Louise Glück: la urgencia de la memoria
Falleció este 13 de octubre Louise Glück, poeta estadounidense ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2020.
Andrés Osorio Guillott
“Durante un tiempo me pareció una estrategia maravillosa: me convertiría en un alma pura, liberada de las limitaciones de la carne. El problema es que te mueres, y yo no tenía impulsos autodestructivos. Estaba intentando crear mi propio yo”. Era el año 2012. En una de las pocas entrevistas que concedió en sus 80 años, Louise Glück habló de la anorexia que padeció por la relación que tuvo con su mamá. Tiempo después de haberse curado, en parte por lo que el psicoanálisis le hizo descubrir, ese capítulo y sus recuerdos mutaron a varios poemas . Todo esto, que no es poco, para decir que la poesía de la escritora estadounidense que falleció este viernes 13 de octubre no es otra cosa que el lugar en el que desentrañó y desenredó las memorias y las cicatrices de su vida.
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“Durante un tiempo me pareció una estrategia maravillosa: me convertiría en un alma pura, liberada de las limitaciones de la carne. El problema es que te mueres, y yo no tenía impulsos autodestructivos. Estaba intentando crear mi propio yo”. Era el año 2012. En una de las pocas entrevistas que concedió en sus 80 años, Louise Glück habló de la anorexia que padeció por la relación que tuvo con su mamá. Tiempo después de haberse curado, en parte por lo que el psicoanálisis le hizo descubrir, ese capítulo y sus recuerdos mutaron a varios poemas . Todo esto, que no es poco, para decir que la poesía de la escritora estadounidense que falleció este viernes 13 de octubre no es otra cosa que el lugar en el que desentrañó y desenredó las memorias y las cicatrices de su vida.
En redes sociales de tanto en tanto uno se encuentra con una de las frases más célebres de Glück: “Miramos el mundo una única vez, en la infancia. El resto es memoria”. Y es tal vez esto último lo que más obsesionó a la poeta estadounidense. El hecho de recordar fue hasta los últimos de sus días una acción estimulante por los descubrimientos que esto podía traer mirando hacia atrás, pero incluso también en el ejercicio de enfrentarse a los pequeños olvidos que llegan con la vejez y que plasmó en su último libro de poemas Recetas invernales de la comunidad.
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“Una se descubre perdiendo un sustantivo aquí y otro por allá, sus oraciones generan vastas lagunas en el medio, y hay que reestructurar la oración o abandonarla. Pero el punto, fijese, es que esto nunca antes había sucedido. Y aunque es triste y desagradable y es un mal presagio, desde el punto de vista del artista, sigue siendo excitante y nuevo”, respondió en la entrevista que le aceptó al New York Times en la mañana en la que se supo que había sido la ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2020.
Habló desde la memoria, desde la infancia, desde el gusto por la mitología griega. “Nadie puede ya entender lo hermoso que él era. Perséfone sí lo recuerda, y que él la abrazaba allí, delante de su tío. Recuerda el reflejo del sol en sus brazos desnudos”, escribió en el poema Un mito sobre la inocencia. “. Tampoco tú has sido del todo perfecta; con tu problemático cuerpo has hecho cosas de las que no deberías hablar en los poemas”, se lee en los versos de La canción de Penélope.
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También le interesó el destino, un concepto que atravesó sin duda la tragedia griega. En Confesión, uno de sus poemas, se asoma esta angustia. “Mentiría si digo que no tengo miedo. Le temo a la enfermedad, a la humillación. Como todo el mundo tengo mis sueños. Pero he aprendido a esconderlos, a cuidarme a mí misma de la plenitud: cualquier felicidad atrae a las Furias del Destino. Son hermanas, salvajes. No poseen ningún tipo de emoción, sólo envidia”.
Glück afirmó que le interesaban las experiencias arquetípicas. Ese dolor por la pérdida, ese duelo, esa exploración del sentido trágico de la condición humana fue adaptándose a la forma de su poesía precisamente porque si hay relatos fundacionales sobre la tragedia, la muerte y el dolor, esos son los que ella leyó por sugerencia de sus padres en la infancia, y que no son otros que los de la literatura griega clásica.
Sobre ese interés por los arquetipos que se construyen con las vivencias, la neoyorquina comentó que: “Parecen únicas cuando una las experimenta, pero no me interesa hacer que el foco de atención se pose en mí y en mi vida particular, sino en las luchas y alegrías de las personas, que nacen y luego son obligadas a irse. Creo que escribo sobre la mortalidad porque fue un terrible shock para mí descubrir en la infancia que esto no es para siempre”.
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“La suya es una manera de acercarse a la autobiografía sin condescendencia, como una forma de indagar en lo oscuro de los vínculos y en ese sentido hay una potencia mitológica muy fuerte. Todo empapado por un distanciamiento irónico muy fuerte, sin dejarse llevar por la emoción”, dijo Abraham Gragera, traductor de su obra, en una entrevista para el portal Milenio.
Publicó por primera vez en 1968, y hasta el final de sus días escribió. Poesía y ensayo fueron sus géneros. Privilegió siempre la intimidad. No fue una mujer dada a lo exterior, a la vida pública. Incluso cuando recibió el Nobel hizo alusión a su preferencia por la privacidad y su especie de fobia o desdén por lo que estuviera por fuera de las paredes de su casa ubicada en Long Island. “Aquellos de nosotros que escribimos libros probablemente deseamos llegar a muchos. Pero algunos poetas no ven llegar a muchos en términos espaciales, como en el auditorio lleno. Ven llegar a muchos de forma temporal, secuencial, muchos a lo largo del tiempo, hacia el futuro, pero de alguna manera profunda estos lectores siempre vienen solos, uno por uno. Creo que al otorgarme este premio, la Academia Sueca está eligiendo honrar la voz íntima y privada, que la expresión pública a veces puede aumentar o extender, pero nunca reemplazar”.
La muerte, esa de la que dijo que escribía desde que tomó la decisión de dedicarse a ese oficio, la halló este viernes 13 de octubre. Ahora seremos sus lectores quienes hagamos eco de la experiencia arquetípica del duelo un nuevo poema para honrar su memoria, uno de sus temas urgentes, la que aún en su vejez le tenía las puertas abiertas a su mundo y las posibilidades que este le daba para descubrir en lo más íntimo aquellas verdades que dan sentido a la condición humana.
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