Raskólnikov y la personificación de la ética utilitarista en “Crimen y castigo”
Raskólnikov, personaje de “Crimen y castigo”, obra de Fiódor Dostoievski, suscita un debate sobre la ética utilitarista en la modernidad.
Andrés Osorio Guillott
Crimen y castigo, novela de Fiódor Dostoievski, es una especie de baúl que guarda varios discursos e ideologías que se dieron en la modernidad. Raskólnikov, personaje central de la historia, entre otras cosas, invita a pensar sobre la ética utilitarista y un debate alrededor de la voluntad y de las acciones que propenden a un bien colectivo.
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Crimen y castigo, novela de Fiódor Dostoievski, es una especie de baúl que guarda varios discursos e ideologías que se dieron en la modernidad. Raskólnikov, personaje central de la historia, entre otras cosas, invita a pensar sobre la ética utilitarista y un debate alrededor de la voluntad y de las acciones que propenden a un bien colectivo.
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John Stuart Mill afirmó en El utilitarismo que: “La felicidad que constituye el criterio utilitarista de lo que es correcto en una conducta no es la propia felicidad del agente, sino la de todos los afectados. Entre la felicidad personal de la gente y la de los demás, el utilitarista obliga a aquel a ser tan estrictamente imparcial como un espectador desinteresado y benevolente”.
Si bien la acción que comete el agente está guiada hacía una felicidad que lo trascienda a él, la acción no será válida moralmente si está no brinda felicidad a las demás personas. La pretensión del utilitarismo aparta de algún modo el discurso de la subjetividad presente en la modernidad dado que el fin de la acción moral no se da por un bien propio sino por un bien en común. Ahora, aquí se puede caer en una contradicción ya señalada en la teoría de Mill ya que la acción moral pierde todo su valor ético y toda distinción de bien o mal dado que lo que hace que dicho acto sea válido es que este produzca placer o felicidad en los otros sin importar si el fin de ello trae consigo un cierto sentimiento de lo benévolo.
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En otras palabras, sin el elemento de la consecuencia, el utilitarismo no puede jugar un papel en la ética dado que se debe pensar que tan útil o beneficioso resulta para los demás el acto que procedo a cometer. De aquí, que se entienda a la ética utilitarista como un ética “consecuencialista.” En términos de Mill, esto quiere decir que: “El consecuencialismo constituye una forma de teoría ética que afirma que una acción es moralmente correcta si las consecuencias de tal acción son más beneficiosas que perjudiciales. Así, la corrección de una acción se determina exclusivamente analizando sus consecuencias. Esta teoría excluye, por tanto, la consideración de la motivación o de la intención del agente”.
A pesar de que Raskólnikov se aparta constantemente de las dinámicas sociales de la época, existe en él un interés por cometer un acto que, según su subjetividad, resultará justo para las personas que al igual que él sufren de la desigualdad que se vive a su alrededor. Dicho interés se centra en el asesinato de Ivanovna. Para Raskólnikov este crimen representa un bien para otros en el sentido de que se liberarán de la avaricia de la mujer en mención, de su aparente y constante pretensión de pasar por encima del otro.
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El deseo de Raskólnikov por asesinar a Ivanovna simboliza esa inclinación hacia brindar bienestar en una mayoría y no en una individualidad. La acción de asesinar a un ser humano queda invalidada por la ética utilitarista dado que no es el hecho en sí lo que se juzga sino la consecuencia de dar a los otros el bienestar derivado de la desaparición de un individuo que parece causar y no evitar el mal en un mundo desigual en el que el afán de la opulencia empezaba a asomarse y a vaticinar el reino del capitalismo.
Si vemos un poco más allá del eje central de la novela, encontramos en Romanovna, la hermana de Raskólnikov, y en Sonia, la prostituta, la misma lógica del utilitarismo en el sentido que ambas sacrifican su bienestar por pensar en el placer y la felicidad de los otros. En este caso, en la satisfacción de las necesidades de sus seres queridos. En otras palabras, ese fenómeno hedonista que es arrastrado por la idea de utilidad se queda marcado en el discurso polifónico y de auto- conciencia de cada uno de los personajes que ha creado Dostoievski en su novela.
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La intención de obrar con buena voluntad desde el utilitarismo justamente nos lleva a pensar en ese concepto tratado por Immanuel Kant, quien dijo en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres que: “La buena voluntad no es buena por lo que se efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto, es buena solo por el querer, es decir, es buena en sí misma”.
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Desde una perspectiva kantiana, la acción de Raskólnikov si posee un deseo de la buena voluntad por ayudar a su prójimo. No obstante, para la ética kantiana este hecho resulta inválido ya que un ser humano, en este caso Ivanovna, no puede ser concebido como un fin para el bien de la sociedad. Este dilema ético entre el utilitarismo y la buena voluntad kantiana alimenta el análisis de Crimen y castigo como una novela que expone, entre otros tantos puntos, una época en la que Dostoievski vio una crisis de la moral y de los principios por la muerte de Dios y el surgimiento de nuevos sistemas reinantes que penetrarían, al parecer para siempre, el comportamiento del ser humano.