Mujeres y filosofía en América Latina: fallece la pensadora Francesca Gargallo
El pasado jueves 3 de marzo falleció la filósofa, escritora y activista feminista italo-mejicana Francesca Gargallo. Dedicó su vida a la lucha por la igualdad, reconocimiento y emancipación de las mujeres. Igualmente, insistió en la necesaria apertura epistemológica para rescatar y reconocer la filosofía de las mujeres en América Latina.
Damián Pachón Soto
En el blog de Francesca Gargallo, donde se puede encontrar casi toda su obra hay un epígrafe que dice: “la calle es de quien la camina, las fronteras son asesinas”. Esta inscripción refleja claramente lo que fue su vida: un caminar, no solo físicamente por Nuestra América, sino ponerse en el camino del pensar, tal como decía Heidegger.
Francesca Gargallo nació en Sicilia y estudio filosofía en Roma. Posteriormente se trasladó a América Latina instalándose en México donde realizó el Doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Allí hizo una fuerte amistad con el filósofo Horacio Cerutti Guldberg quien la introdujo en el método de la Historia de las ideas, una forma de historiar el pensamiento en la región que tiene su origen en el historicismo alemán, las pesquisas de Arthur Lovejoy y el circunstancialismo orteguiano mediado por José Gaos y Leopoldo Zea. Esta apuesta epistémica parte de la idea fundamental de que las ideas surgen como respuestas a las necesidades de las sociedades, de los pueblos, esto es, que el pensamiento no es algo abstracto, producto del mero divertimento intelectual, sino que obedece a las circunstancias específicas, históricas de quien lo produce. En este sentido, las ideas son enraizadas y buscan ascender a la universalidad, lo cual depende de las herramientas metodológicas y conceptuales con que se trabaje, por eso, en el logro de esa universalidad es necesaria la claridad, la precisión y la fuerza expresiva. Como decía Darío Botero Uribe en su libro Manifiesto del pensamiento Latinoamericano: “El pensamiento es siempre pensamiento de una particularidad, que por su profundidad, calidad y relación con la verdad puede acceder a la universalidad”.
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Pues bien, de la mano de Cerutti, Andrés Roig, Arturo Ardao, entre otros, Francesca acogió estos presupuestos. Por ello hablaba de la necesidad de: “una historia de las ideas como punto de partida para reconocerse y lanzarse en cuanto latinoamericanos a la radicalidad de pensarse como interlocutores válidos e indispensables en la reconstrucción del logos filosófico, desde la propia pluralidad y heterogeneidad cultural. No hay pensamiento universal si no recoge las experiencias reflexivas de los sujetos pensantes, que son tales en cuanto ubicados, comprometidos, en tensión con la realidad concreta que piensan”. El estudio de las ideas latinoamericanas, su rescate, su ponerlas a funcionar en el presente, también orientan la praxis colectiva: “Conocer las historias implica volver a narrarlas, no tanto para imponerlas como metarrelatos explicativos e incuestionables de los sucesos del pasado que rigen necesariamente nuestro presente, sino para a incorporarlas a nuestro quehacer filosófico, entendido como guía racional de nuestras prácticas subjetivas”.
Con esa metodología en la mano Francesca echó a andar por Latinoamérica y produjo obras tan interesantes como Ideas feministas latinoamericanas (Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2004), Antología del pensamiento feminista nuestroamericano (2010), Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América (Ediciones Desde Abajo, 2012). Igualmente, escribió más de 50 ensayos sobre feminismo, todos ellos atendiendo a la particular situación de las mujeres y sus múltiples opresiones, pues: “el feminismo no surgió de mujeres abstractas”. Su actuar en este campo fue, pues, tanto teórico como práctico pues perteneció y militó en los movimientos sociales dedicados a estas causas.
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Francesca pensaba que normalmente se dudaba de la existencia de las mujeres filósofas, pero que “las hay, las hay”. Por eso afirmaba: “Desde que hace unos cuarenta años el movimiento de liberación de las mujeres planteó la necesidad de revisar las fuentes del pensamiento para encontrar los aportes y las disidencias de las mujeres a la cultura oficial, se ha empezado a registrar un marcado interés científico, unido a un fuerte interés de las investigadoras, para revisar la historiografía de la filosofía y sus estructuras epistemológicas con el fin de desechar interpretaciones acríticas que desde la academia pasaban a la cultura popular y que se resumían en un tajante: las mujeres no piensan, se dejan vivir por sus emociones”. De ahí que en sus investigaciones rescatara la obra de pensadoras como Flora Tristán, Alejandra Kollantai, las pensadoras latinoamericanas del siglo XX como Carmen Bohórquez, Carmen Rovira, Vera Yamuni, entre otras.
Francesca Gargallo, con quien tuve el placer de compartir, fue una mujer apasionada, de carácter fuerte, franca, luchadora, comprometida, lúcida y solidaria. Una de esas personas donde la vida y la verdad parecen haberse unido, fusionado. Fue una mujer creativa, sensible, que nos dejó un pedazo de sí en ensayos, libros, cuentos, novelas, narraciones, poemas… En fin, una de esas mujeres que rara vez se encuentran en el propio camino.
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En el blog de Francesca Gargallo, donde se puede encontrar casi toda su obra hay un epígrafe que dice: “la calle es de quien la camina, las fronteras son asesinas”. Esta inscripción refleja claramente lo que fue su vida: un caminar, no solo físicamente por Nuestra América, sino ponerse en el camino del pensar, tal como decía Heidegger.
Francesca Gargallo nació en Sicilia y estudio filosofía en Roma. Posteriormente se trasladó a América Latina instalándose en México donde realizó el Doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Allí hizo una fuerte amistad con el filósofo Horacio Cerutti Guldberg quien la introdujo en el método de la Historia de las ideas, una forma de historiar el pensamiento en la región que tiene su origen en el historicismo alemán, las pesquisas de Arthur Lovejoy y el circunstancialismo orteguiano mediado por José Gaos y Leopoldo Zea. Esta apuesta epistémica parte de la idea fundamental de que las ideas surgen como respuestas a las necesidades de las sociedades, de los pueblos, esto es, que el pensamiento no es algo abstracto, producto del mero divertimento intelectual, sino que obedece a las circunstancias específicas, históricas de quien lo produce. En este sentido, las ideas son enraizadas y buscan ascender a la universalidad, lo cual depende de las herramientas metodológicas y conceptuales con que se trabaje, por eso, en el logro de esa universalidad es necesaria la claridad, la precisión y la fuerza expresiva. Como decía Darío Botero Uribe en su libro Manifiesto del pensamiento Latinoamericano: “El pensamiento es siempre pensamiento de una particularidad, que por su profundidad, calidad y relación con la verdad puede acceder a la universalidad”.
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Con esa metodología en la mano Francesca echó a andar por Latinoamérica y produjo obras tan interesantes como Ideas feministas latinoamericanas (Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2004), Antología del pensamiento feminista nuestroamericano (2010), Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América (Ediciones Desde Abajo, 2012). Igualmente, escribió más de 50 ensayos sobre feminismo, todos ellos atendiendo a la particular situación de las mujeres y sus múltiples opresiones, pues: “el feminismo no surgió de mujeres abstractas”. Su actuar en este campo fue, pues, tanto teórico como práctico pues perteneció y militó en los movimientos sociales dedicados a estas causas.
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Francesca Gargallo, con quien tuve el placer de compartir, fue una mujer apasionada, de carácter fuerte, franca, luchadora, comprometida, lúcida y solidaria. Una de esas personas donde la vida y la verdad parecen haberse unido, fusionado. Fue una mujer creativa, sensible, que nos dejó un pedazo de sí en ensayos, libros, cuentos, novelas, narraciones, poemas… En fin, una de esas mujeres que rara vez se encuentran en el propio camino.
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