La importancia de la curaduría cinematográfica
El crítico y curador de cine italiano Carlo Chatrian fue invitado al Festival de Cine Europeo (Eurocine), que tiene lugar en Colombia hasta el 19 de mayo. Chatrian seleccionó películas para una sección especial del festival y dictó un laboratorio de curaduría junto a la bogotana María Paula Lorgia Garnica.
Mateo Medina Escobar
¿Cómo recibió la invitación a participar en Eurocine y qué opina del festival?
La invitación fue una sorpresa para mí. Siempre me ha gustado hablar con gente que no conozco, y seleccionar películas es una manera de tener distintas conversaciones. Antes, participé en el Festival de Cine de Cartagena y aunque la experiencia fue muy linda, se trató de un festival para profesionales que llegan de todo el mundo. Eurocine es un festival conectado con el público, lo cual es muy importante.
¿Cómo preparó la curaduría de películas para la sección especial de Eurocine?
La selección es el resultado de una discusión que tuve con Lucía González, la directora de Eurocine, y María Paula Lorgia. Son obras que tuvieron un impacto en mi vida como espectador, pero la idea siempre fue pensar en el público y en lo que se le puede ofrecer. También buscamos sorprenderlo, ya que no son películas tan conocidas. Mi trabajo como curador de cine es, en parte, abrir ventanas. Espero que las cintas que seleccioné emocionen al público y lo alienten a seguir explorando.
¿Por qué es importante la curaduría cinematográfica?
Vivimos en una época donde es posible conseguir cualquier película, pues, en teoría, todo es factible en internet. Sin embargo, me parece que la probabilidad de ver películas distintas es menor, porque es como en el supermercado: los productos que están a la vista son los que más se venden. La curaduría es una forma de posicionar en un lugar más visible a las películas que no tienen los recursos para ello.
Estará dando un laboratorio sobre curaduría de cine. ¿Cuáles son las claves para realizar esta labor?
Ser curioso. No parar nunca de buscar, de escuchar. Para mí, la curaduría es también una experiencia de aprendizaje, de ver lo que la gente ve hoy en día. Creo que la curaduría siempre tiene una doble relación. Primero, con la historia del cine, por lo que hay que conocer bien la materia. Y, por otro lado, conocer bastante bien al público al que se dirige. Esto no es un acto abstracto de elegir una película que vive en un vacío. La película existe solo cuando está proyectada en una sala de cine.
¿Qué lo llevó a convertirse en crítico de cine?
Desde el principio, empecé a escribir sobre cine. Para mí, escribir es otra forma de hablar o explicar una película. También se trata de entender lo que una película ha despertado en mí, es una manera de explorarme mejor. Cuando hacemos críticas de cine, siempre expresamos nuestro punto de vista; no creo que exista una crítica objetiva. Siempre es la perspectiva de una persona sobre el trabajo de un colectivo. El objetivo es crear un puente entre el autor, el lector y la película. Y eso no es tan diferente del trabajo de la curaduría.
¿Crecer en Turín lo ayudó en su formación y carrera?
Mi formación cinematográfica estuvo muy influenciada por mi origen italiano y mi residencia en un pueblo cercano a Francia y Suiza. Me encontré más conectado con la crítica francesa que con la italiana, especialmente a través de publicaciones como Cahiers du Cinéma y el movimiento de la Nouvelle Vague. Además, mi experiencia de estudiar en Francia amplió aún más mi perspectiva. Fue importante para mí no limitarme a una sola nacionalidad cinematográfica, sino tener la oportunidad de colaborar con personas de otros países y establecer diálogos interculturales.
¿Qué es lo que más le gusta del cine?
El cine ofrece una experiencia verdaderamente paradójica. Por un lado, asistir a una sala de cine es una vivencia colectiva; sin embargo, la película llega a cada individuo de manera única y personal. La presencia de otras personas en la sala añade una dimensión especial a esta experiencia. Siempre es un misterio cómo se desarrollan al mismo tiempo y de una manera tan distinta. En ocasiones, puede surgir un conflicto cuando las percepciones de la película difieren entre los espectadores. No obstante, también hay momentos de conexión, como cuando toda la sala se sumerge en una risa o una tensión compartida. En el cine hay algo que tiene que ver mucho con la emoción básica de un niño. Para gente como yo, que ve tantas películas, es difícil llegar a ese lugar, pero lo logro.
¿Cómo recibió la invitación a participar en Eurocine y qué opina del festival?
La invitación fue una sorpresa para mí. Siempre me ha gustado hablar con gente que no conozco, y seleccionar películas es una manera de tener distintas conversaciones. Antes, participé en el Festival de Cine de Cartagena y aunque la experiencia fue muy linda, se trató de un festival para profesionales que llegan de todo el mundo. Eurocine es un festival conectado con el público, lo cual es muy importante.
¿Cómo preparó la curaduría de películas para la sección especial de Eurocine?
La selección es el resultado de una discusión que tuve con Lucía González, la directora de Eurocine, y María Paula Lorgia. Son obras que tuvieron un impacto en mi vida como espectador, pero la idea siempre fue pensar en el público y en lo que se le puede ofrecer. También buscamos sorprenderlo, ya que no son películas tan conocidas. Mi trabajo como curador de cine es, en parte, abrir ventanas. Espero que las cintas que seleccioné emocionen al público y lo alienten a seguir explorando.
¿Por qué es importante la curaduría cinematográfica?
Vivimos en una época donde es posible conseguir cualquier película, pues, en teoría, todo es factible en internet. Sin embargo, me parece que la probabilidad de ver películas distintas es menor, porque es como en el supermercado: los productos que están a la vista son los que más se venden. La curaduría es una forma de posicionar en un lugar más visible a las películas que no tienen los recursos para ello.
Estará dando un laboratorio sobre curaduría de cine. ¿Cuáles son las claves para realizar esta labor?
Ser curioso. No parar nunca de buscar, de escuchar. Para mí, la curaduría es también una experiencia de aprendizaje, de ver lo que la gente ve hoy en día. Creo que la curaduría siempre tiene una doble relación. Primero, con la historia del cine, por lo que hay que conocer bien la materia. Y, por otro lado, conocer bastante bien al público al que se dirige. Esto no es un acto abstracto de elegir una película que vive en un vacío. La película existe solo cuando está proyectada en una sala de cine.
¿Qué lo llevó a convertirse en crítico de cine?
Desde el principio, empecé a escribir sobre cine. Para mí, escribir es otra forma de hablar o explicar una película. También se trata de entender lo que una película ha despertado en mí, es una manera de explorarme mejor. Cuando hacemos críticas de cine, siempre expresamos nuestro punto de vista; no creo que exista una crítica objetiva. Siempre es la perspectiva de una persona sobre el trabajo de un colectivo. El objetivo es crear un puente entre el autor, el lector y la película. Y eso no es tan diferente del trabajo de la curaduría.
¿Crecer en Turín lo ayudó en su formación y carrera?
Mi formación cinematográfica estuvo muy influenciada por mi origen italiano y mi residencia en un pueblo cercano a Francia y Suiza. Me encontré más conectado con la crítica francesa que con la italiana, especialmente a través de publicaciones como Cahiers du Cinéma y el movimiento de la Nouvelle Vague. Además, mi experiencia de estudiar en Francia amplió aún más mi perspectiva. Fue importante para mí no limitarme a una sola nacionalidad cinematográfica, sino tener la oportunidad de colaborar con personas de otros países y establecer diálogos interculturales.
¿Qué es lo que más le gusta del cine?
El cine ofrece una experiencia verdaderamente paradójica. Por un lado, asistir a una sala de cine es una vivencia colectiva; sin embargo, la película llega a cada individuo de manera única y personal. La presencia de otras personas en la sala añade una dimensión especial a esta experiencia. Siempre es un misterio cómo se desarrollan al mismo tiempo y de una manera tan distinta. En ocasiones, puede surgir un conflicto cuando las percepciones de la película difieren entre los espectadores. No obstante, también hay momentos de conexión, como cuando toda la sala se sumerge en una risa o una tensión compartida. En el cine hay algo que tiene que ver mucho con la emoción básica de un niño. Para gente como yo, que ve tantas películas, es difícil llegar a ese lugar, pero lo logro.