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El comienzo de la pandemia retrasó esta cita con el freestyle, pero finalmente hoy, después de más de un año de espera, en Monterrey (México), los campeones nacionales del torneo Batalla de Maestros 2019 (BDM), de los países que son potencia del freestyle en habla hispana, se enfrentarán por el título internacional de la especialidad.
Colombia, que este año se ha visto representada en el circuito internacional con las destacadas actuaciones de Maribel Camilo Gómez (Marithea) y Camilo Ballesteros (Valles-T), en la God Level Grand Slam que se disputó en México en noviembre pasado, en esta oportunidad estará representada por el rapero bogotano Miguel Aldana, más conocido en la escena del freestyle como Ñko, el BullyingKing, el maestro del berretín.
Citamos el diccionario de términos de hip hop que elaboró el Ministerio de Cultura de Argentina hace un par de años: “Berretín es una especie de chiste rápido que funciona, es la típica joda de barrio”. Es una palabra que enriquece el lunfardo, esa jerga callejera y delincuencial que se desarrolló principalmente en Buenos Aires a finales del siglo XIX y comienzos del XX, pero como el freestyle y los freestylers hace rato rompieron las barreras del español y de a poco hace que se apropian de las palabras que usan en las calles desde México hasta la Patagonia o desde Canarias, en España, hasta la Orinoquia colombiana, aquello del berretín y sus alcances encontró en las calles de Bosa, en el sur de Bogotá, a uno de sus más fieles exponentes. Por eso Ñko es el rey de bullying. Sobre la tarima es el dueño de una conducta políticamente incorrecta. Es una cara sucia del freestyle, pero aquello que para muchos puede ser reprochable, en la calle es casi que una ley.
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“Ese estilo nació porque siempre he estado seguro de que las batallas, en esencia, consisten en atacar y responder los argumentos. Vengo de un tiempo un poco más antiguo de las batallas callejeras, en donde poco se veían las referencias, el ingenio o las estructuras elaboradas. Una de las formas más clásicas de afrontar el enfrentamiento era atacando al oponente sobre su apariencia y lo que se veía en el momento. Eso es freestyle. Ese ha sido mi estilo”.
Sin embargo, y pese a que Ñko conserva esa irreverencia de la calle, con el paso de los años su estilo ha venido adoptando otras habilidades propias de estos tiempos. “Sé hacer otras cosas en el freestyle: calambur, retruécano, doble sentido, metáforas, todo eso, pero me gusta ser fiel a un estilo”.
Y ese estilo del que habla tiene desde 2010 al hip hop como una religión. Un dogma supremo de conducta que evidencia en su forma de hablar, de vestir, de caminar, de vivir. Porque para Ñko primero fue el rap y luego el freestyle.
“Vengo del tiempo en el que había raperos freestaleando. ahora hay mucha diversidad. En una batalla uno puede ver chicos que escuchan ska, metaleros, entre otros géneros, pero que les gusta batallar, y eso no tiene nada de malo, pero es gente que solo entra por las batallas y ya.
Creo que cuando algo gusta, hay que estudiar su origen por respeto. Las batallas derivan del hip hop, y eso no muchos lo tienen claro.
Los freestylers que somos raperos sabemos que cada palabra que sale de la boca pesa. No se rima cualquier cosa solo para rimar bonito. Eso diferencia a un freestyler de un rapero. El rapero rima lo que vive, no necesita inventarse cosas que no ha vivido, que no ha sufrido, por terminar una frase (…). Así gane o pierda una batalla, lucho siempre por sostener mi criterio y no engañarme a mí mismo”.