Laura Latiff o cuando lo genuino trasciende
Laura Latiff, compositora y autora, habló sobre su libro “Perder la locura” y la relación entre música y poesía.
Andrés Osorio Guillott
El día de la presentación del libro Perder la locura, Laura Latiff invitó a los asistentes a que fueran ellos los que leyeran los poemas que se incluyen en su obra, pues ella siente que lo que allí escribió ya no le pertenece, ya hace parte de los recuerdos que quedaron al escribir cada verso, y ahora cada frase y cada palabra le correspondían a los lectores, a los azares a los que se somete la literatura y su alcance en el mundo.
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El día de la presentación del libro Perder la locura, Laura Latiff invitó a los asistentes a que fueran ellos los que leyeran los poemas que se incluyen en su obra, pues ella siente que lo que allí escribió ya no le pertenece, ya hace parte de los recuerdos que quedaron al escribir cada verso, y ahora cada frase y cada palabra le correspondían a los lectores, a los azares a los que se somete la literatura y su alcance en el mundo.
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“Nunca tuve un deseo por la poesía. No era lectora, no la entendía porque me parecía una cosa muy extraña. Hasta mis 25 años era un terreno lejano para mí. Yo entré al taller de escritura por una novela en la que vengo trabajando casi cuatro años y medio y llegué con eso en la cabeza. Recuerdo que para uno de los ejercicios tocaba escribir poemas, y eso para mí era raro, pero empecé a recordar epígrafes de libros y no veía estas influencias como poemas. Siempre me ha inquietado el valor que tienen las frases que terminan tan pronto y que dicen tanto. Ahí dije que había entendido la receta de lo que había que hacer, y casi que por imitación empecé a hacerlo así. Y también me conecté con un lado de mí que me ha servido mucho porque es precisamente llegar a zonas que nunca esperabas que hicieran parte de ti”, dijo Laura Latiff.
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Frases cortas. Momentos de inspiración. Hay un valor importante de lo genuino en lo que hace Latiff, pues si bien la acumulación de estos instantes están asociados con un sentido de vida, una convicción y una disciplina, es este valor de lo natural lo que parece sobresalir y no solo en la poesía, sino también en la música.
Fotomat es su otro proyecto. Desde hace años integra esta banda de rock bogotana. La voz, la guitarra y la composición le corresponden. A la música llegó porque afirma que desde pequeña le resultaba fácil aprenderse las canciones, incluso las que no le gustaban. Una de las primera canciones que pudo interpretar en la guitarra fue Linger, de The Cranberries. Huracán, uno de los sencillos de la banda, surgió una tarde en la que la tristeza la embargaba. “Recuerdo haber tenido la melodía dentro de mí, pero la letra en lo absoluto. Llegué a la casa de mi mamá, estaba muy triste y tuve esa melodía en la cabeza. Decidí componer una canción ese día. Cogí un cuaderno y empecé a anotar: Huracán que se cuela...”, rememoró Latiff, que pensó en ese momento en que contaba esta historia que quizá “La fuerza de la tristeza puede ser mayor a la de las alegrías”.
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Recordé La canción de las bestias, una de las más recientes de Fito Páez, que dice: “La pregunta es: ¿Cómo creen que se puede arreglar Un mundo donde todos llevan la razón?”, cuando Latiff aseguró que no le interesan las batallas donde se busca tener la verdad. Aprendió con el paso del tiempo a despojarse de esa vanidad. Y por no casarse con lo normativo, lo verdadero, es que escribió Perder la locura, el poema que le da el nombre a su libro y que dice No me interesa perder la locura. / No podré sentirme tan bien / sin el bienestar de no entender. / A una solución-un nuevo problema, / algo menos profundo que solo existir / El misterio es una búsqueda de vida / y la incertidumbre se renueva según voy.
“Lo que más alivio me ha dado en momentos críticos es pensar que siempre hay algo más. Yo relaciono la cordura con buscar soluciones donde siempre están, y para mí la locura es salirse de cualquier regulación o de lo que otras personas llaman lo normal o lo corriente. Cuando mejor he estado es cuando he estado pensando en lo que es extraño y salido de los estándares de quietud”, concluyó Laura Latiff.