Fotografía del pasado 24 de noviembre del Parque Conmemorativo Inflexión donde antiguamente quedaba el edificio Mónaco, residencia del narcotraficante Pablo Escobar, en Medellín.
Foto: EFE - Luis Eduardo Noriega A.
No dejo de pensar en el estado en el que cayó el país que hace 30 años se celebró y se agradeció la muerte de un ser humano, pero no de un ser humano cualquiera, porque no fue cualquiera, sino de uno que hizo mucho daño y dejó secuelas que aún hoy parecen difíciles de borrar. La dimensión de la figura del mayor capo del narcotráfico es tan grande que incluso tres décadas después se siguen viendo los alcances de sus acciones. Aún hoy hay mucho por contar, y mucho por reflexionar.