Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Usted es directora de la fundación TAAP. ¿De qué se trata ese proyecto?
Es una organización que se ocupa de promover la paz y el bienestar utilizando herramientas artísticas y emprendimiento creativo junto con neurociencia. Tenemos ya 16 años de trabajo en Latinoamérica y en 14 países de otros continentes. En Colombia, estamos creando el primer hard summit de sostenibilidad y bienestar para empresas.
¿Cómo se relaciona la neurociencia con el emprendimiento?
Los emprendedores requieren desarrollar habilidades más allá del conocimiento de lo que implica tener una empresa, como, por ejemplo, la comunicación, la capacidad para solucionar problemas o para relacionarse con los demás. Esas son destrezas que se aprenden con la neurociencia. Hemos trabajado en comunidades que han sido víctimas de violencia y utilizamos la neurociencia para que ellos puedan superar sus traumas y ejercitar su pensamiento lateral a través de las artes: video, pintura, fotografía... Herramientas amables para hablar con todo tipo de comunidades, que son efectivas para el desarrollo de la neuroplasticidad en el cerebro.
¿Cómo funcionan estos emprendimientos?
Por ejemplo, en la población de Condoto, en Chocó, tenemos un centro de arte y cultura que creamos junto con la alcaldía y los jóvenes de la comunidad que se llama Ubuntu, un lugar donde los niños han hecho estos talleres. A medida que se van entrenando empiezan a desarrollar sus propios emprendimientos. Hoy en día tenemos jóvenes con sus propios proyectos de video, fotografía, baile y música. Hemos trabajado en Bogotá, en Ciudad Bolívar y San Luis con madres que han sido víctimas de violencia y que a través de las artes aprenden a desarrollar emprendimientos creativos. Después de pasar por el proceso artístico y por el desarrollo de sus habilidades, ellos escogen el emprendimiento que van a desarrollar según lo que funciona en sus realidades.
¿Cómo surgió su interés por trabajar en el emprendimiento creativo y en la promoción de la paz?
Bueno, yo fundé mi primera empresa a los 20 años y quebró muy rápido. Inmediatamente me formé como empresaria y después de cinco años y de que la empresa se hizo regional en Latinoamérica, sufrí un tema de salud y eso me hizo pensar mucho en qué es el bienestar y qué era lo importante cuando tú eres emprendedor, si lo importante es hacer dinero, escalar tu emprendimiento o si había algo más. Así fui descubriendo cómo la salud mental es primordial para un emprendedor, cómo impacta haber vivido un trauma, cómo podemos tener una mejor relación con la comunidad donde estamos si aprendemos a manejar nuestras emociones y a relacionarnos de formas distintas. Cuando conocí a mi esposo, que es artista plástico, empezamos a trabajar con un grupo de especialistas para desarrollar la metodología de nuestra fundación. Todo viene de una experiencia personal y de tratar de buscar mi bienestar y el de otras personas.
¿Cómo fue su experiencia como embajadora de paz para ONU?
Yo formé parte de un grupo que se llama la Red por la Paz, un grupo que fue creado en Venezuela cuando el índice de homicidios empezó a crecer de forma dramática. Y como parte de ese grupo, fuimos reconocidos por la ONU como embajadores de paz para la región. Eso me permitió vincular el emprendimiento con la paz. Hay una cosa que para mí es muy importante, y es que tú no puedes hablar de paz y disminución de violencia cuando en las comunidades hay trauma, no hay mecanismos de generación de ingresos ni de disminuir los patrones de violencia.
¿A qué se enfrenta una mujer cuando se dedica al emprendimiento?
Bueno, te enfrentas a muchísimas cosas. Primero, a ti y a tu síndrome del impostor que siempre te está diciendo: “¿Será que sí puedo? ¿Lo voy a lograr? ¿Voy a conseguir los fondos?”; pero también al prejuicio de los demás por no tener todo el tiempo para tus hijos. Hoy en día mis hijas están grandes y son completamente felices, así que siento que hice lo que tenía que hacer; finalmente, te enfrentas a las historias de todas las personas que conoces en comunidades, pero aprendes a escuchar sin juzgar y a ser empático. Este trabajo es un propósito.
¿Qué consejo le daría a alguien que quiera seguir una carrera en el desarrollo social?
Que entienda las cosas que le afectan y cómo trabajarlas. El trabajo personal es muy importante. El emprendimiento, sobre todo el social, es resiliencia, es saber que vas a encontrar retos todos los días, pero este propósito que siempre es más grande que tú te va a hacer agradecer las experiencias que tienes cada día. Y en paralelo tienes que estudiar, formarte, entender qué es acción con daño y por qué no se puede ir a las comunidades a hacer cierto tipo de programas, etc.