Juan Rulfo, “Pedro Páramo” y uno de los mitos de la literatura latinoamericana
Se cumplen 105 años del natalicio de Juan Rulfo. “Pedro Páramo”, su obra más recordada, es considerada un mito de la literatura latinoamericana.
Andrés Osorio Guillott
Hace unos días Laura Restrepo habló para El Espectador sobre la importancia de mantener los mitos vivos a propósito de su novela Canción de antiguos amantes, libro que tiene como referencia transversal El cantar de los cantares. “Contar historias, aunque sean muy bien contadas, si no encuentras el hilo mítico que las une, es un poco como agarrar el collar y quitarle el hilo. No es que lo religioso o lo mágico me llamen la atención. Son los mitos los que hacen que las historias locales se vuelvan universales. Nos relacionan con nuestro ADN. Encontrar el mito es lo que nos permite unir todo lo que nos pasa. Somos una civilización que borra mucho los mitos. Hay que tener habilidad para tenerlos vivos”.
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Hace unos días Laura Restrepo habló para El Espectador sobre la importancia de mantener los mitos vivos a propósito de su novela Canción de antiguos amantes, libro que tiene como referencia transversal El cantar de los cantares. “Contar historias, aunque sean muy bien contadas, si no encuentras el hilo mítico que las une, es un poco como agarrar el collar y quitarle el hilo. No es que lo religioso o lo mágico me llamen la atención. Son los mitos los que hacen que las historias locales se vuelvan universales. Nos relacionan con nuestro ADN. Encontrar el mito es lo que nos permite unir todo lo que nos pasa. Somos una civilización que borra mucho los mitos. Hay que tener habilidad para tenerlos vivos”.
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Ayer 15 de mayo se cumplían 10 años de la muerte de Carlos Fuentes, uno de los escritores más recordados de la literatura mexicana. Y hoy, 16 de mayo, se celebran 105 años del natalicio de Juan Rulfo, otro de los emblemas de las letras de América Latina, autor de la obra Pedro Páramo.
Traigo a colación a Laura Restrepo y la idea de los mitos porque esta última me llevó a pensar en los dos escritores mexicanos, pues el primero elogió en varias oportunidades la novela de Pedro Páramo y habló de esta como una historia que evoca el concepto del mito.
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En La nueva novela hispanoamericana, Carlos Fuentes escribió: “No sé si se ha advertido el uso sutil que Rulfo hace de los grandes mitos universales en Pedro Páramo. Su arte es tal, que la trasposición no es tal: la imaginación mítica renace en el suelo mexicano y cobra, por fortuna, un vuelo sin prestigio. Pero ese joven Telémaco que inicia la contra-odisea en busca de su padre perdido, ese arriero que lleva a Juan Preciado a la otra orilla, la muerta, de un río de polvo, esa voz de la madre y amante, Yocasta-Euríice, que conduce al hijo y amante Edipo-Orfeo, por los caminos del infierno, esa pareja de hermanos edénicos y adánicos que duermen juntos en el lodo de la creación para iniciar otra vez la generación humana en el desierto de Ccomala, esas viejas virgilianas -Eduviges, Damiana, la Cuarraca-, fantasmas de fantasmas, fantasmas que contemplan sus propios fantasmas, esa Susana San Juan, Electra al revés, el propio Pedro Páramo, Ulises de piedra y barro… todo este trasfondo mítico permite a Juan Rulfo proyectar la ambigüedad humana de un cacique, sus mujeres, sus pistoleros y sus víctimas y, a través de ellos, incorporar la temática del campo y la revolución mexicanos a un contexto universal”.
El mito como la posibilidad de volver universal una historia local. El mismo Juan Rulfo, en una entrevista para la revista Siempre! La cultura en México, y que ahora está alojada en el portal Ciudad Seva, contó hace varios años cómo fue el proceso de creación de Pedro Páramo: “Pues en primer lugar, fue una búsqueda de estilo. Tenía yo los personajes y el ambiente. Estaba familiarizado con esa región del país, donde había pasado la infancia, y tenía muy ahondadas esas situaciones. Pero no encontraba un modo de expresarlas. Entonces simplemente lo intenté hacer con el lenguaje que yo había oído de mi gente, de la gente de mi pueblo. Había hecho otros intentos -de tipo lingüístico- que habían fracasado porque me resultaban poco académicos y más o menos falsos. Eran incomprensibles en el contexto del ambiente donde yo me había desarrollado. Entonces el sistema aplicado finalmente, primero en los cuentos, después en la novela, fue utilizar el lenguaje del pueblo, el lenguaje hablado que yo había oído de mis mayores, y que sigue vivo hasta hoy”.
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Pero hablar de un carácter universal es reducir el concepto del mito a una idea general. Para varios críticos, Pedro Páramo incluye en su narrativa la estructura de dos mitos: la muerte del padre y el descenso al inframundo. Si bien Carlos Fuentes y otros pensadores los señalan basándose en mitos y tragedias griegas, también hay otros como Martín Lienhard, que en La voz y su huella afirma que la novela evoca a la mitología náhuatl con el viaje de Quetzalcóatl al reino de los muertos.
Otro elemento que nos hace pensar en el carácter mítico de Pedro Páramo es el que señala María del Carmen Castañeda en su ensayo “Pedro Páramo: ¿ficción o deconstrucción del mito?” cuando dice que: “Comala es la representación de un tiempo sincrónico que a su vez se convierte en un espacio atemporal, un territorio vacío, donde confluyen mito e historia. Un mundo donde los contrastes, las fuerzas opuestas se resisten, se asedian, se hostigan y se atraen. Un espacio en donde el tiempo pasado se marca por la lluvia, la lluvia como motivo recurrente que marca la catástrofe de Comala y la convierte en mito: Comala el reino de los muertos”.
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Además del tiempo atemporal como un rasgo de lo universal, aparece entonces la naturaleza como parte del mito: “Para las culturas que todavía se nutren en la mitología, el paisaje, como cada una de las fases de la existencia humana, toma vida por medio de las sugerencias simbólicas”, señala Joseph Campbell en El héroe de las mil caras: psicoanálisis del mito.
No obstante, en la crítica literaria también se habla de una inversión del mito. Es decir, que elementos como el tiempo o los personajes están sujetos a otra interpretación o modelo que rompe con los arquetipos del mito. Así, por ejemplo, Rodrigo Baudagna muestra en su ensayo “El pensar mítico como crítica social en Pedro Páramo” que: “Encontramos en el parricidio el fundamento principal de la inversión del mito de la búsqueda del padre. Inversión que causa el desmantelamiento de la estructura patriarcal del caciquismo, en la medida en que el patriarca, asesinado por su propio hijo, causa, incluso antes de su muerte, la destrucción de Comala. Por eso, la búsqueda de Juan Preciado jamás podrá completarse: el padre, en esta inversión del mito, se destruye a sí mismo por el despotismo y por la debilidad insuperable de anhelar algo que nunca podrá tener: el amor de Susana San Juan”.
Mito o inversión del mismo. Aproximarse a ese carácter universal de Pedro Páramo y la fundación de un mundo que rompe o no con arquetipos del mito es una de las formas de adentrarse en la historia de Comala, de la única novela de Juan Rulfo, un autor que influyó a esa generación llamada “Boom Latinoamericano” y que sentó las primeras bases de lo que también fue el realismo mágico, género que marcaría una especie de ruptura en la historia de la literatura de este lado del planeta.