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Santiago Riaño: “El artista es un mediador de reflexiones espirituales”

Santiago Riaño habló sobre su más reciente exposición, titulada “72 con 0″, que se exhibirá hasta el 30 de diciembre en El Muro Antiguo. También se refirió a sus experiencias con la naturaleza.

Andrea Jaramillo Caro
24 de diciembre de 2024 - 12:00 p. m.
La exhibición de Santiago Riaño fue inaugurada el 4 de diciembre.
La exhibición de Santiago Riaño fue inaugurada el 4 de diciembre.
Foto: Santiago Riaño
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¿Cómo surgió la idea para “72 con 0″?

Todas mis obras parten de una investigación previa que voy haciendo. Usualmente, no sé de qué va a tratar la obra, pero esta sí empezó por la montaña. Junto a mis hermanos heredé un pedazo de una reserva de páramo que tenía mi papá y que nos dejó al morir. Empezamos a escalarla mucho a y relacionarnos con ella porque la protección de páramos era un tema apasionante para él, que creía que los cerros orientales eran importantes para la ciudad. Me llevé esa idea al taller y, al momento de comenzar la investigación, me di cuenta de que los páramos están estrechamente relacionados con nuestra ciudad y que la calle 72 era el eje que le apuntaba a la reserva. Ponerle “72 con 0″ era una forma de vincular la relación que tienen estas calles y nuestra vida en la ciudad con el espacio en la montaña. Con la investigación me encontré con unos suelos arcillosos y me pregunté si podía utilizar esa arcilla para crear el soporte de las obras. Ahí nació todo.

¿Qué fue lo que más lo sorprendió de la investigación que realizó?

Creo que fue haber logrado tener el volumen de obras que creé. Al principio sentí que iba a ser un proceso más largo. Cuando uno trabaja con arcilla, y esta era mi primera vez con este material, los procesos son muy inciertos, porque al quemarla y ponerla al horno puede que funcione o no. Lo que más me impactó fue la respuesta de la arcilla: terminó siendo un medio estable. Cuando logré hacer eso, sentí que la exposición era una realidad. Era una idea difícil de realizar porque había muchos riesgos en tratar de hacer una exposición alrededor de la arcilla: no la había utilizado antes y no es de agrado comercial.

¿Cómo describiría su relación con la naturaleza?

Desde pequeño he sido una persona muy inclinada a vivir rodeada de naturaleza. Siempre he sido apasionado por las plantas y los animales. Sobre todo las plantas, me encanta la botánica. Muchas veces empiezo mis procesos artísticos observando fenómenos naturales y plantas. Es algo que me inspira en mi obra y en mis diseños, que están basados usualmente en ellas. La pasión por la naturaleza siempre ha sido muy cercana y también disfruto mucho caminar por las montañas, ahí es donde encuentro inspiración y es algo importante en mi vida. De ahí nació todo lo que hago. Caminando he descubierto mi fascinación con la neblina y cómo va atravesando la montaña.

¿En qué piensa cuando toma sus caminatas por la montaña?

El pensamiento más evidente, y que tiene más peso por la situación actual y la importancia de los páramos, tiene que ver con las plantas que crecí viendo y que ahora veo muy afectadas. Hay una orquídea en específico que me ha encantado desde pequeño, se llama “Stenorrhynchos vaginatum”, y me llena de preocupación y de sorpresa la adaptación que han tenido las montañas alrededor de la ciudad. Uno va viendo estas plantas desaparecer, pero también veo la resiliencia de la montaña y cómo se va adaptando. Por último, tengo un sentimiento de ser observado, que es algo que también he trabajado en mi obra. La montaña es un lugar lleno de espíritus en los que uno elige creer. También es un sitio tan inmenso en el que uno está rodeado de tanta vegetación que es inevitable sentirse observado o en presencia de algo.

¿Cuál cree que fue la lección más valiosa que le dejó su padre sobre la naturaleza?

Si lo tuviera que definir en una palabra sería “observación”. Si me acuerdo un poco de las formas en las que me aproximaba al proceso creativo estando muy pequeño, veía que la inquietud siempre estaba en observar y en reconocer a partir de esa observación. Justamente así hice mi primera obra que estaba guiada a las malezas. Todo se resumía en una conversación donde él me convencía de mirar al piso y buscar la belleza en estas plantas que usualmente pisamos, quitamos y arrancamos del suelo de nuestras ciudades y a las que les damos un título como plantas no deseadas. Básicamente, lo que me queda es la observación. Él me decía: mira, observa y encuentra belleza en estos espacios. Al crecer también lo vi en las montañas. Cuando uno va observando encuentra una serie de matices que otra vez se ven reflejados en la obra.

¿Cuál cree que es el papel del artista en la sociedad?

Es algo en lo que he pensado mucho estos días. Siento que desde la Revolución Industrial dejamos muchos símbolos religiosos atrás y con eso muchos conceptos espirituales que se han ido perdiendo. El hombre en la ciudad y la forma en la que se organiza, el humano científico va dejando muchas cosas atrás y se va perdiendo un poco ese tiempo espiritual contemplativo. Creo que la tarea del artista es ser muy sensible, tener ese interés introspectivo y contemplativo de llegar a lugares y conclusiones desde la sensibilidad. También encontrar un valor espiritual en las obras y así poder compartirlas, junto con reflexiones espirituales. Por el ritmo actual de nuestras vidas, es algo que no podemos hacer mucho y ahí es donde entra el artista como mediador.

¿Cómo ha cambiado lo que para usted representan los páramos a partir de esta exhibición?

Tengo una opinión dicotómica con los páramos. Por un lado, los veo como un ícono representativo de Bogotá, como un símbolo importante de nuestra vida. Por otro lado, y esto es lo que cambió con la exposición, se volvió una relación introspectiva que antes no sabía que tenía. Amaba subir a la montaña, y desde que nací voy a este espacio, pero no entendía la importancia que tenía en mi vida y la importancia personal. Ya no se vuelve un símbolo exterior y colectivo, sino que se vuelve casi un amuleto interior que cargo conmigo y que me deja muchas preguntas, pero que también me deja un amor profundo por la naturaleza y por encontrarme en ella: amo a la montaña y he encontrado muchas cosas mías en ella.

Andrea Jaramillo Caro

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com

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usuario EE(b274v)Hace 11 horas
Muy interesante
ERWIN(18151)Hace 12 horas
hola
ERWIN(18151)Hace 12 horas
gg
Atenas(06773)Hace 12 horas
¡Tan bello! Atenas.
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