ser narradas desde otros ángulos y esos ángulos pueden llevarnos a abrir puertas y encontrar otros mundos que a priori no habíamos imaginado al momento de leer un periódico en las mañanas. Defender la poesía como lo ha hecho El Espectador, que celebra esta semana 135 años, y defenderla es permitir que por sus páginas hayan pasado poetas que hicieron parte de la redacción, que colaboraron en alguna ocasión o que resultaron siendo columnistas de opinión.
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Hablar de El Espectador por su aniversario y de la poesía por ser hoy el día en que se conmemora este arte que eleva el lenguaje y con él las reflexiones que surjan de sus versos. Rememorar a Porfirio Barba Jacob, por ejemplo, que fue jefe de redacción de este diario en la segunda mitad de la década de 1920. Poemas en el suplemento literario del medio y un reportaje sobre un duende que perseguía a una niña son ejemplos del paso del escritor Miguel Ángel Osorio Benítez, su verdadero nombre. De él se recuerda constantemente el poema “Canción de la vida profunda”, cuyos versos iniciales son: “Hay días en que somos tan móviles, tan móviles, / como las leves briznas al viento y al azar. / Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe. / La vida es clara, undívaga y abierta como un mar”.
En la página literaria llamada Fin de Semana, creada por Eduardo Zalamea Borda, subdirector de El Espectador en la década de 1940, publicó Álvaro Mutis, novelista y poeta bogotano. En este mismo espacio, que salía los sábados, fue donde García Márquez presentó “La tercera resignación”, primer cuento del aquel entonces periodista del diario y años después Premio Nobel de Literatura.
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Pasaron también Juan Manuel Roca como coordinador editorial del Magazín Dominical entre 1987 y finales de los 90 en compañía de Marisol Cano y Fernando Garavito, quien fue director del mismo suplemento cultural entre 1999 y el año 2000, así como Francisco González, ahora director de la Fundación Armando Armero, quien fue editor de la sección de cultura de El Espectador.
Desde dentro complementaron el ejercicio periodístico con la poesía, pero también ha habido casos de poetas que escribieron a manera de colaboración para El Espectador. En la época en la que Roca coordinaba los contenidos del Magazín, poetas como Héctor Rojas Herazo y Mario Rivero aportaban constantemente con su pluma.
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En la actualidad, El Espectador tiene dos columnistas que son a su vez referentes de la poesía colombiana: Piedad Bonnett y William Ospina. Ambos publican cada domingo sus textos de opinión, que muchas veces se convierten en espacios de reflexión o en historias que invitan justamente a repensar el mundo y el tiempo que habitamos y al que asistimos.
Dice precisamente William Ospina en el prólogo de su antología poética, publicada por Lumen: “Pero nadie aprende a hacer poesía: solo podemos aprender a escuchar esa voz que no se sabe si está en la mente o en el viento. Cada vez volvemos a ignorar cómo se hace el poema, cada vez tenemos que volver a aprender. Paul Válery decía que no es el poeta el que hace al poema, sino el poema el que hace al poeta. Que no hay un ser llamado poeta, favorecido por el curioso don de que todo lo que escribe sea poesía, sino que hay poemas que convierten (bien fugazmente) en poeta a quien los escribe. Por eso hasta los autores de los versos más sublimes pueden perder el don, y hacer naderías. Por eso, hasta los más tenues cantores pueden alcanzar, así sea por un instante, su día y su dios”.
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También lo decía Jaime Sabines: “La poesía ocurre como un accidente, un atropello, un enamoramiento, un crimen; ocurre diariamente, a solas, cuando el corazón del hombre se pone a pensar en la vida”.
Que existan poetas en la prensa, que haya poesía en las páginas impresas y en los artículos de internet. Que los Barba Jacob, Juan Manuel Roca, Piedad Bonnett o William Ospina se multipliquen e inspiren a otros a ser osados, porque la poesía requiere cierto grado de rebeldía para vencer el temor de verla como un arte inalcanzable, y para defenderla ante los que señalan con el dedo burlón desde la otra orilla con sarcasmo “ahí están los poetas”, queriendo decir que son los lunáticos que viven otra realidad. Y defender la poesía porque ahí también está la literatura, la crónica, porque habría que volver una y otra vez a la primera página de El Espectador, que fue publicada el 22 de marzo de 1887, donde decía que este es un “periódico político, literario, noticioso e industrial” y recordar que desde sus orígenes se abrió la posibilidad de narrar historias con ese sentido literario o poético, dando así voz a autores que vieron en el periodismo una puerta para la imaginación, pues, de paso, hay que decir que si algo reivindica la poesía es el hecho de imaginar, a tal punto que es posible detonar la realidad y el lenguaje, de explorar ambos mundos y otorgarles otros sentidos.
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Celebrar la poesía y la permanencia de ella en El Espectador porque ahí hay una trinchera para creer en lo imposible o inverosímil. Seguir encontrando artículos o columnas con algo de poesía, o encontrar en ediciones como las de este festivo poemas en el Magazín para conocer nuevas voces y reconocer el valor de los que no le temen a la franja lunática.