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Usted es el director general de la clínica Montserrat y a la vez el director del posgrado de psiquiatría de la Universidad del Bosque. ¿Cómo se lleva a cabo esa sinergia entre la práctica clínica y la formación de estudiantes de psiquiatría?
Institucionalmente, la docencia es una de nuestras principales misiones. Nos dedicamos a la asistencia, la docencia y la investigación. Como director general de la clínica, superviso todas las actividades clínicas. Como director del posgrado, soy responsable de la formación de nuestros médicos en especialización en psiquiatría, en una residencia de tres años con la Universidad del Bosque, donde nuestra clínica es el centro base de práctica.
¿Qué iniciativas implementa un centro médico como la Monserrat para hablar de salud mental?
Durante la pandemia, ampliamos nuestra presencia virtual para facilitar el acceso a la atención médica desde casa, especialmente en psiquiatría, donde la comunicación verbal es esencial. Nuestro programa se centra en la comunidad, ofreciendo charlas educativas sobre salud mental y brindando asesoramiento a colegios y empresas sobre cómo abordar este tema. Además, hemos lanzado campañas exitosas como “Sin miedo a hablar”, para promover el diálogo sobre salud mental. Un punto destacado fue nuestra colaboración con la reconocida artista Alejandra Borrero en la obra de teatro “Del alma”, basada en experiencias reales de pacientes y familiares.
¿Qué medidas considera esenciales para reducir el estigma asociado a los trastornos mentales? Y quizás, ¿cómo se puede promover una conversación sobre la salud mental?
Colocar el tema de la salud mental en la palestra pública es fundamental. Antes de la pandemia, ya se notaba un aumento, pero durante la pandemia, se intensificaron los desafíos para la salud mental. Como resultado, la demanda de atención es mayor, no solo en la Clínica Monserrat, sino a nivel nacional e incluso global. Es vital abordar este tema en la comunicación pública, fomentando la apertura y el entendimiento sobre la salud mental. Esto permite a las personas enfrentar y trabajar en aspectos que antes podrían haber sido ignorados debido al estigma al que se asocia.
Su carrera académica es prolífica. Cuéntenos un poco sobre su trayectoria…
Durante la primera mitad de mi carrera, me dediqué principalmente a la atención clínica y hospitalaria de pacientes, mientras que siempre mantuve una estrecha relación entre la investigación y la enseñanza. Desde 2010, soy docente y enseño psicofarmacología a residentes en formación. A partir de 2014, comencé a explorar oportunidades en roles de liderazgo y administrativos. Durante dos años, ocupé el cargo de director clínico en una institución de rehabilitación integral en Bogotá. Esta experiencia me ha llevado a equilibrar mi tiempo entre lo clínico, lo asistencial, lo docente y lo administrativo.
¿Y qué es lo que más lo apasiona, lo sorprende o lo entusiasma de su profesión?
La Clínica Montserrat es mi alma mater y muchos de mis profesores fueron como padres y madres de los que aprendí mucho. En ese mismo sentido, me apasiona promover el crecimiento de esta institución y fomentar un buen ambiente laboral entre los colaboradores, que incluyen al personal de planta, médicos adscritos, residentes, estudiantes y terceros. También tengo pasión por la docencia y disfruto enseñar. Todo lo que hacemos aquí por el personal se refleja en la atención que brindamos a nuestros pacientes y sus familias, lo cual es motivo de gran satisfacción.
¿Un consejo que le haya dado uno de esos maestros de la vida que siempre recuerde?
No sé si consejos como tal, pero sí mucho apoyo, asesorías, recomendaciones. Todos mis maestros contribuyeron de alguna manera a la persona que soy. Hoy en día soy una persona mucho más recatada, escucho más, puedo entender que el otro puede tener una diferencia de opinión y creo que eso es parte de los aprendizajes que me dejaron muchos de mis docentes.
Y a usted qué mensaje le gustaría dejarle a los demás…
Algo que ni siquiera digo yo, sino la Organización Mundial de la Salud Mental y la Asociación Colombiana de Psiquiatría, y es la invitación a que la gente no olvide que no hay salud sin salud mental. No solo se trata de acciones individuales, sino de un compromiso colectivo como sociedad. Nuestra salud mental refleja las dificultades y los traumas que enfrentamos, incluyendo conflictos pasados y presentes. Es crucial reflexionar sobre nuestro papel en la construcción de una sociedad más saludable, reconociendo que muchas veces la culpa reside en nosotros mismos y en nuestros temores no resueltos. Para mejorar como sociedad, debemos trabajar en nuestra salud mental.