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¿Cómo se conformó el colectivo de Agenda Mujer?
Se conformó en Cali. Durante los 10 años que viví allá me encontré con varios colectivos de mujeres que estaban trabajando desde fundaciones. En la fundación Mavi, una asociación de mujeres sin ánimo de lucro de Cali, había dos hermanas, Clara Eugenia y Adalgiza Charria. Con ellas y otras compañeras, Gloria Velasco y Alba Lucía Tamayo, empezamos la agenda. De ese grupo inicial han fallecido dos, y quedamos tres. Clara, quien fue prácticamente la líder fundacional de la agenda, falleció el año pasado. No alcanzó a la agenda número 30, pero sé que la está viendo desde algún lugar. A su hijo, Federico Galvis, lo invitamos a unirse al colectivo. Nos pareció muy significativo que un hombre que ha vivido el proceso de la publicación esté con nosotras. Clara ya había planteado una idea inicial un par de años atrás: crear una libreta llamada “Agenda mujer”. En ese entonces era mucho más sencilla y no contaba con el impulso colectivo que tiene ahora. Su socia, con quien había empezado, se fue a vivir a Estados Unidos, pero Clara, unos años después, decidió que la agenda debía continuar. Así comenzamos nuevamente desde la primera edición en 1996.
¿Cómo definen los textos que estarán en la agenda?
La “Agenda mujer” se “intuye” un año antes de que salga. Nos juntamos a compartir, a hacer una comida, un almuerzo o un día de campo, en donde comenzamos a encender el fuego de la agenda y a calentar la temática para el año siguiente, evaluando de dónde venimos. Es un libro concebido desde la poesía, la reflexión y el pensamiento colectivo. Esto contrasta con el individualismo actual, donde todo gira en torno a lo personal. Buscamos construir nuevos paradigmas, lo que implica meses de trabajo, con reuniones y planificación desde marzo para la agenda del próximo año.
A qué se refiere con que “contrasta con el individualismo actual”...
Por ejemplo, la edición 2025 se construyó desde la vida misma, abordando temas como nuestra finitud, recordando que nuestro tiempo en la Tierra es limitado y que debemos reflexionar sobre cómo lo estamos viviendo. En el contexto del cuidado del planeta elegimos el tema “Biodiversas”, reconociendo que cada ser humano es un ecosistema interconectado que requiere cuidado y equilibrio.
¿En qué momento decidieron hacer los capítulos de “Agenda mujer” como talleres?
Hace algunos años hicimos intentos relacionados con talleres, con un personaje de mi autoría, Mayra, quien empezó a aparecer en la agenda con un lápiz y un cuaderno haciendo preguntas y sugiriendo reflexiones. Sin embargo, hace unos tres años empezamos a incluir una sección formal en modo taller, como una propuesta ubicada en una esquinita. Además, hace dos años lanzamos algo llamado “Patios de Agenda mujer”, una manera de presentar la agenda acompañada de un grupo de conversación. Ha sido un éxito.
¿Qué la inspiró a crear a Mayra?
Cuando estaba diseñando usaba rapidógrafos antiguos. Tenía que lavar el tubito de tinta; era todo un proceso. En ese momento pensé que a la agenda le hacía falta un personaje, alguien que animara y saltara entre las páginas. Así que empecé a dibujar. Trabajaba en una buhardilla de mi casa en Cali, y siempre digo que Mayra entró por la ventana, volando a mi imaginación. Fue como si ella ya existiera en algún lugar y simplemente sucediera la magia de atraparla. Quise que Mayra estuviera desnuda desde el principio, porque siento que nacemos desnudos y así regresamos a la madre tierra. La desnudez debía recuperar un lugar lejos de lo banal o pornográfico, despojándola del imaginario moralizado. La intención era devolverle al cuerpo un lugar sagrado, inocente y puro, reconociendo que la espiritualidad también pasa por el cuerpo.
¿Qué decisión hubo detrás de que la agenda tuviera 13 meses?
Esto lo pensamos desde la primera agenda, porque en esa época estaba muy en boga el calendario maya. Fue un momento en el que los antropólogos devolvieron al mundo esta maravillosa herramienta, mostrando cómo los mayas habían creado un calendario de 13 meses lunares con sus sellos específicos. Entonces, dijimos: “Nos robaron el tiempo verdadero.” Porque, realmente, ¿qué otro tiempo puede ser más auténtico que el marcado por el Sol y la Luna? La idea era regresar al tiempo natural, al ritmo de los ciclos que nos dicta nuestra rotación en el cosmos. Ahora la Luna siempre ha sido sinónimo de mujer porque, cuando tú vas a los tarots, encuentras que la Luna es como el propio laberinto. El símbolo de la Luna es el inconsciente, es ir al “yo” profundo, y eso era algo que queríamos con la agenda.
Menciona varios conceptos espirituales en la “Agenda mujer”. En lo personal, ¿cómo aborda su espiritualidad?
Mi espiritualidad es de síntesis, donde entiendo a Dios como una gran fuerza universal y asocio, por ejemplo, el concepto cristiano del Espíritu Santo con una chispa de polaridad femenina. La espiritualidad está más allá de la dualidad; es la unidad, la unificación. Para mí la espiritualidad es algo cotidiano, vivo, que está más allá de las palabras. Está en la manera en que me transformo cada día, en cómo puedo ser una mejor persona, servir a la humanidad y encontrar un despertar.
¿Cómo se aborda el feminismo en “Agenda mujer”?
El feminismo no puede ser solo el que ataca, separa o divide. Necesita ser un camino de amor, respeto, transformación y construcción. Debe integrarse con los hombres y ayudarnos a descubrir cuál es ese patriarca que, como mujeres, llevamos dentro y que necesitamos desterrar para ser más libertarias –en el buen sentido de la palabra-, más constructivas, más genuinas, y que estén haciendo de su vida una siembra, volviendo a los principios naturales de la vida. Esta fuerza femenina que habita en la humanidad necesita despertar con urgencia. Si no lo hacemos, nos autodestruiremos, quedaremos atrapados en el ego y en la tecnología vacía. Hay que ponerle corazón a la vida, compasión. Hay que cocinar los días, las emociones, los encuentros y las ideas. Es necesario recurrir al lenguaje poético para ampliar la visión de la vida. En eso estamos de acuerdo quienes somos parte de la agenda.
¿De qué manera incluyen el lenguaje poético en “Agenda mujer”?
El hecho de saber qué teníamos que escribir para tantas mujeres nos llevó también a hacer talleres con la poesía, a leerla. Realmente, como decía el escritor argentino Aledo Meloni, no se enseña a escribir poesía en la academia. Eso se aprende leyendo a los poetas. Entonces nos dimos a la tarea de leer mucho, hacer ejercicios de escritura y ayudarnos entre todas a ajustar, a corregir. También estamos muy conectadas con varios círculos de mujeres poetas, entonces nos mandan selecciones de textos. Algunas veces buscamos a poetas, de pronto no tan conocidas, que tienen una obra interesante, o en ocasiones nos acercamos a las famosas, para sacar citas y fragmentos que están en la sintonía de la temática que estamos tratando y de los subtemas.