El Magazín Cultural
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“Quiero que la música sinfónica trascienda Bogotá”

Antonio Suárez, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Música Sinfónica, habló de su trabajo como gestor para la implementación y fortalecimiento de proyectos sinfónicos y sociales asociados a la música en el territorio nacional.

18 de junio de 2024 - 12:00 p. m.
Antonio Suárez es trompetista y gestor cultural.
Antonio Suárez es trompetista y gestor cultural.
Foto: Sebastián Moreno

¿Cómo fue su acercamiento a la música?

Comenzó gracias a mi abuelo, quien era músico en el Caribe colombiano, en un pueblo llamado Chochó, corregimiento del municipio de Sincelejo. Él fundó la Banda Juvenil de Chochó. Desde pequeño, mi papá nos introdujo en la música, primero en lo popular y luego en lo clásico. Comencé con la trompeta, pero terminé dejándola por completo. Fue como un divorcio: sabía que mi futuro estaba en la gestión cultural.

¿Por qué se decidió por la gestión cultural?

Durante un tiempo en Venezuela observé que los músicos, después de desarrollar una carrera importante, se dedicaban a explorar otras áreas, como la dirección de orquesta y la gestión. Tomé ejemplo de Gustavo Dudamel, quien pasó de ser violinista a dirigir orquestas. Sentí que mis cualidades personales y mi historia de vida se alineaban mejor con la gestión cultural que con la interpretación musical. Me apasionaba el trabajo y encontré que podía aplicar mi interés por la lectura, la investigación y el pensamiento crítico en un campo que los músicos clásicos a menudo no abordan.

¿Cuáles son esas líneas de gestión que le gusta trabajar?

Me interesa, especialmente, el desarrollo social a través de la música. Me enfoco en fortalecer la circulación cultural, especialmente en áreas periféricas o de difícil acceso. Por ejemplo, la Sinfónica Nacional de Colombia no solo presenta programas de alto nivel en salas principales de Bogotá, sino que también se conecta constantemente con comunidades más alejadas. Es un equilibrio entre grandes salas de conciertos y públicos en territorios de difícil acceso. Este año hemos llevado actividades a lugares como Tumaco, norte de Cauca y Bojayá, fortaleciendo vínculos fuera de las grandes ciudades.

¿De qué formas logran hacer alianzas culturales en los territorios?

Primero, tenemos conversaciones con agentes culturales locales, directores de institutos departamentales de cultura y gestores de la ciudad. Además, colaboramos con programas como “Sonidos para la construcción de paz”, enfocados en el territorio. También mantenemos una interlocución directa con agentes del territorio a través de la dirección de proyectos y tenemos conversaciones de carácter más político. Por otra parte, establecemos diálogos culturales con músicos del sector y otros agentes interesados en la presencia de la Sinfónica o en la hibridación de músicas tradicionales con la orquesta. Además, realizamos curaduría y ajustamos la estética de los conciertos según el público local, incluyendo músicas clásica y tradicional adaptadas a la audiencia. Incorporamos instrumentos regionales y hacemos arreglos musicales que permitan una comunicación efectiva con todos los agentes del territorio. La Asociación Nacional de Música Sinfónica es una organización creada para construir un ecosistema sinfónico en Colombia, después del cierre de la Sinfónica Nacional. Desde principios de 2024 trabajamos en la articulación de todos los agentes del sistema sinfónico, buscando acuerdos de financiación, cooperación para la selección de solistas, directores artísticos, revisión de repertorios y facilitación de proyectos hacia otros circuitos artísticos. Estamos promoviendo la circulación de compositores y solistas colombianos, mejorando la calidad de vida de los músicos y fortaleciendo el ecosistema sinfónico en Colombia de manera integrada.

¿Cómo se vinculó con la Asociación Nacional de Música Sinfónica?

A finales del año pasado me enteré de la oportunidad de tomar la dirección. Pasé por una serie de entrevistas con la junta directiva y varias pruebas, siendo finalmente seleccionado. Mis objetivos son claros: quiero que la orquesta no solo sea reconocida en el teatro Colón de Bogotá, sino que tenga presencia en todo el territorio colombiano. Busco enriquecer su circulación multicultural y diversa, especialmente fortaleciendo actividades internacionales con giras. También estoy comprometido con la construcción de una red de orquestas en el país y una curaduría de alto nivel para nuestros conciertos, que serán presentados en las principales comunidades de América Latina.

¿Qué dificultades encuentra para su gestión?

Uno de los principales desafíos que enfrentamos es la necesidad de trabajar de manera colaborativa y reconocer la diversidad dentro del sector sinfónico. Existe un interés entre músicos para fortalecer y crear nuevas agrupaciones, pero los recursos disponibles son limitados. Es crucial coordinar el crecimiento de las orquestas con el desarrollo de proyectos en el territorio, dado el número de músicos en el país y la limitada disponibilidad de audiencias. Nuestro objetivo es fortalecer un sistema sinfónico unificado y robusto en los próximos años.

¿Cuáles son los planes cercanos con respecto a presentaciones?

Los planes cercanos incluyen una gira con nueve conciertos en Brasil y Argentina, del 24 de julio al 16 de agosto, destacando obras principales en lugares como el Teatro Municipal de Río de Janeiro y el Festival de Campos do Jordão.

¿Cómo se hace la curaduría?

La curaduría se realiza en colaboración con el director artístico y el equipo de dirección. Estamos actualmente enfocados en la programación para 2025, discutiendo y tomando decisiones artísticas para conciertos tanto en el territorio como en eventos internacionales.

¿Cuál es la propuesta para el siguiente año?

Estamos desarrollando un programa de música colombiana con artistas y directores nacionales. También exploraremos repertorios desde el Barroco hasta el clasicismo, incluyendo obras sinfónicas corales con el Coro Nacional. Toda la programación estará enmarcada bajo la estrategia “Ríos por Colombia”, que será nuestra gira nacional, comenzando en Barranquilla y terminando en Honda, siguiendo el curso del río Magdalena. Esta iniciativa busca que la música sinfónica sea un espacio de reflexión estética sobre el respeto hacia las personas y el ecosistema.

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