Manolo Bellon: “La música es una terapia que alimenta el alma”
El disc jockey habló para El Espectador sobre sus experiencias, su trayectoria en la radio y cómo dedicó varios años a recopilar y explorar archivos para narrar las historias que rodean a distintas figuras del mundo de la música en su nuevo libro: “Conspiraciones, leyendas y mitos en la historia de la música”.
Diana Camila Eslava
Su nuevo libro es una investigación sobre las historias de distintos músicos a lo largo del tiempo. Cuéntenos más acerca de este trabajo.
El libro es una investigación que hice durante varios años, en los que leí muchos textos e investigué archivos de prensa, tratando de encontrar información balanceada, distintas opiniones sobre las conspiraciones, los mitos o leyendas de figuras destacadas. Y hablo de artistas que van desde Mozart y Paganini, pasando por Juan Gabriel, Selena, Robert Johnson, Taylor Swift, Beyoncé, Rolling Stones, Beatles, The Doors, en fin.
¿En qué momento y cómo comenzó a nacer este libro?
Esto viene de muchos años atrás. Hablo del tiempo anterior a las redes sociales. La gente me llamaba, me preguntaba, me escribía: “¿es cierto que Elvis Presley está vivo? ¿O que Paul McCartney murió y lo reemplazó un doble? Y en 2019 se me ocurrió que sería bueno contar esto y convertirlo en un libro. Y en la medida en que fui investigando, la idea creció.
¿Nos podría contar alguna historia que le haya resonado?
Por ejemplo, cuando hice la investigación estaba recién presentada la película “Paganini”, la cual relata la vida del músico Niccolò Paganini y la supuesta venta de su alma al demonio, según dicen, por la forma tan particular en que tocaba el violín. Hay también anécdotas risibles, como cuando dicen que los integrantes de la banda Kiss son demonios por el maquillaje que usan, pero realmente son gatos, no figuras demoníacas.
Cuando los oyentes lo buscan para hacerle todo este tipo de consultas, es por que su voz y su trayectoria generan confianza. ¿Usted qué piensa cuando eso le pasa?
Es algo que no deja de sorprenderme. Ese es un don por el que yo doy gracias a Dios todos los días. El hecho de que yo haya podido mantener una carrera de 55 años y que, de alguna forma, pueda ser relevante para personas, no solamente de mi edad, sino de todas las épocas, es algo que me sobrecoge siempre.
¿Cómo se inició su camino como locutor y cómo comenzó su gusto por la música?
La música me acompaña, prácticamente, desde que nací: mi mamá cantaba, mi papá tocaba el piano y, en la casa, siempre se escuchaban clásicos, en su gran mayoría Chopin, Schubert, Bach, Mozart y Beethoven. Los escuchábamos en la radio y fue con ellos que me crié. Después llegó el rock and roll, y eso me transformó. Durante los años 60 empecé a coleccionar discos, hice recortes de prensa, pero no solamente de prensa local, sino que a través de mis amigos de la comunidad americana, recopilé periódicos y revistas de Estados Unidos. En 1969 llegué a la radio y el primer día que me paré frente a un micrófono supe lo que era el amor a primera vista. Y es un amor que no termina.
A veces es un reto enfrentarse al público, y como locutor lo tiene que hacer todo el tiempo… ¿Cómo ha vivido esa experiencia?
Comencé de forma espontánea. No pensé: “Me voy a enfrentar al público”, simplemente me paré frente a un micrófono y comencé a hablar. Fue el locutor Édgar Restrepo Caro quien me llevó a Radio 15. En ese entonces no dimensioné que estaba hablando con gente. Un día me fui al centro, me subí a un bus y el conductor tenía sintonizado mi programa. Estaba absolutamente convencido de que todo el mundo me estaba mirando y no aguanté y me bajé del bus porque no lo soporté. Con el tiempo uno se va acostumbrando a que la gente lo escuche y exprese su cariño.
La música de ahora es muy distinta a la que conoció en sus inicios. ¿Cuál es su opinión sobre el panorama musical en la actualidad?
El hecho es que hoy en día hay una avalancha de información musical, de artistas. En otras épocas, lo que no era producido por una disquera no podía conocerse. Hoy en día, con las facilidades que hay para grabar canciones y subirlas a una plataforma, es más fácil ser escuchados. Hay fenómenos absolutamente apasionantes como el de Taylor Swift, que es la mujer más importante de la industria musical, al punto de que, si ella hoy decide lanzarse a la Presidencia de Estados Unidos, no tengo ninguna duda de que lo logra. Las redes tienen que ver mucho con eso.
¿Qué le gusta escuchar en este momento? ¿Qué artista o agrupación lo sana?
Me alegra esa palabra: “Sanar”. Cuando uno escucha música, está es una terapia. Es una terapia que alimenta el alma, que alimenta el espíritu. De repente, en estos días, me dio por escuchar a Bert Kaempfert en un álbum de 1962 que se llama A Swingin’ Safari. Pero no puedo hablar de un artista o de una canción. Es esa locura de amanecer con una canción en la cabeza y acostarse con otra.
Si quisiera explicarle a una persona por qué es importante la música como arte, ¿qué le diría?
La música es algo que brota de adentro, de la creatividad y la mente de una persona. La música en ese estado puro es absolutamente maravillosa. La música en su estado puro es el gran alimento del espíritu de los seres humanos.
Su nuevo libro es una investigación sobre las historias de distintos músicos a lo largo del tiempo. Cuéntenos más acerca de este trabajo.
El libro es una investigación que hice durante varios años, en los que leí muchos textos e investigué archivos de prensa, tratando de encontrar información balanceada, distintas opiniones sobre las conspiraciones, los mitos o leyendas de figuras destacadas. Y hablo de artistas que van desde Mozart y Paganini, pasando por Juan Gabriel, Selena, Robert Johnson, Taylor Swift, Beyoncé, Rolling Stones, Beatles, The Doors, en fin.
¿En qué momento y cómo comenzó a nacer este libro?
Esto viene de muchos años atrás. Hablo del tiempo anterior a las redes sociales. La gente me llamaba, me preguntaba, me escribía: “¿es cierto que Elvis Presley está vivo? ¿O que Paul McCartney murió y lo reemplazó un doble? Y en 2019 se me ocurrió que sería bueno contar esto y convertirlo en un libro. Y en la medida en que fui investigando, la idea creció.
¿Nos podría contar alguna historia que le haya resonado?
Por ejemplo, cuando hice la investigación estaba recién presentada la película “Paganini”, la cual relata la vida del músico Niccolò Paganini y la supuesta venta de su alma al demonio, según dicen, por la forma tan particular en que tocaba el violín. Hay también anécdotas risibles, como cuando dicen que los integrantes de la banda Kiss son demonios por el maquillaje que usan, pero realmente son gatos, no figuras demoníacas.
Cuando los oyentes lo buscan para hacerle todo este tipo de consultas, es por que su voz y su trayectoria generan confianza. ¿Usted qué piensa cuando eso le pasa?
Es algo que no deja de sorprenderme. Ese es un don por el que yo doy gracias a Dios todos los días. El hecho de que yo haya podido mantener una carrera de 55 años y que, de alguna forma, pueda ser relevante para personas, no solamente de mi edad, sino de todas las épocas, es algo que me sobrecoge siempre.
¿Cómo se inició su camino como locutor y cómo comenzó su gusto por la música?
La música me acompaña, prácticamente, desde que nací: mi mamá cantaba, mi papá tocaba el piano y, en la casa, siempre se escuchaban clásicos, en su gran mayoría Chopin, Schubert, Bach, Mozart y Beethoven. Los escuchábamos en la radio y fue con ellos que me crié. Después llegó el rock and roll, y eso me transformó. Durante los años 60 empecé a coleccionar discos, hice recortes de prensa, pero no solamente de prensa local, sino que a través de mis amigos de la comunidad americana, recopilé periódicos y revistas de Estados Unidos. En 1969 llegué a la radio y el primer día que me paré frente a un micrófono supe lo que era el amor a primera vista. Y es un amor que no termina.
A veces es un reto enfrentarse al público, y como locutor lo tiene que hacer todo el tiempo… ¿Cómo ha vivido esa experiencia?
Comencé de forma espontánea. No pensé: “Me voy a enfrentar al público”, simplemente me paré frente a un micrófono y comencé a hablar. Fue el locutor Édgar Restrepo Caro quien me llevó a Radio 15. En ese entonces no dimensioné que estaba hablando con gente. Un día me fui al centro, me subí a un bus y el conductor tenía sintonizado mi programa. Estaba absolutamente convencido de que todo el mundo me estaba mirando y no aguanté y me bajé del bus porque no lo soporté. Con el tiempo uno se va acostumbrando a que la gente lo escuche y exprese su cariño.
La música de ahora es muy distinta a la que conoció en sus inicios. ¿Cuál es su opinión sobre el panorama musical en la actualidad?
El hecho es que hoy en día hay una avalancha de información musical, de artistas. En otras épocas, lo que no era producido por una disquera no podía conocerse. Hoy en día, con las facilidades que hay para grabar canciones y subirlas a una plataforma, es más fácil ser escuchados. Hay fenómenos absolutamente apasionantes como el de Taylor Swift, que es la mujer más importante de la industria musical, al punto de que, si ella hoy decide lanzarse a la Presidencia de Estados Unidos, no tengo ninguna duda de que lo logra. Las redes tienen que ver mucho con eso.
¿Qué le gusta escuchar en este momento? ¿Qué artista o agrupación lo sana?
Me alegra esa palabra: “Sanar”. Cuando uno escucha música, está es una terapia. Es una terapia que alimenta el alma, que alimenta el espíritu. De repente, en estos días, me dio por escuchar a Bert Kaempfert en un álbum de 1962 que se llama A Swingin’ Safari. Pero no puedo hablar de un artista o de una canción. Es esa locura de amanecer con una canción en la cabeza y acostarse con otra.
Si quisiera explicarle a una persona por qué es importante la música como arte, ¿qué le diría?
La música es algo que brota de adentro, de la creatividad y la mente de una persona. La música en ese estado puro es absolutamente maravillosa. La música en su estado puro es el gran alimento del espíritu de los seres humanos.