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¿Qué trae de nuevo esta edición de MUBI Fest? ¿Qué aprendieron de la pasada para hacer esta?
El año pasado fue nuestra primera edición de MUBI Fest latinoamericano. Lo hicimos en cinco ciudades de la región, en las que tenemos equipos presenciales: São Paulo, Buenos Aires, Bogotá, Ciudad de México y Santiago de Chile. Esto fue un experimento para motivar el encuentro con nuestras audiencias en las salas de cine. No sabíamos qué resonancia iba a tener, pero nos sorprendió ver que las salas se llenaron en todas las ciudades. Entonces, decidimos que este año íbamos a hacer una experiencia más global, y llegamos a Chicago, Estambul, Milán y Manchester. Ya hablando del evento en Bogotá: quisimos conservar el mismo número de días, pero con más películas y experiencias. Por ejemplo, vamos a tener una proyección al aire libre en el Gimnasio Moderno, así mismo estaremos en el Planetario de Bogotá, donde tendremos una proyección en el Domo. Así que no solo estaremos en la Cinemateca, sino que llegaremos a otros espacios de la ciudad.
¿Cuáles son las virtudes del MUBI Fest?
Yo creo que tiene muchas, pero traer películas que son difíciles de encontrar en cualquier lugar, es una de ellas. Para nosotros, la curaduría es la médula del festival, porque evidentemente son los filmes el alma de todo. Siempre queremos tener una mezcla de películas que de alguna manera redescubrimos y restauramos para llevar a las salas de cine. Así mismo, nos interesa tener películas locales y priorizamos eso en cada ciudad. Otra virtud puede ser que todos esos títulos van a pasar a la plataforma para hacer la experiencia más democrática. Que los que no puedan asistir o no estén en Bogotá los puedan ver y se sientan parte de la comunidad que estamos conservando y construyendo.
¿Cuál es la película de la programación que está ansiosa por ver?
Uff..., las películas colombianas que no veo hace mucho tiempo, como Pura sangre y amor. O una que no he visto, pero me encantaría, es Mujeres y flores. Además, en su proyección va a estar Marta Rodríguez, su directora. También la de El Sacrificio, que vista en pantalla grande se hace una experiencia increíble. Esta película definió muchos de los temas y las corrientes que marcaron mi vida como cinéfila y estudiante.
Ya que mencionó su época de juventud, ¿hubo alguna otra película que haya definido algo en quién es ahora?
Ahora se me viene a la cabeza una que se llama Silvia Pietro, del director argentino Martin Rejtman, porque creo que cuando la vi no había explorado mucho el cine latinoamericano, y esa película me abrió la mirada a distintas posibilidades de hacer cine. Se convirtió en una influencia a lo largo de mi carrera, tanto su cine como él como persona. Desde entonces, me maravillé con lo que estaba pasando en Sudamérica y pensé que sí era posible hacer parte de la industria cinematográfica desde distintos lugares.
¿Qué elementos la cautivan de un filme?
Diferentes cosas con cada película, pues no hay una sola forma de ver cine. Aunque usualmente me importa mucho la forma, el lenguaje y el dispositivo con el que están hechas en términos creativos; así como la trayectoria del cineasta y la postura que toma sobre lo que está diciendo, creo que ver un filme es una experiencia muy amplia y cada una linda un camino que puedes tomar o no. Al final, uno interpreta lo que ve dependiendo de quién sea uno.
¿Está abierta a ver todo tipo de cine, o hay alguno que no le interese?
Sí lo estoy. Incluso, muchas veces voy a ver cine de Hollywood, o de grandes estudios. Para mí, lo importante, es que haya creadores detrás, y creo que esa es una idea que comparto con MUBI. Nos interesa promocionar ese tipo de cine, que puede ser de estudios enormes, de directores emergentes, o de cualquier parte del mundo, pero que, esencialmente, tenga una intención artística.
Hablando propiamente de su trabajo: ¿qué ha sido lo más difícil o menos divertido?
Gracias a las circunstancias de la vida, he hecho un camino en el que he podido elegir y trabajar en un ámbito que me da todos los días el placer y el gusto de estar. Claramente, trabajar dentro de una plataforma de “streaming”, que además es distribuidora y productora, requiere unas habilidades y una multiplicidad de visiones para manejar todo en cada momento, que puede traer ciertas complicaciones. Pero, en general, es más el agradecimiento de hacer lo que me gusta, todos los días, que cualquier otra cosa.
¿Y qué le agradece al cine que le haya regalado para su vida?
El conocer y relacionarme con mucha gente que tiene que ver con Latinoamérica. A mí me importa mucho esa mirada desde este territorio y lo que tenemos en común, que puede ser más de lo que nos diferencia. Me interesa conocer cada una de las culturas; estar inmersa en ellas, entender de dónde viene la creación en cada lugar, y cómo mi trabajo se entrelaza con ello. Y agradezco que mi trabajo me ha permitido profundizar, aprender y aportar sobre eso: nuestra cultura latinoamericana.
¿Qué elementos ha encontrado en común en términos del cine? ¿Hay un factor denominador en las producciones de este lado del mundo?
No podría hablar de un “cine latinoamericano”, porque hay múltiples cines y miradas. Además de la diversidad de creadores, tenemos mil maneras de expresarnos y cada película es un reflejo del propio mundo, de las propias obsesiones y de las frustraciones personales. Sin embargo, en la comunidad cinematográfica sí hay muchísimos puntos en común en cuanto al talento que hay en territorios donde, incluso, los apoyos son complicados y no hay formas de producción o de distribución resueltas, y creo que eso también es común en algunos lugares.
Si tuviera la posibilidad de hacer una película, ¿qué historia contaría y le gustaría llevar al MUBI Fest?
Me imagino algo muy experimental, que espero el MUBI Fest quisiera pasar, porque ideó algo más de sensaciones y menos de historias. Tal vez con alguna postura política y que juegue con la imaginación del espectador por medio de una narrativa que tenga diversos lenguajes.