Laureano Rodríguez: “Somos lo que ingerimos”
Laureano Rodríguez, uno de los pioneros de la dermatología veterinaria en Colombia, habló de su formación, su experiencia médica y las reflexiones que conlleva la enseñanza de la nutrición en la salud dermatológica de los animales de compañía.
Usted es médico veterinario y fue un pionero en el campo de la dermatología de animales de compañía. Cuéntenos un poco sobre su trayectoria.
Yo soy egresado de la Universidad Nacional de Colombia hace casi 50 años. Comencé mi ejercicio profesional de la medicina y en la práctica diaria, muy pronto reconocí la importancia de la dermatología en el cuidado de los animales de compañía. Durante los últimos 36 años, me he dedicado exclusivamente a esta especialidad en mi consulta privada, y además como docente y conferencista nacional e internacional de dermatología. Hoy en día imparto conferencias y módulos en programas de diplomado y especialización. Este es el equilibrio que he encontrado entre mi afinidad y gusto por la dermatología veterinaria y mi compromiso con la enseñanza dentro de la comunidad profesional.
Usted hace parte de la sociedad latinoamericana de dermatología, así como de la sociedades europea y brasilera. Cuéntenos sobre este trabajo y las funciones que se cumplen allí.
Además de mi ejercicio profesional privado en Colombia, mantengo mi vínculo con la especialidad de dermatología activo. Soy miembro de la Asociación Colombiana de Dermatología (ACDV), de la cual fui presidente fundador. Además, mantengo vigente mi condición como miembro activo de las Sociedades Brasileña (SBDV), Europea (ESVD), y Latinoamericana (SLDV), de la cual también fui socio fundador y hoy expresidente.
Estas asociaciones desempeñan un papel fundamental en la promoción y difusión del conocimiento de la “especialidad de especialidades”, como se le reconoce a la dermatología. Mi objetivo se centró en la orientación y difusión de la innegable preponderancia médica de la especialidad, inicialmente en Colombia, pero también en América Latina, impartiendo conferencias en diferentes países de la región, tanto de manera presencial como virtual.
Hace algunos años la dermatología no era una especialidad y su trabajo ha sido fundamental para tenerla en cuenta…
Esta especialidad, tanto en medicina veterinaria como en medicina humana, es relativamente nueva. En medicina veterinaria lleva aproximadamente 5 lustros. Cuando apenas se iniciaba en Latinoamérica fui uno de los primeros en analizar, hablar y difundir su importancia. Esta especialidad es crucial ya que a la piel se le reconoce, como el mejor indicador de salud o enfermedad y se la considera el “sistema u órgano madre”, por muchas razones, pues, por ejemplo; se “sacrifica” en condiciones de déficit nutricional, en favor del funcionamiento de otros sistemas vitales.
Llama mucho la atención cómo su trabajo le ha abierto el camino a otros profesionales de su área…
Durante mis años en la medicina general, observé que al menos la mitad de los pacientes que llegaban a mi consulta, independientemente del motivo de la visita, presentaban algún problema en su pelo o en su piel. Tras ocho años de investigación y experiencia, comprendí la importancia de la dermatología veterinaria. Decidí especializarme por completo en esta área. Dado el limitado acceso a servicios dermatológicos, también participé en la formación de nuevos profesionales a través de la universidad. Hoy en día, la dermatología veterinaria es altamente solicitada, con numerosos médicos interesados en estudiar y dedicarse a esta especialidad.
En el camino docente hay retos distintos. ¿Qué reflexiones le trae este ejercicio profesional?
Tengo una experiencia invaluable que no puedo pagarle a la vida. Durante mi formación, tuve varios maestros de los cuales conservo recuerdos y a los que les agradezco enormemente. Sin embargo, ser docente para mí significa mucho más que transmitir conocimientos. Se trata de ser un formador, especialmente para aquellos futuros colegas, los compañeros de profesión. Hoy en día, con el avance de la tecnología y la inteligencia artificial, los medios de comunicación y la virtualidad han cambiado la dinámica educativa. Sin embargo, lo esencial sigue siendo escuchar a alguien que posee experiencia, pericia y conocimiento adquirido a través de la práctica diaria.
Usted ve a los animales como pacientes y como parte fundamental de la vida de los seres humanos…
Definitivamente, considero que tengo una relación especial con mis pacientes, a quienes profeso profundo respeto. Así es como los trato y atiendo en el acto médico de la consulta. Algunas personas presumen y preguntan si estudié medicina veterinaria porque debo amar a los animales. Estudiar medicina no necesariamente implica “amar a los pacientes”. Yo estudié y me formé profesionalmente como médico de animales de compañía, debido a la estrecha relación “humano-animal”, al ser considerados hoy por hoy como “miembros de la familia”. Para mí, la integración de la triada “médico-paciente-propietario” es clave en la práctica diaria, y el paciente es el centro de atención.
¿Qué reflexiones le trae todo su camino profesional?
Si yo reviso mi existencia con el espejo retrovisor, me llega solamente una reafirmación: elegí lo que debía elegir. Me siento absolutamente satisfecho con mi labor. Considero que estoy prestando un servicio a un paciente, a ese ser vivo. Y que el trabajo del médico veterinario y de los animales de compañía es fundamental.
¿Respecto a la salud dermatológica qué mensaje le gustaría recalcar?
La salud en general tiene que ver con la nutrición. Lo dijo el padre de la medicina: “que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”. En una frase: somos lo que ingerimos, lo que comemos. La nutrición es fundamental para la vida en general, imaginemos el impacto que tiene sobre la piel, siendo la piel el sistema orgánico, quizás más exigente desde el punto de vista nutricional. Por ello debemos, alimentar muy bien a los animales de compañía, y así nutrirlos adecuadamente.
Usted es médico veterinario y fue un pionero en el campo de la dermatología de animales de compañía. Cuéntenos un poco sobre su trayectoria.
Yo soy egresado de la Universidad Nacional de Colombia hace casi 50 años. Comencé mi ejercicio profesional de la medicina y en la práctica diaria, muy pronto reconocí la importancia de la dermatología en el cuidado de los animales de compañía. Durante los últimos 36 años, me he dedicado exclusivamente a esta especialidad en mi consulta privada, y además como docente y conferencista nacional e internacional de dermatología. Hoy en día imparto conferencias y módulos en programas de diplomado y especialización. Este es el equilibrio que he encontrado entre mi afinidad y gusto por la dermatología veterinaria y mi compromiso con la enseñanza dentro de la comunidad profesional.
Usted hace parte de la sociedad latinoamericana de dermatología, así como de la sociedades europea y brasilera. Cuéntenos sobre este trabajo y las funciones que se cumplen allí.
Además de mi ejercicio profesional privado en Colombia, mantengo mi vínculo con la especialidad de dermatología activo. Soy miembro de la Asociación Colombiana de Dermatología (ACDV), de la cual fui presidente fundador. Además, mantengo vigente mi condición como miembro activo de las Sociedades Brasileña (SBDV), Europea (ESVD), y Latinoamericana (SLDV), de la cual también fui socio fundador y hoy expresidente.
Estas asociaciones desempeñan un papel fundamental en la promoción y difusión del conocimiento de la “especialidad de especialidades”, como se le reconoce a la dermatología. Mi objetivo se centró en la orientación y difusión de la innegable preponderancia médica de la especialidad, inicialmente en Colombia, pero también en América Latina, impartiendo conferencias en diferentes países de la región, tanto de manera presencial como virtual.
Hace algunos años la dermatología no era una especialidad y su trabajo ha sido fundamental para tenerla en cuenta…
Esta especialidad, tanto en medicina veterinaria como en medicina humana, es relativamente nueva. En medicina veterinaria lleva aproximadamente 5 lustros. Cuando apenas se iniciaba en Latinoamérica fui uno de los primeros en analizar, hablar y difundir su importancia. Esta especialidad es crucial ya que a la piel se le reconoce, como el mejor indicador de salud o enfermedad y se la considera el “sistema u órgano madre”, por muchas razones, pues, por ejemplo; se “sacrifica” en condiciones de déficit nutricional, en favor del funcionamiento de otros sistemas vitales.
Llama mucho la atención cómo su trabajo le ha abierto el camino a otros profesionales de su área…
Durante mis años en la medicina general, observé que al menos la mitad de los pacientes que llegaban a mi consulta, independientemente del motivo de la visita, presentaban algún problema en su pelo o en su piel. Tras ocho años de investigación y experiencia, comprendí la importancia de la dermatología veterinaria. Decidí especializarme por completo en esta área. Dado el limitado acceso a servicios dermatológicos, también participé en la formación de nuevos profesionales a través de la universidad. Hoy en día, la dermatología veterinaria es altamente solicitada, con numerosos médicos interesados en estudiar y dedicarse a esta especialidad.
En el camino docente hay retos distintos. ¿Qué reflexiones le trae este ejercicio profesional?
Tengo una experiencia invaluable que no puedo pagarle a la vida. Durante mi formación, tuve varios maestros de los cuales conservo recuerdos y a los que les agradezco enormemente. Sin embargo, ser docente para mí significa mucho más que transmitir conocimientos. Se trata de ser un formador, especialmente para aquellos futuros colegas, los compañeros de profesión. Hoy en día, con el avance de la tecnología y la inteligencia artificial, los medios de comunicación y la virtualidad han cambiado la dinámica educativa. Sin embargo, lo esencial sigue siendo escuchar a alguien que posee experiencia, pericia y conocimiento adquirido a través de la práctica diaria.
Usted ve a los animales como pacientes y como parte fundamental de la vida de los seres humanos…
Definitivamente, considero que tengo una relación especial con mis pacientes, a quienes profeso profundo respeto. Así es como los trato y atiendo en el acto médico de la consulta. Algunas personas presumen y preguntan si estudié medicina veterinaria porque debo amar a los animales. Estudiar medicina no necesariamente implica “amar a los pacientes”. Yo estudié y me formé profesionalmente como médico de animales de compañía, debido a la estrecha relación “humano-animal”, al ser considerados hoy por hoy como “miembros de la familia”. Para mí, la integración de la triada “médico-paciente-propietario” es clave en la práctica diaria, y el paciente es el centro de atención.
¿Qué reflexiones le trae todo su camino profesional?
Si yo reviso mi existencia con el espejo retrovisor, me llega solamente una reafirmación: elegí lo que debía elegir. Me siento absolutamente satisfecho con mi labor. Considero que estoy prestando un servicio a un paciente, a ese ser vivo. Y que el trabajo del médico veterinario y de los animales de compañía es fundamental.
¿Respecto a la salud dermatológica qué mensaje le gustaría recalcar?
La salud en general tiene que ver con la nutrición. Lo dijo el padre de la medicina: “que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”. En una frase: somos lo que ingerimos, lo que comemos. La nutrición es fundamental para la vida en general, imaginemos el impacto que tiene sobre la piel, siendo la piel el sistema orgánico, quizás más exigente desde el punto de vista nutricional. Por ello debemos, alimentar muy bien a los animales de compañía, y así nutrirlos adecuadamente.