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¿Cómo recibe Bogotá su música del sur de Colombia?
Al ser una capital que acoge influencias de todo el país, la ciudad está dispuesta a escuchar y conectar. La música del sur tiene el poder de recordarle a la gente sus raíces y de invitarlos a reconectar con la tierra y sus orígenes. Como Bogotá es andina, montañosa y de clima frío, esta música trae consigo una conexión fuerte con el sur, despertando una esencia que a veces está adormecida, pero que la gente recibe con aprecio y reconocimiento.
¿Qué retos ha enfrentado estando en la capital?
He enfrentado todos los retos posibles en Bogotá. La ciudad, aunque es hermosa y la considero mi casa, es fría y está llena de muchas grietas y cemento. Adaptarse a Bogotá es un proceso desafiante de autoconocimiento, especialmente al salir de la comodidad y enfrentarse a nuevos desafíos todo el tiempo. Desde mis primeras entrevistas sentí muchos nervios y dudas sobre cómo enfrentarme a ellas. Con el tiempo he aprendido a conocerme a mí mismo, a salir del caparazón y a convivir con esta ciudad que ofrece muchos regalos y oportunidades.
Hablemos de su formato en vivo, ¿qué es la “murga”?
El formato de “murga” nació de una inquietud que tenía desde hace tiempo. En mi segundo disco hice algunos intentos con una pequeña “murga”, y quedé fascinado con el uso de la tuba y los vientos. Esta experiencia sembró la semilla para llevar este concepto a otro nivel. En mi tercer disco, Bailando, bailando, dediqué todo el álbum a esa inspiración. Para mí, como nariñense y pastuso, ese sonido es parte de mi ADN. Es algo que viví en el Carnaval y que evoca recuerdos, anhelos y añoranzas. Integrar esta sonoridad en mi música es importante para mí, como un abrazo a la inspiración que el Carnaval me ha dado. Me sueño con seguir haciendo conciertos y discos con este formato. La “murga” es especial y poco conocida a nivel nacional e internacional, porque presenta una explosión de “fiesta nostálgica andina”. Para muchos es una carta de presentación y algo nuevo, lo cual hace que sea muy emocionante presentarla.
Sobre el Carnaval de Negros y Blancos, ¿qué se siente tocar un 6 de enero en la plaza del carnaval?
Es una de las experiencias más hermosas y profundas que se pueden vivir. Es lo que da sentido a todo lo que hago: los discos, las giras y los recorridos. Cantarles a la tierra, al Carnaval y a la gente que conoce y vive estas músicas es como redondear todo. Me sueño con seguir tocando más, con crear más canciones inspiradas en el Carnaval, que nos ofrecen tanta información emocional. Aunque es difícil tocar en Pasto, quiero seguir trabajando para que nuestras propuestas conecten con la sensibilidad de nuestra gente.
¿Cuál es la canción que más disfruta tocar en vivo?
Creo que es Baila pegado, baila sueltico. Está inspirada en el ritmo del raymi, y mantiene un pulso que te transporta al sur, evocando el zapateo de Ecuador. Esta canción tiene una esencia de la tierra y una mezcla de adrenalina, punk y rebeldía, que crea una energía en el escenario. Cuando la tocamos, la gente comienza a saltar y bailar, y todos nos sintonizamos en un ritual del ritmo. Es una invitación a conectar con algo primitivo y profundo, permitiendo que el cuerpo hable y se sane.
¿Ha tenido algún momento transformador en su carrera?
Uno de esos momentos fue cuando realicé mi trabajo de grado en Pasto. Investigué sobre la música andina conectada con las raíces del sur y entrevisté a maestros y maestras de esa tradición. Este proceso me permitió conocer a profundidad algo que, viviendo ahí, no había comprendido en su totalidad. Al regresar con esta nueva perspectiva, experimenté un cambio en mi visión sobre el arte y el papel del artista. Otro momento significativo fue visitar el Jazz Fest de Nueva Orleans con toda la “murga”. Estar en ese festival de renombre mundial, en una ciudad con una herencia cultural tan fuerte, y sentir el respeto y amor por el oficio artístico, fue una experiencia conmovedora.
¿En qué escenario del mundo amaría presentarse?
Sueño con hacer una gira con la “murga” por el sur: Ecuador, Perú y Bolivia. Recorriendo muchos lugares y conocer todo este recorrido andino.
¿Cuál fue la inspiración para su último disco Mínimo infinito?
La inspiración provino del deseo de crear un tejido infinito con solo una guitarra. Este disco refleja mi continua inspiración y aprendizaje de maestros y colegas, y mi curiosidad por lo que ocurre en diferentes ciudades. Es un regalo que llevaba tiempo guardado, resumiendo el camino recorrido en giras y el conocimiento adquirido de otros artistas. El álbum incluye 21 canciones y 20 colaboraciones con artistas relevantes de Iberoamérica, representando diversas generaciones y enfoques de la canción. Es un documento especial de mi vida, mis sueños y mis anhelos, y captura la creación musical en distintos entornos. Entre los colaboradores están Andrea Echeverry, Juan Pablo Vega, Gabriela Ponce, La Muchacha, Briela Ojeda y Victoria Sur. Estas canciones poderosas serán parte de mi vida para siempre.
De toda su discografía, ¿qué canción rescataría para el fin del mundo?
En ese caso, escogería Una pena.