La felicidad es estar en el presente
Sherab, quien obtuvo el título de Gueshe, un grado académico otorgado a algunos monjes dentro del budismo tibetano, está de visita en Colombia y, a partir de su formación y experiencias, habló de sus aprendizajes acerca del mundo y de la vida.
Hablemos de sus orígenes y de lo que lo motivó a ser monje.
Nací en Bután, entre China e India, en donde todos somos budistas. Cuando cumplí 13 años decidí entrar a un monasterio, que quedaba en la cima de la montaña. Allí empecé mis estudios monásticos y rituales junto a 500 monjes. Como la filosofía tibetana nunca se acaba y siempre hay algo qué aprender, seguí estudiando durante más de diez años: me especialicé en gramática tibetana, textos, clases de filosofía, y filosofía budista. En 2013, decidí irme a México a enseñarle a la gente sobre cómo encontrar la felicidad y las meditaciones, porque eso fue lo que yo aprendí y quiero ayudar a que la gente lo conozca.
¿Cómo fue entrar al monasterio siendo un niño?
Cuando tenemos 13 años estamos pensando en nuestros papás, en lo que queremos comer y en lo que queremos hacer para jugar. Pero yo solo tenía el anhelo de ser monje. Claro que extrañaba mucho a mi papá y a mi mamá, pero un monje nunca está triste. Nosotros no tenemos depresión, estrés o ansiedad, porque estamos estudiando para encontrar y lograr la paz, y en Bután yo medité mucho, así que eso me ayudó.
Cuando llegó a México, ¿cuál fue el mayor choque cultural con el que se encontró?
Fue muy difícil, porque la vida cambió totalmente. En el monasterio vivimos solo los monjes, y nosotros bromeamos mucho, como unos niños, pero nadie se molesta. Pero cuando llegué a Occidente yo hacía eso con la gente, y ellos se quedaban en silencio y no entendía por qué pasaba eso. Fue algo complicado.
¿Y cuáles han sido las cosas que lo han emocionado de este lado del mundo?
Yo tengo amigos de todos los lados del mundo, pero con quienes más conecto es con los latinoamericanos, porque me siento todavía más cerca de los tibetanos, ya que también les gusta comer bien y siempre hay una sonrisa en la cara. Así mismo, son muy amables y tienen una cultura muy especial y espiritual, algo que es valioso y no se encuentra en otros lugares. Yo me siento en mi casa, en mi país.
Ya que mencionó lo espiritual, ¿qué es el espíritu para usted?
Hay gente que dice que hasta matar animales es algo espiritual, pero lo espiritual está en trabajar contigo mismo para mejorar tu vida y también para ayudar a otras personas, y así encontrar la paz y la armonía. Lo espiritual hace referencia a buscar la felicidad dentro de ti, y a lograr vivir satisfecho con pocas cosas.
Algo que siempre se destaca de la meditación y otras prácticas del budismo es la posibilidad de encontrar la felicidad, pero para usted ¿qué es la felicidad?
Cuando aprendes acerca de las meditaciones, comprendes la importancia de vivir en el presente. Nuestra vida muchas veces nos trae toda la energía del pasado y también del futuro, y eso nunca nos permite disfrutar del presente... Eso es la felicidad: estar en el presente y meditar.
Entre tantas cosas que ha mencionado, ¿cuál cree que es la que nos urge aprender?
Hay muchos temas por aprender. Por ejemplo, el budismo es para todos, hasta para los animales. Lo importante para nosotros es la compasión, poder entender los otros mundos sin juzgar, ni criticar.
¿Cómo logramos ser compasivos con nosotros y con los demás?
Hay unas meditaciones muy profundas para llegar a eso. La compasión significa la oportunidad de liberarnos y liberarse de los problemas y los sufrimientos. En parte, eso es lo que hacen nuestros padres, y que veo que también buscan los colombianos. Esa mentalidad está en todos, pero tenemos que sobrepasar los obstáculos para encontrarlo. No importa si eres abogado o policía, todos tienen angustias.
¿Qué sueña para su vida?
Siempre he tenido muchos sueños. Cuando era chiquito y estaba en el monasterio, quería irme a vivir a una montaña sin gente. Pero, finalmente, hay sueños que uno no puede obtener, porque eso depende también de tu vida y de dónde estás. Sin embargo, aún guardo el anhelo de enseñar a la gente, y que logren su máximo nivel de paz. Quiero compartir todo lo que sé, para encontrarnos en la felicidad.
Hablemos de sus orígenes y de lo que lo motivó a ser monje.
Nací en Bután, entre China e India, en donde todos somos budistas. Cuando cumplí 13 años decidí entrar a un monasterio, que quedaba en la cima de la montaña. Allí empecé mis estudios monásticos y rituales junto a 500 monjes. Como la filosofía tibetana nunca se acaba y siempre hay algo qué aprender, seguí estudiando durante más de diez años: me especialicé en gramática tibetana, textos, clases de filosofía, y filosofía budista. En 2013, decidí irme a México a enseñarle a la gente sobre cómo encontrar la felicidad y las meditaciones, porque eso fue lo que yo aprendí y quiero ayudar a que la gente lo conozca.
¿Cómo fue entrar al monasterio siendo un niño?
Cuando tenemos 13 años estamos pensando en nuestros papás, en lo que queremos comer y en lo que queremos hacer para jugar. Pero yo solo tenía el anhelo de ser monje. Claro que extrañaba mucho a mi papá y a mi mamá, pero un monje nunca está triste. Nosotros no tenemos depresión, estrés o ansiedad, porque estamos estudiando para encontrar y lograr la paz, y en Bután yo medité mucho, así que eso me ayudó.
Cuando llegó a México, ¿cuál fue el mayor choque cultural con el que se encontró?
Fue muy difícil, porque la vida cambió totalmente. En el monasterio vivimos solo los monjes, y nosotros bromeamos mucho, como unos niños, pero nadie se molesta. Pero cuando llegué a Occidente yo hacía eso con la gente, y ellos se quedaban en silencio y no entendía por qué pasaba eso. Fue algo complicado.
¿Y cuáles han sido las cosas que lo han emocionado de este lado del mundo?
Yo tengo amigos de todos los lados del mundo, pero con quienes más conecto es con los latinoamericanos, porque me siento todavía más cerca de los tibetanos, ya que también les gusta comer bien y siempre hay una sonrisa en la cara. Así mismo, son muy amables y tienen una cultura muy especial y espiritual, algo que es valioso y no se encuentra en otros lugares. Yo me siento en mi casa, en mi país.
Ya que mencionó lo espiritual, ¿qué es el espíritu para usted?
Hay gente que dice que hasta matar animales es algo espiritual, pero lo espiritual está en trabajar contigo mismo para mejorar tu vida y también para ayudar a otras personas, y así encontrar la paz y la armonía. Lo espiritual hace referencia a buscar la felicidad dentro de ti, y a lograr vivir satisfecho con pocas cosas.
Algo que siempre se destaca de la meditación y otras prácticas del budismo es la posibilidad de encontrar la felicidad, pero para usted ¿qué es la felicidad?
Cuando aprendes acerca de las meditaciones, comprendes la importancia de vivir en el presente. Nuestra vida muchas veces nos trae toda la energía del pasado y también del futuro, y eso nunca nos permite disfrutar del presente... Eso es la felicidad: estar en el presente y meditar.
Entre tantas cosas que ha mencionado, ¿cuál cree que es la que nos urge aprender?
Hay muchos temas por aprender. Por ejemplo, el budismo es para todos, hasta para los animales. Lo importante para nosotros es la compasión, poder entender los otros mundos sin juzgar, ni criticar.
¿Cómo logramos ser compasivos con nosotros y con los demás?
Hay unas meditaciones muy profundas para llegar a eso. La compasión significa la oportunidad de liberarnos y liberarse de los problemas y los sufrimientos. En parte, eso es lo que hacen nuestros padres, y que veo que también buscan los colombianos. Esa mentalidad está en todos, pero tenemos que sobrepasar los obstáculos para encontrarlo. No importa si eres abogado o policía, todos tienen angustias.
¿Qué sueña para su vida?
Siempre he tenido muchos sueños. Cuando era chiquito y estaba en el monasterio, quería irme a vivir a una montaña sin gente. Pero, finalmente, hay sueños que uno no puede obtener, porque eso depende también de tu vida y de dónde estás. Sin embargo, aún guardo el anhelo de enseñar a la gente, y que logren su máximo nivel de paz. Quiero compartir todo lo que sé, para encontrarnos en la felicidad.