Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Cómo se dio la colaboración con Don Tetto? ¿Quién contactó a quién?
Nosotros ya nos conocíamos porque habíamos tenido la oportunidad de cruzarnos en varias tarimas. Incluso, ya hemos participado en algunas ediciones del Festival Día de Rock, que es un evento que ellos organizan, y siempre la gente ha asociado su estilo con el nuestro, por lo que la idea de hacer música juntos estuvo presente, y cuando vimos la oportunidad, que ya había más confianza y una amistad de por medio, decidimos hacerlo. Empezamos en 2021 a hacer un par de maquetas, pero no fue posible terminar la canción y ninguna idea nos convenció. El tiempo fue pasando y mantuvimos el contacto, hasta que logramos concretar lo que es Me gusta como sufres, que engloba el estilo y la esencia de las dos bandas, que hacemos de la música una herramienta liberadora.
¿Cuáles fueron los retos que encontró al momento de unir dos agrupaciones y hacer música?
Nosotros ya hemos hecho colaboraciones con otras bandas, y es cierto que no es una tarea sencilla. Pero es un tema de confianza, porque cuando hay seguridad sobre el trabajo del otro, todo fluye de una manera más fácil, y eso es lo que agradecemos mucho a Don Tetto, porque la propuesta inicial de la canción fue de nosotros, y ellos aceptaron. Nuestra relación amistosa también nos permitió avanzar en esos momentos de debates y consensos.
“Me gusta como sufres” puede ser todo lo opuesto al amor. Es una canción de resentimiento y hasta odio. ¿Cómo es cantarles a esos sentimientos que a veces parecen que se nos invalidan y se salen de lo impuesto como moralmente correcto?
Hay cosas sobre las que a uno le dicen que no debería cantar, otras que hay que perdonar, o que no debería alegrarse por el mal ajeno y, por supuesto, que en Apolo 7 ninguno es tan mala persona para hacerlo. Pero sí es divertido ver la desgracia que llega a alguien que te hizo daño. Justamente esta canción es para esa persona que te hizo sufrir, pero que luego se arrepiente y te necesita, y ese es el papel de la música, que se ofrece como una oportunidad para liberar y darles voz a esos sentimientos que se reprimen. De hecho, ahorita muchas personas nos comentan el video diciendo que hicimos una canción sobre su vida sentimental o que contamos su historia.
Habló del estilo musical de Apolo 7. ¿Cómo lo define?
Nosotros hemos pasado por muchas etapas de descubrimiento. Cuando hicimos las colaboraciones con Marty Friedman, a él le encantó la mezcla que hacíamos de salsa con rock y con metal. Nosotros también estábamos contentísimos de hacer esa música. Pero llegó un momento en el que nos replanteamos todo y empezamos la búsqueda de un estilo que nos permitiera, por medio de nuestras destrezas, expresar lo que sentíamos. Por eso ahora también nos enfocamos en la potencia del mensaje que se deja por medio de la letra. Así fue como surgió lo de Rock con bravura, que es ese sonido que saca lo mejor o lo peor de ti, a través de las palabras poéticas y la honestidad. No se trata de hacer lo que pide la industria, sino de lo que sentimos y vivimos.
¿Y cómo ha sido hacer rock en Colombia?
Hay cosas muy chéveres y otras que no son tan divertidas. Hablando de lo bueno: el rock es muy pasional, y de alguna manera eso permite que las personas sean fieles y entregadas a la música. Pero lo malo es que son muy pocos los que lo escuchan en comparación a otros géneros. Debo decir que igual nosotros llegamos a un momento en el que pensamos que más allá de hacer rock, pop o lo que está en tendencia, nos interesa hacer canciones buenas. Muchas personas escuchan temas que no son de su género favorito, pero que les gusta porque suena bien, porque la letra es bonita y hay una historia que los identifica.
Hablemos del estereotipo de ser rockero: irreverente, rebelde, apático, anarquista… ¿Se identifica con alguna de estas descripciones?
A mí me pasa que me ven con mi cresta roja y creen que soy punk, pero en realidad no soy la persona que la gente identifica o imagina, porque no todo está ligado a la estética. Por ejemplo, voy a un concierto de rock y la gente entre sí es muy fraternal y respetuosa. Además, el rockero puede salirse de esa visión de lo que es el rock, sin perder la irreverencia y la defensa constante de lo que somos, que es la esencia de este género.
¿Qué es lo que más lo ha cautivado de la música?
Hay muchas personas que están haciendo música por el afán de reconocimiento, pero yo hago música porque estudié para eso. Este es mi oficio, pero también la manera de comunicar mis ideas y lo que soy. La música es mi identidad, mi propósito y mi fortuna, porque, además de ser lo que amo, es un arte que tiene valor para otras personas.
¿Y qué lo conflictúa de este oficio?
La industria hace que todo sea muy complicado. No quiero ser ese tipo de músico que le echa la culpa de todo al mercado, pero es que hay un montón de reglas que, a pesar de no querer cumplirlas, a veces te ves obligado a aceptar, porque eso significa mayor difusión o participación. De la industria también conflictúa esas jerarquizaciones, como de tener que hablar con ciertas personas para lograr algo o de que pongan a bandas por encima de la tuya. Y sí, uno entiende el valor de la trayectoria, pero llega un momento en que se hace absurdo. Otra cosa que no me gusta de los rockeros, específicamente, es que se quejan de la falta de oportunidades cuando no han trabajado por ellas.
¿Qué lección le ha dejado la música?
Hay que tratar de ser feliz y de sentirse pleno con lo que se tiene en el momento. No hay que esperar tantas cosas de un momento a otro, no porque no nos las merezcamos, sino porque ese afán te va a llevar a la frustración.