Carlos Andrés Duque: una apuesta por la filosofía de los buenos vivires
Presentamos una entrevista con Carlos Duque, a propósito de su libro “De la naturaleza a la Madre Tierra: Buenos vivires, ampliación ontológico-política y transmodernidad”.
Andrés Osorio Guillott
Carlos Duque empezó primero estudiando matemáticas. Le gustaba la poesía y también los cuentos. En medio de la carrera alguien le habló de Estanislao Zuleta. El elogio de la dificultad fue el texto que cambió su historia. Ahí decidió seguirle la pista y por esa razón empezó a interesarle la filosofía. Como era matemático, le prestó más atención a la filosofía de la ciencia y a lógica. “Después me di cuenta que tenía una sensibilidad por lo que pasa en Colombia, por nuestra historia de violencia, de dolor, del conflicto armado”, y así empezó a ver también temas alrededor de la política. Terminó primero matemáticas, luego hizo la maestría en filosofía, y tuvo que devolverse a terminar el pregrado en esta misma rama del pensamiento. Luego hizo el doctorado en Brasil, lugar donde terminó de afianzar su apuesta por estudiar y cuestionarse todos los mundos posibles desde una perspectiva ontológico-política.
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Carlos Duque empezó primero estudiando matemáticas. Le gustaba la poesía y también los cuentos. En medio de la carrera alguien le habló de Estanislao Zuleta. El elogio de la dificultad fue el texto que cambió su historia. Ahí decidió seguirle la pista y por esa razón empezó a interesarle la filosofía. Como era matemático, le prestó más atención a la filosofía de la ciencia y a lógica. “Después me di cuenta que tenía una sensibilidad por lo que pasa en Colombia, por nuestra historia de violencia, de dolor, del conflicto armado”, y así empezó a ver también temas alrededor de la política. Terminó primero matemáticas, luego hizo la maestría en filosofía, y tuvo que devolverse a terminar el pregrado en esta misma rama del pensamiento. Luego hizo el doctorado en Brasil, lugar donde terminó de afianzar su apuesta por estudiar y cuestionarse todos los mundos posibles desde una perspectiva ontológico-política.
“A mí me duele Colombia, creo que le doy pleno sentido a estar en este país. Me han matado amigos. Yo vengo de un barrio de clase media baja en Cali que se llama Santa Elena. No es una exageración. Mataron a 11 amigos míos a bala, a cuchillo, en riñas. Es doloroso. Hay una pregunta que tengo y es qué poder hacer para cambiar a Colombia. En la universidad pública me encuentro con la izquierda marxista. Empiezo a hacer unas búsquedas también espirituales, de estar en terapia, de acercarme a otros caminos y ahí me pregunto cómo combinar política y espiritualidad. El marxismo va a decir que la religión es el opio del pueblo, es una postura materialista, vamos a coger los fierros y a tomarnos el poder, fin de la discusión. Esto no funciona así. El cambio tiene que ser cultural, más profundo. Pero el punto es que esa pregunta por la espiritualidad y la política se empieza a resolver con los buenos vivires”, cuenta Carlos Andrés Duque.
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¿Qué es el buen vivir?
Es una construcción de armonía interpersonal, construcción de armonía con la comunidad humana y construcción de armonía con la comunidad ampliada, que es una armonía personal, comunitaria y cósmica si se quiere. Ahí aparece la Madre Tierra y eso cognitivamente no lo pillas. Eso tiene que ver con una construcción de la realidad donde vos realmente te sientes parte de la totalidad. Leyéndolo piensas que la naturaleza es otra cosa. La metodología occidental es el camino del logos, pero la métodoestesis es el camino del sentir, que propone la maestra Ana Patricia Noguera. Tú no puedes entender esto solamente, también tienes que experimentarlo, sentirlo.
Explíquenos, por favor, esa influencia de Heidegger en su filosofía
En el libro Heidegger es fundamental. Yo he dicho bromeando que puse a Heidegger a tomar ayahuasca (yajé). Una broma. Su pregunta fundamental es por el sentido del ser, y él va a decir que Occidente responde a esa pregunta desde una visión metafísica. Heidegger se sentía heredero de los griegos, era alemán, heredero también de Kant en adelante, pero él empieza a esbozar que hay otras formas de construir mundo. Heidegger es una entrada maravillosa para eso.
Estamos en un momento en el que nos preguntamos cada vez más por lo ecológico, por el cuidado del planeta. Hablemos del antropocentrismo, por ejemplo, que es una manera de cuestionarnos nuestra relación con la naturaleza...
Cada vez más hay un proceso de concienciación. Hay una crítica al antropocentrismo y a la visión del ser humano, al hombre como el centro de todo. Ahí hay una conciencia muy profunda. Uno ve a los jóvenes rechazando la tauromaquia, las peleas de gallos, entrando en el vegetarianismo, etc. La crítica al antropocentrismo a veces ha sido panfletaria, pero yo quería probar que la visión cosmocéntrica o biocéntrica incluye al ser humano, pero le da una dimensión distinta porque lo pone en una perspectiva de cuidador, y eso es algo que dice Heidegger también. Y hay que hacer una ampliación de conciencia. Hay que salir del antropocentrismo conectado con el egocentrismo y darnos cuenta de que somos parte de la vida interconectada. Como dicen los mayores indígenas, todo lo que le hagas a la tierra te lo haces a ti mismo. Ahí aparece esa crítica a la razón antropocéntrica, que es también una razón capitalista.
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Usted señala un conflicto ontológico en el libro, cuéntenos de qué trata
Tradicionalmente la teoría política había hablado de conflictos epistemológicos o culturales. La idea de multiculturalismo es que distintas culturas entienden distinto al mundo. El conflicto ontológico no es que distintas culturas o pueblos entiendan diferente un mundo que la ciencia va a decirnos cómo es ese mundo. No. Acá existen distintos y plurales mundos. Entonces no se trata de un conflicto entre creencias sobre el mundo sino un conflicto sobre el mundo, sobre lo que existe, que fue cerrado por esa combinación entre ciencia y técnica que dijo que estamos frente a objetos, cosas y recursos (el agua es un recurso, por ejemplo) frente a otra cosmovisión que dice “no, el agua es vida, es parte de la vida, somos seres de tierra, también de agua”. Ahí hay otro paradigma. Lo que yo trato de probar es que la visión que ve el agua de manera biocéntrica incluye la visión reductiva de la ciencia. Por eso hablo de la ampliación ontológico-política.
¿Qué es la transmodernidad
Es un concepto del maestro Enrique Dussel. Él va a decir que hay una crisis de la modernidad con Auschwitz, la Segunda Guerra Mundial, y en Europa se responde con la posmodernidad, pero esa respuesta es intraeuropea e intramoderna, es decir, que es desde la misma modernidad a la modernidad. Y él va a decir que la historia de la humanidad nos demuestra que hay otros pueblos que han sido considerados hasta hoy premodernos, que están por fuera de la modernidad, pero en esa supuesta premodernidad hay una sabiduría profunda que puede entrar en diálogo con la modernidad y elementos emancipatorios de la modernidad (como los Derechos Humanos), así que la transmodernidad refiere a ir más allá de la modernidad, pero entrando en diálogo con lo que se consideró premoderno. El concepto de los derechos de la Madre Tierra es un ejemplo de ello. Es un concepto premoderno, y que además se dio por fuera de Europa.
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¿Y qué es pluriverso?
Esto tiene que ver con comprender que existen múltiples mundos, no uno solo, porque el multiculturalismo nos dice que hay varias culturas y un mundo, pero siempre hay una cultura privilegiada que te dice cuál es el mundo. Aquí decimos que hay múltiples culturas y múltiples mundos que, como dice Heidegger de ser en el mundo, se construye una relación no solamente cognitiva, sino también de cuidado.
¿Por qué es tan importante preguntarnos por la espiritualidad?
La espiritualidad es entendida como una vivencia, como una interconexión profunda con todo lo existente y que va más allá de la religiosidad. Aquí es una espiritualidad conectada con la vida y que se siente parte de la totalidad, y que por eso honra y cuida todo lo existente. Esa es la visión de la sabiduría ancestral. Y es algo que va más allá de lo cognitivo. No se trata solamente de pensarlo, también de habitar.
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