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Juliana Barreto, más que una heredera

En esta reciente entrega de la serie Memorias conversadas, la abogada Juliana Barreto, quien fue “tiburón inversionista” en el programa “Shark Tank Colombia”, narró su vida. Desde sus recuerdos de infancia hasta la crisis vocacional que atravesó.

Isabel López Giraldo
20 de junio de 2024 - 07:59 p. m.
Juliana Barreto es abogada de la Universidad Javeriana y especialista en recursos humanos y ventas consultivas.
Juliana Barreto es abogada de la Universidad Javeriana y especialista en recursos humanos y ventas consultivas.
Foto: MAURICIO ALVARADO

Juliana Barreto, quien logró cierto protagonismo en la vida nacional dada su participación en el programa Shark Tank dirigido a emprendedores, es abogada, hija del empresario Francisco Barreto y de la manizalita Helena, una mujer que dedicó su vida a ayudar a los niños menos favorecidos sacándolos de las alcantarillas de la mano del padre Javier de Nicoló. Sus primeros años los vivió rodeada de estos niños y de sus dos hermanos menores.

Juliana, a quien le dicen Julita, creció en una finca en Siberia en el seno de una familia que le brindó siempre mucho afecto, dedicación y cuidados. Cuando nació su hermana Isabel sintió tal nivel de celos que decían que tenía el “síndrome del sollozo”. Si bien es consentida, eso no le resta profesionalismo en su calidad de consultora, mentora de emprendedores, speaker internacional y miembro del grupo G:100 de Women Economic Forum.

Estudió, al igual que su hermana, en colegio de monjas benedictinas y su hermano Ernesto en el Gimnasio Moderno. Era su papá quien los recibía del colegio y atendía que hicieran sus tareas, que asistieran a clases de música y que disfrutaran de las delicias que ofrece la vida en el campo.  Esa libertad que brinda la naturaleza ayudó a diseñar su carácter que es alegre, sociable y desprevenido.

Reconoce que se graduó gracias al empeño que pusieron sus amigos en que sacara adelante la carrera, pues estando en sexto semestre vivió una crisis vocacional que la llevó a considerar cambiarse a la Facultad de Comunicación. Juliana ya había tenido alguna experiencia en medios cuando Yamid Amat Laserna la invitaba a su programa La hora del regreso.

Una forma de manifestar su gratitud es mencionándolos, son ellos: Darío Laguado, socio de Brigard & Urrutia; Luis Enrique García de Brigard, quien fuera viceministro de educación; David López Bruce, quien estuvo vinculado a Brigard & Urrutia y al Nature Conservancy en Washington; Andrés Ordoñez, trabajó en los Estados Unidos mucho tiempo y en Garrigues; Nicolás Cuadros, abogado corporativo de la Philips Morris; Jerónimo Silva, vinculado a Probogotá. También le agradece al vicerrector de ese momento, el padre Álvarez.

Juliana o Julita, comenzó su vida profesional en Sofasa y estando allí su mamá se enfermó gravemente quedando en estado de coma por una meningitis bacteriana que la dejó tres meses hospitalizada. Alcanzaron a firmar autorizaciones ante la recomendación médica de desconectarla, por fortuna alcanzó a despertar. Quedó sorda cuando en una recaída sufrió isquemia calcificándosele los nervios cocleares.

Al igual que su mamá, Juliana tiene el gen de la asistencia social. Por un tiempo se instaló en México, donde se enamoró, pero luego decidió regresar a su país. Viajó a Chile donde recibió capacitación dada su vinculación a Derco. Más adelante se vinculó a un fondo de inversión para luego trabajar en la empresa que fundaron sus papás hace más de tres décadas, Productos La Carreta, lo que le significó una dulce experiencia, pues se trata de una empresa de dulces en la que producen arequipe, leche condensada, salsas de frutas.

En Shark Tank se mezclaron su afición por las comunicaciones y su gusto por el emprendimiento con una personalidad que se adaptaba perfectamente al formato del programa. Recibió críticas como el que Juliana no es en sí misma una emprendedora, sino hija de empresario, una heredera, término con el que buscaron descalificarla. Pero sus logros profesionales dan fe de sus calidades en el mundo corporativo.

Conoció a su esposo en una fiesta y se casaron en Nueva York, luego hicieron una ceremonia muy emotiva en Colombia. Juliana me contó sus experiencias de vida de manera muy espontánea y coloquial que consigné a manera de monólogo en mi página Memorias conversadas. Pueden leerla aquí.

Por Isabel López Giraldo

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