“Lo más importante es el proceso de creación”
El artista canadiense conocido cono Seth, habló de su trayectoria como caricaturista, a propósito de su visita a Colombia para el Festival Entreviñetas que termina el 25 de agosto. Además, detalló los retos que presenta la IA para el futuro de este oficio.
Jorge Danilo Bravo Reina
¿Por qué decidió llamarse “Seth”?
Mi nombre real es Gregory Gallant, y así me llamé hasta que tenía alrededor de 20 o 21 años. Durante la primera mitad de la década de 1980, cuando estaba inmerso en el mundo del punk y de la nueva ola, decidí reinventarme. En ese momento, como parte de mi transformación, elegí el nombre Seth. Opté por el nombre porque me parecía una elección audaz y pretenciosa, algo que me ayudaba a proyectar una nueva imagen. Aunque, en retrospectiva, no es un nombre que elegiría hoy.
¿Cuándo comenzó su relación con el dibujo y la caricatura?
Desde muy joven supe que quería ser caricaturista. Cuando era niño, me encantaban los cómics de los periódicos como “Peanuts”, así como los cómics de Marvel, y también leía “Mad Magazine”. Pasaba horas dibujando mis propios cómics como aficionado. A los 20 años, decidí asistir a la escuela de arte, y aunque perdí interés en hacer cómics de superhéroes, seguía fascinado por la idea de contar historias a través de imágenes.
¿Tiene algún cómic de esa época que recuerde en particular?
Sí, claro. En mi infancia y hasta mis veinte años, el cómic “Peanuts” de Charles Schulz tuvo un impacto en mí. Aunque mi trabajo actual es muy diferente al de Charlie Brown, las lecciones que aprendí de Schulz, a quien considero un gran genio del cómic en los periódicos, fueron enormes.
¿Qué papel tiene su estudio en su proceso creativo?
Mi estudio está en el sótano de mi casa, y lo considero casi como un refugio. Es el único lugar de la casa donde permito que las cosas estén un poco desordenadas, ya que es necesario tener cierto desorden cuando se está creando. El estudio es bastante oscuro y lo ilumino solo en torno a mi escritorio, donde trabajo. Está lleno de libros y resulta muy acogedor, en un sentido psicológico. Me gusta trabajar en este entorno porque me siento como si estuviera en una burbuja, permitiendo que mi imaginación se desplace libremente. Intento desconectarme de la realidad cuando estoy en mi estudio, aunque en el mundo moderno es muy difícil escapar de las distracciones, especialmente con Internet. Antes, creo que era más fácil lograr esa sensación de aislamiento. Cada día, mi objetivo es recrear el estado de ensueño que experimentaba cuando era más joven, cuando me sentaba a trabajar y dejaba fluir las ideas. Sin embargo, no siempre es posible, y, a veces, simplemente estoy trabajando.
¿En ese espacio usted desarrolló su estilo?
Sí, definitivamente. No soy un artista que se enfoque en temas de actualidad. Aunque estoy al tanto de lo que sucede en el mundo, no me interesaría dibujar un cómic sobre Donald Trump, por ejemplo. Mi mente tiende a centrarse en la memoria y en las reflexiones. Este espacio me permite conectar con esos aspectos de mi creatividad. Tengo proyectos imaginativos a largo plazo, como una ciudad imaginaria cuya historia he estado escribiendo en privado durante al menos 20 años. Trabajo en ello cada día, poco a poco, añadiendo detalles y desarrollándolo. Este proceso es muy privado y me resulta más interesante que el producto final. En todo mi trabajo, lo que busco es conectar con ese proceso creativo. A veces, esto no se traduce en libros excelentes. Mi enfoque actual está en el proceso de construcción de los libros, más que en cómo serán recibidos por los lectores. Puede que el resultado final sea aburrido para algunos, pero para mí, lo importante es asumir ese riesgo y mantenerme fiel al proceso.
¿Qué cosas cree que han influido en su estilo a lo largo de los años?
Cuando era más joven, buscaba una especie de perfección en el arte, especialmente con un estilo de dibujo de línea clara que se hacía con pincel. Me llevó muchos años dominar el uso del pincel y perfeccionar esa técnica. Sin embargo, en algún momento me cansé de esa búsqueda de perfección casi fetichista, y el proceso se volvió tedioso. En los últimos 10 años, he intentado alejarme de esa perfección. Mi enfoque ha sido hacer el trabajo más espontáneo y libre. Para ello, he vuelto a utilizar materiales básicos, como marcadores y papel barato. Esto me ha permitido evitar la preciosidad del arte perfecto y, sorprendentemente, estoy casi igual de satisfecho con los resultados. Lo más importante es el proceso de creación.
¿Qué piensa sobre el panorama de la caricatura en la era digital?
Estamos en un momento de gran cambio para la caricatura. La digitalización ha transformado todo. Hoy en día, los jóvenes caricaturistas tienen acceso a herramientas que antes eran impensables. En mis comienzos, contaba solamente con un lápiz, papel y una fotocopiadora. Ahora, los artistas pueden crear y publicar sus obras directamente en Internet, sin necesidad de intermediarios. Esta capacidad es impresionante, pero también presenta desafíos. El digital puede distraer de la simplicidad de trabajar directamente con papel. La facilidad de acceso a herramientas digitales también significa que hay una enorme competencia, con miles de personas intentando destacar.
¿Qué piensa de la inclusión de la IA?
El futuro de la caricatura se ve aún más complicado con el avance de la inteligencia artificial. La IA está empezando a crear imágenes que son bastante impresionantes, lo que podría llevar a una producción masiva de obras sin intervención humana. Aunque la IA puede generar buenos resultados, creo que no reemplazará a la genialidad humana ni al proceso creativo involucrado en la creación artística. Los mejores artistas seguirán siendo aquellos que estén involucrados en su proceso. El desafío será cómo ganarse la vida siendo un artista genuino en un mundo donde las computadoras pueden hacer gran parte del trabajo.
¿Cuál ha sido la experiencia más desafiante de su carrera?
Ha sido descubrir quién soy realmente y qué tipo de trabajo quiero hacer. Aunque parece obvio, cuando eres joven crees que ya lo sabes y tratas de crear ciertos tipos de obras. Sin embargo, es el proceso de crear el que realmente te enseña sobre ti mismo y sobre tu trabajo. Actualmente, el proyecto en el que estoy trabajando me parece completamente auténtico y refleja quién soy al 100 %. Pero probablemente no me sentía así hace 10 años. Ahora, a mis 60 años, he pasado por un largo proceso de aprendizaje. Me doy cuenta de que no tengo otro medio siglo para seguir explorando. Es una pena pensar en cuántos libros más puedo hacer, quizás solo unos pocos más.
¿Cuál será su agenda para este fin de semana?
El domingo realizaré en el Centro Cultural Gabriel García Márquez una entrevista larga en el escenario, acompañada de una presentación de diapositivas que mostrará ejemplos de gran parte de mi trabajo de los últimos 20 años. Hablaré sobre mi vida como caricaturista y artista. Además, a las 11:00 a. m. en Garabato librería, en la Biblioteca Luis Ángel Arango, habrá una firma de libros.
¿Por qué decidió llamarse “Seth”?
Mi nombre real es Gregory Gallant, y así me llamé hasta que tenía alrededor de 20 o 21 años. Durante la primera mitad de la década de 1980, cuando estaba inmerso en el mundo del punk y de la nueva ola, decidí reinventarme. En ese momento, como parte de mi transformación, elegí el nombre Seth. Opté por el nombre porque me parecía una elección audaz y pretenciosa, algo que me ayudaba a proyectar una nueva imagen. Aunque, en retrospectiva, no es un nombre que elegiría hoy.
¿Cuándo comenzó su relación con el dibujo y la caricatura?
Desde muy joven supe que quería ser caricaturista. Cuando era niño, me encantaban los cómics de los periódicos como “Peanuts”, así como los cómics de Marvel, y también leía “Mad Magazine”. Pasaba horas dibujando mis propios cómics como aficionado. A los 20 años, decidí asistir a la escuela de arte, y aunque perdí interés en hacer cómics de superhéroes, seguía fascinado por la idea de contar historias a través de imágenes.
¿Tiene algún cómic de esa época que recuerde en particular?
Sí, claro. En mi infancia y hasta mis veinte años, el cómic “Peanuts” de Charles Schulz tuvo un impacto en mí. Aunque mi trabajo actual es muy diferente al de Charlie Brown, las lecciones que aprendí de Schulz, a quien considero un gran genio del cómic en los periódicos, fueron enormes.
¿Qué papel tiene su estudio en su proceso creativo?
Mi estudio está en el sótano de mi casa, y lo considero casi como un refugio. Es el único lugar de la casa donde permito que las cosas estén un poco desordenadas, ya que es necesario tener cierto desorden cuando se está creando. El estudio es bastante oscuro y lo ilumino solo en torno a mi escritorio, donde trabajo. Está lleno de libros y resulta muy acogedor, en un sentido psicológico. Me gusta trabajar en este entorno porque me siento como si estuviera en una burbuja, permitiendo que mi imaginación se desplace libremente. Intento desconectarme de la realidad cuando estoy en mi estudio, aunque en el mundo moderno es muy difícil escapar de las distracciones, especialmente con Internet. Antes, creo que era más fácil lograr esa sensación de aislamiento. Cada día, mi objetivo es recrear el estado de ensueño que experimentaba cuando era más joven, cuando me sentaba a trabajar y dejaba fluir las ideas. Sin embargo, no siempre es posible, y, a veces, simplemente estoy trabajando.
¿En ese espacio usted desarrolló su estilo?
Sí, definitivamente. No soy un artista que se enfoque en temas de actualidad. Aunque estoy al tanto de lo que sucede en el mundo, no me interesaría dibujar un cómic sobre Donald Trump, por ejemplo. Mi mente tiende a centrarse en la memoria y en las reflexiones. Este espacio me permite conectar con esos aspectos de mi creatividad. Tengo proyectos imaginativos a largo plazo, como una ciudad imaginaria cuya historia he estado escribiendo en privado durante al menos 20 años. Trabajo en ello cada día, poco a poco, añadiendo detalles y desarrollándolo. Este proceso es muy privado y me resulta más interesante que el producto final. En todo mi trabajo, lo que busco es conectar con ese proceso creativo. A veces, esto no se traduce en libros excelentes. Mi enfoque actual está en el proceso de construcción de los libros, más que en cómo serán recibidos por los lectores. Puede que el resultado final sea aburrido para algunos, pero para mí, lo importante es asumir ese riesgo y mantenerme fiel al proceso.
¿Qué cosas cree que han influido en su estilo a lo largo de los años?
Cuando era más joven, buscaba una especie de perfección en el arte, especialmente con un estilo de dibujo de línea clara que se hacía con pincel. Me llevó muchos años dominar el uso del pincel y perfeccionar esa técnica. Sin embargo, en algún momento me cansé de esa búsqueda de perfección casi fetichista, y el proceso se volvió tedioso. En los últimos 10 años, he intentado alejarme de esa perfección. Mi enfoque ha sido hacer el trabajo más espontáneo y libre. Para ello, he vuelto a utilizar materiales básicos, como marcadores y papel barato. Esto me ha permitido evitar la preciosidad del arte perfecto y, sorprendentemente, estoy casi igual de satisfecho con los resultados. Lo más importante es el proceso de creación.
¿Qué piensa sobre el panorama de la caricatura en la era digital?
Estamos en un momento de gran cambio para la caricatura. La digitalización ha transformado todo. Hoy en día, los jóvenes caricaturistas tienen acceso a herramientas que antes eran impensables. En mis comienzos, contaba solamente con un lápiz, papel y una fotocopiadora. Ahora, los artistas pueden crear y publicar sus obras directamente en Internet, sin necesidad de intermediarios. Esta capacidad es impresionante, pero también presenta desafíos. El digital puede distraer de la simplicidad de trabajar directamente con papel. La facilidad de acceso a herramientas digitales también significa que hay una enorme competencia, con miles de personas intentando destacar.
¿Qué piensa de la inclusión de la IA?
El futuro de la caricatura se ve aún más complicado con el avance de la inteligencia artificial. La IA está empezando a crear imágenes que son bastante impresionantes, lo que podría llevar a una producción masiva de obras sin intervención humana. Aunque la IA puede generar buenos resultados, creo que no reemplazará a la genialidad humana ni al proceso creativo involucrado en la creación artística. Los mejores artistas seguirán siendo aquellos que estén involucrados en su proceso. El desafío será cómo ganarse la vida siendo un artista genuino en un mundo donde las computadoras pueden hacer gran parte del trabajo.
¿Cuál ha sido la experiencia más desafiante de su carrera?
Ha sido descubrir quién soy realmente y qué tipo de trabajo quiero hacer. Aunque parece obvio, cuando eres joven crees que ya lo sabes y tratas de crear ciertos tipos de obras. Sin embargo, es el proceso de crear el que realmente te enseña sobre ti mismo y sobre tu trabajo. Actualmente, el proyecto en el que estoy trabajando me parece completamente auténtico y refleja quién soy al 100 %. Pero probablemente no me sentía así hace 10 años. Ahora, a mis 60 años, he pasado por un largo proceso de aprendizaje. Me doy cuenta de que no tengo otro medio siglo para seguir explorando. Es una pena pensar en cuántos libros más puedo hacer, quizás solo unos pocos más.
¿Cuál será su agenda para este fin de semana?
El domingo realizaré en el Centro Cultural Gabriel García Márquez una entrevista larga en el escenario, acompañada de una presentación de diapositivas que mostrará ejemplos de gran parte de mi trabajo de los últimos 20 años. Hablaré sobre mi vida como caricaturista y artista. Además, a las 11:00 a. m. en Garabato librería, en la Biblioteca Luis Ángel Arango, habrá una firma de libros.