Ese misterio (Cuentos de sábado en la tarde)
Es un hecho inevitable. Ahora estoy aquí recorriendo este laberinto y luego me iré nuevamente de donde vengo. Me voy a la nada.
Guillermo Neira
Del amor, el miedo y la vida he escrito cartas, apuntes en una servilleta y hojas en una libreta. Las he mojado con tristeza, las he arrugado con ira y las he botado con indiferencia.
También las he recogido con bondad y las he compartido con cariño. Todas hablan sobre ti y sobre mí, sobre nosotros, sobre quienes fuimos y no seremos. De las flores que me gustan, los atardeceres que me encantan, los hombres que quiero y los amigos que amo.
Le sugerimos leer: Hoy amanecí muerto (Cuentos de sábado en la tarde)
En otras confieso que estoy aprendiendo a no temerle a los sueños, a enfrentar las pesadillas, a soltar las manos y los recuerdos, a perderme un poco. Estoy aprendiendo a entender las oportunidades, mis errores y saber a dónde pertenezco.
Recorro este laberinto siendo la luz de una estrella que ya murió, porque inevitablemente todo lo que soy será polvo. Soy mi padre y mi madre, soy mi hermana, mis abuelos y abuelas que ya no están. Soy la felicidad con la que escribo, hablo y vivo el amor, el miedo y soy esta vida, mi única vida.
Podría interesarle: Carlos Eduardo Gómez: “El montañista y el escritor son seres solitarios”
Tú, yo y todos estamos resolviendo un misterio entre tormentas incorruptas, océanos abismales o desiertos desolados, con varias preguntas sin respuestas, algunos silencios estremecedores y sombras perpetuas. Los días se han ido y no sé cuántos más vendrán.
Fantaseo y espero que, cuando la oscuridad nos rodee, todos estemos felices en una playa soleada, un campo tranquilo o una ciudad concurrida, después escuchar y bailar mucha música, y haber leído otros tantos libros. Luego de haber vivido con el corazón y con el alma.
Por ahora, estoy aquí, aprendiendo.
Del amor, el miedo y la vida he escrito cartas, apuntes en una servilleta y hojas en una libreta. Las he mojado con tristeza, las he arrugado con ira y las he botado con indiferencia.
También las he recogido con bondad y las he compartido con cariño. Todas hablan sobre ti y sobre mí, sobre nosotros, sobre quienes fuimos y no seremos. De las flores que me gustan, los atardeceres que me encantan, los hombres que quiero y los amigos que amo.
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Recorro este laberinto siendo la luz de una estrella que ya murió, porque inevitablemente todo lo que soy será polvo. Soy mi padre y mi madre, soy mi hermana, mis abuelos y abuelas que ya no están. Soy la felicidad con la que escribo, hablo y vivo el amor, el miedo y soy esta vida, mi única vida.
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Fantaseo y espero que, cuando la oscuridad nos rodee, todos estemos felices en una playa soleada, un campo tranquilo o una ciudad concurrida, después escuchar y bailar mucha música, y haber leído otros tantos libros. Luego de haber vivido con el corazón y con el alma.
Por ahora, estoy aquí, aprendiendo.