Jim Hines corrió cien metros en un tiempo de 9,95 segundos en los Juegos Olímpicos de 1968.
Foto: Nátaly Londoño Laura
Apenas Jim Hines terminó de correr los cien metros en la pista del Estadio Olímpico Universitario, y de marcar un inverosímil tiempo de 9.95 segundos que partía la historia en dos, los teletipos de las salas de prensa de Ciudad de México, y los de los periódicos de Nueva York y París, y Londres y Buenos Aires y Moscú y Río de Janeiro, comenzaron a explotar. En el fondo, nadie creía lo que acababa de ocurrir, y de una u otra manera, periodistas y atletas y gente de la calle y gerentes y mensajeros, e incluso los compañeros de la Villa Olímpica...
Por Fernando Araújo Vélez
De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com