El día a día de una voceadora de periódicos
Lidia del Carmen Niño, de 68 años, ofrece periódicos y revistas en la calle 53 con carrera 24. Habló de los retos de su oficio frente al auge de la información por internet y reflexionó sobre la lectura en los jóvenes.
Jorge Danilo Bravo Reina
¿Cómo se inició en este oficio?
Comencé hace muchos años. En realidad, trabajaba junto a una compañera que se encargaba de vender periódicos, pero, lamentablemente, ella falleció en un trágico accidente en la avenida 30. Recuerdo que intentó cruzar la calle sin utilizar el puente peatonal, pensando que sería más rápido y fácil, pero un vehículo la atropelló. Después de su muerte, sus clientes habituales empezaron a acudir a mí, preguntando por los periódicos. En ese momento, me di cuenta de que había una oportunidad frente a mí. Consideré continuar con el negocio porque era una manera de asegurar otro ingreso económico.
¿Cómo se movía la venta de prensa en ese momento?
Cuando comencé en este negocio, la venta de periódicos era más activa. Recuerdo que, en aquel entonces, se vendían más ejemplares de diarios como El Espectador y otros periódicos populares. Sin embargo, en los últimos años, han disminuido mucho las ventas. Ahora, apenas se venden uno o dos periódicos entre semana, y tal vez unos cuatro o cinco en total. Los domingos, la situación mejora un poco: los clientes habituales compran alrededor de nueve o diez ejemplares. Cuando mi compañera estaba a cargo, las ventas eran mejores, pero hay que tener en cuenta que eso fue hace más de 20 años, la gente buscaba los periódicos como su principal fuente de información, algo que ha cambiado drásticamente.
Usted está aquí todos los días, ¿cuál es su rutina?
Mi rutina diaria es bastante constante: estoy aquí todos los días para asegurarme de que los periódicos estén disponibles para la venta. Por lo general, comienzo temprano en la mañana, alrededor de las 7 a.m., ya que es el momento en que la gente suele comprar periódicos. A medida que avanza la mañana, las ventas tienden a disminuir, así que suelo estar presente hasta las dos o tres de la tarde. Además de la venta de periódicos, también he visto que el comercio en general está disminuyendo. Mis compañeros de trabajo también han notado esta tendencia; ninguno de ellos tiene una clientela activa, ahí se ve la dura realidad de este año en particular.
¿Cómo se las arregló para vender durante la pandemia?
Inicialmente, me quedé en casa durante un mes, como medida de precaución. Sin embargo, pronto me di cuenta de que el aburrimiento y el estrés estaban empezando a afectarme. Decidí tomar la iniciativa y buscar una forma de continuar con mi trabajo de manera segura: me conseguí un carrito de supermercado pequeño y lo equipé con algunos dulces, cigarros y periódicos. Ubiqué este puesto improvisado en una esquina cercana, donde todavía podía atender a los clientes de forma segura.
¿Nunca tuvo que lidiar con algún problema?
Afortunadamente, no tuve inconvenientes con la policía: parece que tienen cierta restricción con respecto al uso del espacio público, pero no con los medios de comunicación.
Hablando de los periódicos, ¿qué pide la gente?
La gente suele reclamar principalmente dos cosas sobre el periódico. En primer lugar, el precio, ya que consideran que es demasiado caro para lo que reciben. Especialmente se quejan de la edición que se publica entre semana, ya que se ha vuelto muy delgada, a veces con apenas ocho páginas, pero la mayoría ocupadas con anuncios comerciales. Otro aspecto que genera quejas es la falta de clasificados en el periódico. Antes, solían incluirlos durante toda la semana, pero ahora solo los publican en el paquete del viernes, sábado y domingo. Esto molesta a la gente, ya que los días entre semana son cuando la mayoría de las personas tienen tiempo para buscar empleo u otras oportunidades publicadas en los clasificados.
¿Usted se sienta a leer la prensa que vende?
Sí, cuando no tengo mucho para hacer los leo.
¿Algunas veces los medios le reconocen alguna ayuda para su oficio?
Sí, en ocasiones los medios nos brindan cierta ayuda para nuestro oficio. Por ejemplo, en Navidad, una vez al año, a veces nos regalan periódicos para que podamos venderlos y quedarnos con todas las ganancias. Es un gesto que apreciamos, ya que nos permite obtener un ingreso adicional. Sin embargo, debo decir que después de la pandemia todo cambió. La gente se volvió más tacaña y las empresas, en particular, redujeron sus gestos de apoyo. Antes solían darnos regalos para el Día de la Madre o incluso pequeños obsequios para nuestros cumpleaños. También nos invitaban a eventos recreativos, como visitas al parque o al Planetario. Nos sentíamos valorados y tomados en cuenta.
¿Cree que el auge de la tecnología tiene algo que ver?
Sí, definitivamente creo está teniendo un impacto significativo en la venta de periódicos. Muchas personas ahora prefieren obtener noticias instantáneas a través de sus dispositivos electrónicos en lugar de comprar un periódico impreso. He observado que hay un grupo específico de personas, principalmente mayores, que aún prefieren los periódicos tradicionales como El Espectador y El Tiempo. Sin embargo, incluso para ellos la compra de periódicos impresos está disminuyendo y muchos solo los adquieren por los crucigramas u otras secciones específicas.
¿Quiénes siguen comprando periódicos?
Los principales compradores de periódicos son las personas adultas, sobre todo aquellas mayores de 50 años. He notado que entre los jóvenes menores de 30 años la compra de periódicos es muy baja. Antes, solían venir cuando salían los clasificados, en busca de oportunidades laborales. Sin embargo, al dejar de publicar esta sección, también disminuyó su interés en adquirir periódicos. En general, quienes compran periódicos son los que están acostumbrados a leer la información de esta manera. Por ejemplo, así aprendí yo. Sin embargo, he notado una tendencia preocupante entre los jóvenes, quienes pasan la mayor parte de su tiempo pegados al celular, utilizando ese dispositivo para resolver todas sus necesidades de información. Es una situación lamentable que refleja una crisis en cuanto a la lectura.
¿Por qué dice que hay una crisis de lectura?
Considero que la educación no está orientando a los jóvenes de la manera adecuada. Si bien es cierto que en la escuela se les enseñan las materias académicas, sería beneficioso que se ofrecieran talleres adicionales, donde podrían enseñar habilidades prácticas como realizar tareas domésticas básicas, lo cual podría ser de gran ayuda para ellos en su vida adulta. En mi época, a las mujeres se les enseñaban habilidades como el bordado, mientras que a los hombres se les enseñaba carpintería. Sin embargo, hoy en día parece que a los jóvenes se les incentiva más a involucrarse en actividades perjudiciales como el consumo de drogas y alcohol.
¿Cómo recibe usted el trato de la gente?
Depende. A veces, las personas pueden ser groseras, especialmente hacia mí, como mujer vendedora. Pero así somos todos; algunos días amanecemos de mal humor. Sin embargo, también hay quienes son muy amables. No puedo decir que todas las personas sean malas, hay algunas maravillosas. Entiendo que la vida puede ser difícil y que algunos pueden estar pasando por momentos complicados.
¿Cómo se inició en este oficio?
Comencé hace muchos años. En realidad, trabajaba junto a una compañera que se encargaba de vender periódicos, pero, lamentablemente, ella falleció en un trágico accidente en la avenida 30. Recuerdo que intentó cruzar la calle sin utilizar el puente peatonal, pensando que sería más rápido y fácil, pero un vehículo la atropelló. Después de su muerte, sus clientes habituales empezaron a acudir a mí, preguntando por los periódicos. En ese momento, me di cuenta de que había una oportunidad frente a mí. Consideré continuar con el negocio porque era una manera de asegurar otro ingreso económico.
¿Cómo se movía la venta de prensa en ese momento?
Cuando comencé en este negocio, la venta de periódicos era más activa. Recuerdo que, en aquel entonces, se vendían más ejemplares de diarios como El Espectador y otros periódicos populares. Sin embargo, en los últimos años, han disminuido mucho las ventas. Ahora, apenas se venden uno o dos periódicos entre semana, y tal vez unos cuatro o cinco en total. Los domingos, la situación mejora un poco: los clientes habituales compran alrededor de nueve o diez ejemplares. Cuando mi compañera estaba a cargo, las ventas eran mejores, pero hay que tener en cuenta que eso fue hace más de 20 años, la gente buscaba los periódicos como su principal fuente de información, algo que ha cambiado drásticamente.
Usted está aquí todos los días, ¿cuál es su rutina?
Mi rutina diaria es bastante constante: estoy aquí todos los días para asegurarme de que los periódicos estén disponibles para la venta. Por lo general, comienzo temprano en la mañana, alrededor de las 7 a.m., ya que es el momento en que la gente suele comprar periódicos. A medida que avanza la mañana, las ventas tienden a disminuir, así que suelo estar presente hasta las dos o tres de la tarde. Además de la venta de periódicos, también he visto que el comercio en general está disminuyendo. Mis compañeros de trabajo también han notado esta tendencia; ninguno de ellos tiene una clientela activa, ahí se ve la dura realidad de este año en particular.
¿Cómo se las arregló para vender durante la pandemia?
Inicialmente, me quedé en casa durante un mes, como medida de precaución. Sin embargo, pronto me di cuenta de que el aburrimiento y el estrés estaban empezando a afectarme. Decidí tomar la iniciativa y buscar una forma de continuar con mi trabajo de manera segura: me conseguí un carrito de supermercado pequeño y lo equipé con algunos dulces, cigarros y periódicos. Ubiqué este puesto improvisado en una esquina cercana, donde todavía podía atender a los clientes de forma segura.
¿Nunca tuvo que lidiar con algún problema?
Afortunadamente, no tuve inconvenientes con la policía: parece que tienen cierta restricción con respecto al uso del espacio público, pero no con los medios de comunicación.
Hablando de los periódicos, ¿qué pide la gente?
La gente suele reclamar principalmente dos cosas sobre el periódico. En primer lugar, el precio, ya que consideran que es demasiado caro para lo que reciben. Especialmente se quejan de la edición que se publica entre semana, ya que se ha vuelto muy delgada, a veces con apenas ocho páginas, pero la mayoría ocupadas con anuncios comerciales. Otro aspecto que genera quejas es la falta de clasificados en el periódico. Antes, solían incluirlos durante toda la semana, pero ahora solo los publican en el paquete del viernes, sábado y domingo. Esto molesta a la gente, ya que los días entre semana son cuando la mayoría de las personas tienen tiempo para buscar empleo u otras oportunidades publicadas en los clasificados.
¿Usted se sienta a leer la prensa que vende?
Sí, cuando no tengo mucho para hacer los leo.
¿Algunas veces los medios le reconocen alguna ayuda para su oficio?
Sí, en ocasiones los medios nos brindan cierta ayuda para nuestro oficio. Por ejemplo, en Navidad, una vez al año, a veces nos regalan periódicos para que podamos venderlos y quedarnos con todas las ganancias. Es un gesto que apreciamos, ya que nos permite obtener un ingreso adicional. Sin embargo, debo decir que después de la pandemia todo cambió. La gente se volvió más tacaña y las empresas, en particular, redujeron sus gestos de apoyo. Antes solían darnos regalos para el Día de la Madre o incluso pequeños obsequios para nuestros cumpleaños. También nos invitaban a eventos recreativos, como visitas al parque o al Planetario. Nos sentíamos valorados y tomados en cuenta.
¿Cree que el auge de la tecnología tiene algo que ver?
Sí, definitivamente creo está teniendo un impacto significativo en la venta de periódicos. Muchas personas ahora prefieren obtener noticias instantáneas a través de sus dispositivos electrónicos en lugar de comprar un periódico impreso. He observado que hay un grupo específico de personas, principalmente mayores, que aún prefieren los periódicos tradicionales como El Espectador y El Tiempo. Sin embargo, incluso para ellos la compra de periódicos impresos está disminuyendo y muchos solo los adquieren por los crucigramas u otras secciones específicas.
¿Quiénes siguen comprando periódicos?
Los principales compradores de periódicos son las personas adultas, sobre todo aquellas mayores de 50 años. He notado que entre los jóvenes menores de 30 años la compra de periódicos es muy baja. Antes, solían venir cuando salían los clasificados, en busca de oportunidades laborales. Sin embargo, al dejar de publicar esta sección, también disminuyó su interés en adquirir periódicos. En general, quienes compran periódicos son los que están acostumbrados a leer la información de esta manera. Por ejemplo, así aprendí yo. Sin embargo, he notado una tendencia preocupante entre los jóvenes, quienes pasan la mayor parte de su tiempo pegados al celular, utilizando ese dispositivo para resolver todas sus necesidades de información. Es una situación lamentable que refleja una crisis en cuanto a la lectura.
¿Por qué dice que hay una crisis de lectura?
Considero que la educación no está orientando a los jóvenes de la manera adecuada. Si bien es cierto que en la escuela se les enseñan las materias académicas, sería beneficioso que se ofrecieran talleres adicionales, donde podrían enseñar habilidades prácticas como realizar tareas domésticas básicas, lo cual podría ser de gran ayuda para ellos en su vida adulta. En mi época, a las mujeres se les enseñaban habilidades como el bordado, mientras que a los hombres se les enseñaba carpintería. Sin embargo, hoy en día parece que a los jóvenes se les incentiva más a involucrarse en actividades perjudiciales como el consumo de drogas y alcohol.
¿Cómo recibe usted el trato de la gente?
Depende. A veces, las personas pueden ser groseras, especialmente hacia mí, como mujer vendedora. Pero así somos todos; algunos días amanecemos de mal humor. Sin embargo, también hay quienes son muy amables. No puedo decir que todas las personas sean malas, hay algunas maravillosas. Entiendo que la vida puede ser difícil y que algunos pueden estar pasando por momentos complicados.