Raúl Zurita: Un cielo sin Dios y una Estrella distante
Raúl Zurita, poeta chileno, es uno de los invitados al Hay Festival, certamen que estará en Jericó, Medellín y Cartagena los últimos días de enero. Los poemas en el cielo, las referencias a Dios y la palabra “estrella” nos llevan a la literatura de su país, pero también a uno de sus referentes.
Andrés Osorio Guillott
Un poeta de vanguardia, un poeta que ha hecho de los cielos una hoja en blanco y que ha defendido a la poesía como “un acto de libertad” capaz de gobernar la intimidad, pero también de suscitar llamados y reflexiones en colectivo para pensar lo real y fundamental, dos conceptos que atraviesan su obra literaria y sus obsesiones como ser humano. Ese es Raúl Zurita, uno de los invitados al Hay Festival de Cartagena 2022.
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Un poeta de vanguardia, un poeta que ha hecho de los cielos una hoja en blanco y que ha defendido a la poesía como “un acto de libertad” capaz de gobernar la intimidad, pero también de suscitar llamados y reflexiones en colectivo para pensar lo real y fundamental, dos conceptos que atraviesan su obra literaria y sus obsesiones como ser humano. Ese es Raúl Zurita, uno de los invitados al Hay Festival de Cartagena 2022.
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Sí. Una estrella distante, pero no como sinónimo de fama, sino como una alusión a la novela de Roberto Bolaño, un escritor coterráneo de Raúl Zurita -y que afirmó alguna vez que le hubiera gustado conocer aunque no fuera muy ferviente de su obra-, pues esa poesía experimental del poeta es la misma que aparece en el cielo de Concepción, lugar donde se narra el libro del autor de Los detectives salvajes.
Estrella porque es una palabra clave para entender uno de los referentes o inspiraciones de Zurita para escribir: “La Divina Comedia es un poema con un equilibrio estructural impresionante, eso me hacía mucho sentido: el hecho de que los tres poemas terminaran por la palabra estrella. La construcción de La Divina Comedia fue la que a mí me enloqueció como estructura, como diseño, como armazón. Me interesaba la idea que yo venía arrastrando de la ingeniería de obras que fueran grandes proyectos, que no eran colección de poemas, no eran libros de colección de poemas, no eran poemarios. No eran poemas aislados. Eran una estructura, una obra, un conjunto”, dijo el chileno en una entrevista realizada por el portal Cervantes Virtual.
Alguna vez el cielo fue Dios, así lo dijo en uno de los poemas de Purgatorio. Pero el mundo, su Chile y sus circunstancias dictaron lo que autores como Dostoievski o Nietzsche dijeron antes. Y entonces ya era un cielo sin Dios, porque así lo vio después de la dictadura de Augusto Pinochet, pero también porque desde 1982 así empezó a plantearlo cuando cinco aviones escribieron con el humo de sus motores el poema La vida nueva en el cielo de New York: “Mi dios es hambre/ Mi dios es nieve/ Mi dios es pampa/ Mi dios es no/ Mi dios es desengaño/ Mi dios es carroña/ Mi dios es paraíso/ Mi dios es chicano/ Mi dios es cáncer/ Mi dios es vacío// Mi dios es herida/ Mi dios es ghetto/ Mi dios es dolor/ Mi dios es/ Mi amor de dios”.
El año pasado iba a responder a ese mismo poema en el cielo de Ciudad de México con varios drones, tras una invitación que le hizo la Universidad Autónoma de México (UNAM) para la Fiesta del Libro y de la Rosa. Los versos que no pudieron ser realizados la noche del 30 de abril decían: “Mi dios no despierta, / Mi dios no quiere, / Mi dios no siente, / Mi dios no sangra, / Mi dios no viene, / Mi dios no es”.
En una entrevista realizada por El País en mayo del año pasado, Raúl Zurita dijo que: “Hace 40 años mi poema en el cielo de Nueva York decía “Mi dios es hambre/ Mi dios es nieve/ Mi dios es pampa”. Pero esto es como una respuesta: no es, no es más, no está, no viene. La humanidad está en un abandono casi metafísico. Solamente nos tenemos a nosotros mismos. Todos estos esfuerzos increíbles de la ciencia, se dice que la ciencia es un milagro, pero no hay milagro. Somos nosotros, somos humanidad en este pequeño punto perdido en el universo en una incerteza total respecto a muchas vidas. En ese momento en Nueva York estaba la ilusión de que existía dios. Pero en estos 40 años también pasaron cosas tremendas, estamos viviendo en un planeta que lo hemos hecho pedazos, hemos hecho pedazos los bosques nativos, hemos hecho pedazos el medio ambiente. Entonces esto es una imagen nocturna, una noche muy profunda, es la noche nuestra. Nuestra noche interior, por así decirlo. Por eso lo veo como un lamento, un llanto, un réquiem”.
Pero partamos la frase de un cielo sin Dios en dos. Y hablemos primero del cielo, pues no es un acto menor el que Zurita haya querido -así como también lo ha hecho en los desiertos-, que sus versos se leyeran en un punto tal que todos, sin discriminaciones y pretextos, pudieran hacerlo. En el ensayo “El cielo y el desierto como soportes textuales de los actos poéticos de Raúl Zurita”, Benoît Santini afirma que: “El poeta rechaza la página como soporte textual único y considera que abrir el poema al espacio significa oponerse a la marginación y a la injusticia, dirigiéndose a la colectividad, rompiendo las barreras del poema escrito en el papel”.
Parecía imposible, o por lo menos inverosímil pensar que la poesía podía dejar de plasmarse en el papel para estar en los cielos y en la tierra. Pero Zurita cree en lo real, y por eso afirmó también sentirse “Comprometido con la persistencia de ciertos sueños que todas las evidencias del mundo nos dicen que son una locura y que son imposibles, pero creo que hay que persistir en ello aunque no haya la más mínima posibilidad de que eso sea real”.
Escribir en el cielo porque así se lo susurró la biblia cuando leyó en el Apocalipsis que “vuestros nombres están escritos en el cielo”. Y escribir en un cielo sin Dios porque desde hace años cuando estuvo preso y porque ahora con el contexto de la pandemia se dio cuenta que la muerte de Él es más latente que antes, porque muchos ya no necesitan de Él, porque no es solo por el sufrimiento que nos hemos impuesto en conflictos y banalidades, sino porque las muertes que ha traído la pandemia han sido más dolorosas que nunca, son las que nadie imagina y que son aquellas que reflejan la soledad del ser humano, la incapacidad de despedirse de quienes dieron alguna vez un sentido. “No soy especialmente religioso, y quería hablar de una ausencia radical de dios. Este profundo desamparo al que estamos sometidos nosotros, cada uno, en el que la muerte es una muerte sin ilusión, la muerte de covid. Una muerte que te toma solo, te mueres solo, te mueres sin nadie, sin un ser querido, nada. Creo que la muerte puede ser una ilusión, porque todo el mundo se imagina cómo le gustaría morir en un momento dado. Pero esta muerte silenciosa, solitaria, es una imagen bastante desoladora, tremenda”, dijo Zurita.
Bajo esos cielos sin Dios que vemos ahora, donde esperamos con ingenuidad que las nubes nos muestren a quienes ya partieron, yace entonces la poesía, y que no falte la que escribe Raúl Zurita, la que está en los desiertos, en los libros y en las memorias de aquellos que vieron perder la esperanza en las dictaduras y en el mundo cada vez más destruido por nosotros mismos.