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“Devuélveme la vida” es la nueva novela del canal Caracol, que usted protagoniza. ¿De qué se trata esta historia?
Devuélveme la vida narra la vida de Mariana Azcárate, la hija del dueño de una hacienda algodonera. Su madre fallece y su padre, muy afectado, se sumerge en el trabajo y el alcohol. Así, Mariana termina creciendo con los jornaleros de la hacienda, quienes se convierten en su familia. Ella se enamora de Joaquín Mosquera, el hijo del capataz de la hacienda. La historia es sobre un amor prohibido de la época, pero también se centra en asuntos como la discriminación, el racismo y el machismo. Temas que tristemente siguen siendo muy actuales.
¿Qué comentarios han recibido con respecto a tocar temas como la discriminación racial? ¿Cuál ha sido la respuesta de los espectadores?
Ha sido positiva. Cuando abordamos estas realidades, muchas veces hay que mostrarlas tal como son para que podamos entender la gravedad y las terribles consecuencias de estos comportamientos arraigados culturalmente. El tema de la discriminación no es solo racial, sino también de género. Esos aspectos de nuestra sociedad son realmente tristes y negativos. Por muy locas que nos parezcan las historias que vemos en televisión, siempre hay alguien que ha vivido algo similar o peor.
¿Cómo llegó este papel a su vida?
Para la segunda etapa de la vida de mi personaje hicieron muchas audiciones en Colombia, yo llegué el último día del casting. Creo que se trata de una de esas cosas que son para uno. Había una parte de mí que creía que era la actriz adecuada para este papel. Recuerdo que cuando mi mánager me llamó me dijo: “Paula”, y yo ya entendí todo. Le dije: “No lo puedo creer.” Fue muy emocionante.
Usted ha trabajado en cine, televisión, series y teatro. ¿Cuáles son los retos de protagonizar una telenovela?
Nunca había sido protagonista de una telenovela. El melodrama es un género muy retador, necesitas muy buenos actores para darle verdad a historias que pueden parecer muy locas. Mi personaje, Mariana Azcárate, vive cosas que una persona normal podría experimentar durante 10 vidas. Ser protagonista también es muy exigente, porque estás grabando todo el tiempo. Necesitas estar en buena forma, muy concentrado, disciplinado. Yo estuve seis meses metida en una hacienda, completamente dedicada al trabajo.
Se trata entonces de un trabajo muy exigente en cuanto a lo físico. ¿Cómo se prepara para mantenerse saludable?
Sí, es muy exigente. Intentaba hacer al menos diez minutos de ejercicio diario y cuidaba mucho mi alimentación para tener energía. Las jornadas de grabación eran largas y en locaciones difíciles. Grabas escenas de llanto, dolor, tristeza, rabia, felicidad, pasión y alegría, todo en el mismo día. Si no estás bien físicamente, te enfermas y no puedes grabar. Llorar en una escena significa que tu cuerpo está realmente llorando. No se trata de verse bonito, sino de aguantar el rodaje y dar lo mejor de ti en cada escena.
¿En su trabajo como actriz ha sentido algún tipo de carga con respecto al tema de la belleza?
Hasta mis veintes, como muchas mujeres, me sentí presionada por lo que significaba ser bella y protagonista: una persona feliz, hermosa, delgada. Cosas completamente absurdas. Con el tiempo y mi carrera, empecé a enfocarme más en la autenticidad y las motivaciones de los personajes. Hasta me llegué a olvidar de mi propia imagen. Pero en una historia audiovisual, es importante cómo te ves y cómo está caracterizado el personaje. Es verdad que a las actrices se nos exige mucho y hay una presión por ser delgadas, lindas, felices, agradables y buenas intérpretes. Después de ser mamá me liberé como actriz y eso me permitió explorar más.
¿Cuándo comenzó su carrera? ¿Cómo fueron esos primeros años?
Siempre me encantó el arte. Algún día tuve la fortuna de ver, en Bucaramanga, una obra de teatro y quedé impresionada. La actriz tenía puesto un vestido divino y no rompía la cuarta pared. Salí diciendo que eso era lo que quería hacer en mi vida. Mi abuela me sugirió ir a la Escuela de Bellas Artes de Cartagena. Empecé haciendo teatro y luego hice mi primera película, El cielo, donde interpreté a una prostituta cartagenera de Getsemaní. Estaba junto a Ramiro Meneses, Adriana Ricardo, Salvo Basile y Carmenza Gómez. Fue un elenco soñado.
Estudió Dirección de Arte en España. ¿Cómo la marcó esa experiencia?
Estudié en La Cuarta Pared, una escuela de teatro con excelentes profesores que contribuyeron mucho a mi formación como actriz. La experiencia de vivir en el extranjero como inmigrante me dio una perspectiva muy amplia de la vida. Me hizo más empática y me enfrentó a cambios culturales. Allí salí de la burbuja en la que vivía. Creo firmemente que la inmigración enriquece culturalmente a cualquier país. Yo soy quien soy gracias a esa experiencia. Me pagué mi carrera y tuve que valerme por mí misma en un país que no era el mío. Fue un gran desafío, especialmente para una joven de 18 o 19 años.
¿Qué le diría a una persona que quiere entender la importancia del arte y la cultura?
El arte es fundamental en nuestras vidas como seres humanos. Nos ayuda a expresarnos, desahogarnos y entender mejor el mundo que nos rodea. A través del arte podemos vivir conflictos, alegrías, amores y crianzas de una manera única. Es una parte esencial de nuestra sociedad, ya que nos conecta y nos permite crecer. La actuación, el teatro, la literatura y la pintura son un reflejo de nosotros mismos. Necesitamos el arte para seguir creciendo y darnos cuenta de quiénes somos. En países como Colombia el arte es muy necesario.