Preludio de mar
Han pasado trescientos cinco días desde que dejé de escribir, acaso, estuve corriendo de un lado para otro buscando la mitad que me faltaba. Deseé salir de casa e ir por viajes que, en cierta manera, se hicieron realidad. Había pisado nuevamente ese planeta que me llevó a sentir la vulnerabilidad hace un tiempo atrás, y me decidí por confiar nuevamente en el capricho de dejarme llevar, sólo porque un alguien me hechizó con su voz terrenal diciéndome que amaba, y yo añadí un “me” antes de la frase, bajo mi propio preludio.
María Acosta
El tiempo transcurría con extrema lentitud al sur. Por la carretera había olvidado mi nombre, no porque no lo tuviera sino porque dejé de necesitarlo y lo olvidé. Ma, Marí, María. Para conseguirme vivo encontrándome fragmentos de mi ser, aquellas palabras anheladas en un papel, la voz gruesa y concisa que escucho a mi lado pero que aún no quiero descifrar. Mar, María, amar, creo escuchar. En el espejo izquierdo del carro logro visualizar mi rostro nítido, mi cabello rubio enredado por la brisa, mis ojos semicerrados. Si muriera hoy, seré mi propio testigo, mi propia verdad. Me miro y me sueño, es el sueño que me cuento, de la vida que no lloré al nacer, de ese llanto infinito del que trata mi obra, soy dentro del estómago de mi madre, donde por alguna razón he decidido no escuchar algunos sonidos agudos. Me sudan la manos, soy yo mirándome al otro lado del sueño, soy la anfitriona, la niña que anhela al otro aquel. Parece ser que el reloj marca una parada pero no es la del tiempo, afortunadamente estoy bajo el automóvil y el freno me hace despertar, nuestro tiempo aún continúa.
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El tiempo transcurría con extrema lentitud al sur. Por la carretera había olvidado mi nombre, no porque no lo tuviera sino porque dejé de necesitarlo y lo olvidé. Ma, Marí, María. Para conseguirme vivo encontrándome fragmentos de mi ser, aquellas palabras anheladas en un papel, la voz gruesa y concisa que escucho a mi lado pero que aún no quiero descifrar. Mar, María, amar, creo escuchar. En el espejo izquierdo del carro logro visualizar mi rostro nítido, mi cabello rubio enredado por la brisa, mis ojos semicerrados. Si muriera hoy, seré mi propio testigo, mi propia verdad. Me miro y me sueño, es el sueño que me cuento, de la vida que no lloré al nacer, de ese llanto infinito del que trata mi obra, soy dentro del estómago de mi madre, donde por alguna razón he decidido no escuchar algunos sonidos agudos. Me sudan la manos, soy yo mirándome al otro lado del sueño, soy la anfitriona, la niña que anhela al otro aquel. Parece ser que el reloj marca una parada pero no es la del tiempo, afortunadamente estoy bajo el automóvil y el freno me hace despertar, nuestro tiempo aún continúa.
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La mente elige buscar a la otra mente: la niña y la mujer, quienes se incorporan después de un largo viaje donde viene la consciencia de la ciudad y luego de la sociedad. Sé por qué elegí estar aquí, nadie nos obliga; nosotros mismos somos la excepción de la regla. En el camino, parece ser que hay seres que están buscando su otra mitad o su propia sombra, su propia afirmación. Me fijo y ninguno de nosotros tenemos sombra. Me permito escuchar a Sierra Leona, quien se toma el escenario cálido y claroscuro de la gran ciudad. Ella, por medio de sus lágrimas, nos habla y dice haber saboreado la sensibilidad, la desdicha, el apego, el temor, la culpa. Si bien, aunque se deleita en sus palabras, lleva el gran nombre en su pecho, todos la observamos perplejos, ante la inmensidad que estamos percibiendo y de la que formamos parte. A su lado se encuentra GW. Él tiene claro el sentimiento de recordar, de recrear, de encontrar con fórmulas lo que el corazón aún no ha sabido escuchar, allí se vive la existencia del científico, el no tener imaginación sino ir detrás de ella. Él es su propio rival, la fórmula del amor, lo declara, mientras nosotros asentimos.
Alguien pide una cerveza más, las almas no terminan de rondar, no se agotan, somos luces sin fondo, la infinitud. Cada uno está en la percepción de la percepción y yo, yo no puedo dejar de observar aquel momento. Upegui, al escucharse poco, descubre cómo pueden verse las cosas, puede mirar el lugar con intensidad, más no con atención. Cualquier cosa que se mire en conjunto se verá de diferente manera. El mecanismo es vivir el recuerdo para enriquecer la experiencia del pasado. Al otro lado del círculo, Buñuel escucha la exaltación de las voces que yo también he sabido observar, bajo ritmos que estimulan el placer de la humildad, del servicio, de la escucha, de la entrega. Entregarnos a como dé lugar, somos seres habitables, nos bebemos despacio la euforia del momento.
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Mis pensamientos divagan en este espacio para mostrar la renuncia del juicio. Imaginar de lo que no se sabe; primero la vista, luego el teatro. Estoy en busca del tiempo, mi otra mitad la he observado y no precisamente embelleciendo mi vida, más bien encontrando la exteriorización del afecto, el escenario, mi cuerpo expuesto, la disposición, el dar, por el simple hecho de dar. El agradecimiento.
¿Cuál es la naturaleza del amor? Es el mundo cargado de grandes cosas, esa es la esencia, que las cosas esconden otras, como capas sutiles listas para ser descubiertas. Cómo iba a pensarlo si no lo deseaba y, a toda costa, ir en busca de mi mitad. La fuerza de adquirir respuestas con la condición de no dolerme. Entonces elijo que mi mirada se adolezca y coloque su atención en Miel. Pienso que no puedo quedarme acá indefinidamente. Está bastante claro. Hay cosas que permanecen firmes dentro de nosotros mismos, como el arquitrabe que sostiene el arco, y acá estamos a como dé lugar. Ustedes me dirán que mejor hubiese permitido continuar mi viaje bajo una canción perfecta, sin tanta observación, donde bien podría cerrar mis ojos, y dejar que el manubrio cogiera el rumbo para salirse del camino y morir. Pero ante todo, me he permitido llegar hasta acá, para lograr ver la imperfección que genera encanto y logra cautivar mi corazón. Todos sabemos que el fracaso puede ser mortal a esta horas de la madrugada, pero la contemplación de la vida rescata el mundo, salva el mundo para un mundo siguiente.
Pdta: Elijan amar si así lo prefieren, ustedes saben a qué me refiero.
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