Soledad y tiempo cíclico, dos conceptos claves en la literatura de García Márquez
Hablar de soledad o de tiempo cíclico en la obra literaria de Gabriel García Márquez no incluye solamente a sus novelas, también a sus cuentos, especialmente a los que aparecen en Ojos de perro azul, libro en el que también hay algunas referencias de personajes de Cien años de soledad.
Andrés Osorio Guillott
Hablar del concepto de soledad y de la figura de un tiempo cíclico o del ‘Eterno retorno’ en la obra literaria de Gabriel García Márquez no solamente remite a grandes textos como Cien años de soledad o a La soledad de América Latina. En sus primeros cuentos, recopilados en el libro Ojos de perro azul (2014), se encuentran varios elementos que permiten pensar en los primeros rastros del mundo de Macondo: sus personajes solitarios y sus ciclos repetitivos. Desde lo onírico y el plano individual, el escritor colombiano crea una noción de soledad que, junto con escenarios que parecen retornar a un mismo punto, son herramientas que constituyen su narrativa y que son posibles encontrarse en cuentos como Eva está dentro de su gato, La otra costilla de la muerte, Diálogo del espejo, Ojos de Perro Azul y Un hombre viene bajo la lluvia.
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Hablar del concepto de soledad y de la figura de un tiempo cíclico o del ‘Eterno retorno’ en la obra literaria de Gabriel García Márquez no solamente remite a grandes textos como Cien años de soledad o a La soledad de América Latina. En sus primeros cuentos, recopilados en el libro Ojos de perro azul (2014), se encuentran varios elementos que permiten pensar en los primeros rastros del mundo de Macondo: sus personajes solitarios y sus ciclos repetitivos. Desde lo onírico y el plano individual, el escritor colombiano crea una noción de soledad que, junto con escenarios que parecen retornar a un mismo punto, son herramientas que constituyen su narrativa y que son posibles encontrarse en cuentos como Eva está dentro de su gato, La otra costilla de la muerte, Diálogo del espejo, Ojos de Perro Azul y Un hombre viene bajo la lluvia.
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En el artículo Poéticas del incesto. Endogamia y destrucción en Cien años de soledad (1967), Carne de tu carne (1983) y El eslabón podrido (2016), de Carlos Germán Van der Linde, alojado en el libro Cien años de soledad 50 años después, el autor escribe que: “Si se acepta un juego de espejos y repeticiones –sentidos cíclicos- de la novela, los apellidos de los bisabuelos de Úrsula, Petrolina Iguarán y Aureliano Buendía, parecen ser el incesto original. Este se repetirá con su hija, Tranquilina María MIniata Alacoque Buendía, madre de un Iguarán, el Aureliano papá de Úrsula. Esto sin considerar la posible endogamia por la rama de José Arcadio Buendía. Se ve entonces que los apellidos Buendía e Iguarán se entrelazan una y otra vez”
A lo largo y ancho de la obra literaria de García Márquez, se encuentran referentes y escenarios que muestran una inclinación del autor por utilizar la figura del tiempo cíclico en su narrativa como un elemento inherente a los sucesos y al devenir de los personajes y lugares que se frecuentan. En Cien años de soledad se halla la mejor ejemplificación de este cronotopo con la repetición de los nombres de la estirpe de los Buendía, los recuerdos incesantes de un mismo suceso como el fusilamiento del General Buendía o la similitud entre varios acontecimientos que mantienen a la familia en un mismo punto a pesar del discurrir de los años.
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Si bien en las novelas es donde mejor se puede llegar a plasmar la idea de un “eterno retorno” nietzscheano, en la obra cuentística de García Márquez se presentan algunos rastros que invitan al lector a pensar que, en algunos relatos que anteceden las grandes novelas, el autor colombiano presenta una especie de herramientas que van a dar sentido a sus narraciones. En La otra costilla de la muerte (1948) y Diálogo en el espejo (1949), por ejemplo, podremos ver el elemento del tiempo cíclico desde la representación de los sueños.
“No podía precisar cuánto tiempo estuvo así, entre esa noble superficie de sueños y realidades; pero sí recordaba bruscamente, como si le hubiera sido cortada la garganta por una cuchillada, dio un salto en el lecho y sintió que su hermano gemelo, su hermano muerto, estaba al borde de la cama”, dice en La otra costilla de la muerte”.
“La alusión a un tiempo humano cíclico, nietzscheano, si se quiere, donde se repite el mismo síntoma manifestado implícitamente en la mención de muertes redundantes, como sucede en “La otra costilla de la muerte” y en su continuación, “Diálogo en el espejo”. (…) Esto produce en el lector una triple sensación: por un lado, la de una realidad o, por lo menos, la impresión del esfuerzo del autor por recrear acciones y reflexiones en escenarios donde aparecen nivelados los objetos, los sujetos y los eventos; por otro, el reconocimiento de un tiempo que avanza de lunes a lunes, de enero a enero, etc. Ahora, al explicitar ese dinamismo temporal de esa forma monótona, se percibe el paso del tiempo desde una perspectiva cíclica y, por tanto, la cuentística de García Márquez marca un incesante regreso del eterno retorno; finalmente, la sensación de un eterno presente, hecho de meses, días y hasta horas, pero ilusamente dotado de dinamismo”, dice Éder García en el artículo Reflejos de la identidad social cuentística de Gabriel García Márquez.
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La importancia del sueño en este tipo de relatos radica en el juego con el tiempo y el espacio. Muchos de los sueños surgen como resultado de recuerdos o impactos que se dieron en un determinado suceso o lugar. De manera que moverse entre el inconsciente del personaje y su realidad, permite que el lector entre a hacer parte de un juego donde puede estar parado ante un mismo acontecimiento. Este juego debe ser visto desde el recuerdo, desde el sueño o desde el momento mismo en que se dio. Es así que se genera el tiempo cíclico, pues a partir de la ficción y la realidad se generan diversas perspectivas que causan escenarios que pueden ser repetitivos y que pueden dar la impresión de recaer en el mismo punto aun cuando se puede estar alejado de él.
En el texto La soledad y el tiempo en Gabriel García Márquez, Herrera Bernal, afirma que “Nunca en el tiempo cíclico se repite algo de manera idéntica. Lo que sucede en tal tiempo siempre es afectado, de una u otra manera, por el transcurso del tiempo histórico”.
Dos hermanos gemelos son los personajes de La otra costilla de la muerte. Uno de los hermanos vive y el otro pertenece a otro plano del mundo. El primero de ellos, se halla en ese limbo entre realidad y sueño que crea confusión en el personaje y el lector.
“Oyó que la lluvia empezó a gotear con mayor fuerza sobre los cristales y que el grillo reventó su cuerda de repente. Sus manos estaban ahora intensamente frías con una larga frialdad deshumanizada. El olor a formaldehido, acentuado, le hizo pensar en la posibilidad de traerse a la podredumbre que le estaba comunicando su hermano gemelo desde allá, su helado hueco de tierra. ¡Eso es absurdo! ¡Tal vez el fenómeno sea inverso: la influencia debía ejercerla el que permanecía con vida, con su energía, con su célula vital! Quizá –en este plano. Tanto él como su hermano permanezcan intactos, sosteniendo un equilibrio entre la vida y la muerte para defenderse de la putrefacción”, se lee en La otra costilla de la muerte.
El olor, la lluvia y los sonidos externos se reúnen en los dos momentos de la narración. La convergencia de estos tres elementos produce la sensación de volver a un mismo punto del tiempo, sentir que el relato no avanza y se ha mantenido en un mismo momento. Sin embargo, pese a que ambos fragmentos remiten a una situación que se repite en uno de los hermanos, se demuestra que en el segundo se provoca el quiebre en el momento en que la reflexión e introspección permite al personaje cuestionar lo que le ha venido sucediendo anteriormente en sus sueños y en el limbo en el que se halla al sentir la influencia de su hermano fallecido.
En Diálogo en el espejo, García Márquez escribió: “El hombre de la estancia anterior, después de haber dormido largas horas como un santo; olvidado de las preocupaciones y desasosiegos de la madrugada reciente, despertó cuando el día era alto y el rumor de la ciudad invadía –total- el aire de la habitación entreabierta”.
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Aquí, una vez más, reaparece el sueño como elemento y como canal entre la inconsciente como esa realidad interna del personaje y la realidad externa del mismo. Mantener un mismo personaje en este cuento respalda el carácter reiterativo del tiempo, pues este mismo mantiene un relato lineal que se resguarda en una atmósfera permeada por la angustia y el tedio de un sujeto que es incapaz de enfrentar su monotonía. La presencia de lo rutinario es importante, pues de allí surge la conexión entre el tiempo cíclico y el tiempo histórico. Dicho de otra manera, en el transcurso normal de los sucesos y de la narración, la evocación de una rutina y de acciones que comúnmente suelen pasar desapercibidas, causan, de nuevo, la redundancia del tiempo.
La soledad en la literatura de García Márquez:
El aspecto solitario de varios personajes de la literatura de García Márquez nos remite a un plano de introspección y de individualidad en el que el mismo relato conduce a los aspectos psicológicos de los sujetos que generan la trama y que ahondan en pensamientos y reflexiones de la condición humana a través del tiempo y de las relaciones que permean y configuran el devenir de cada personaje. Inevitablemente, al hablar de individualidad, se remite a un dilema político, donde la soledad se convierte en esa fuerza que impide el desarrollo de una comunidad:
“Los habitantes de Macondo hablan, dialogan, o incluso callan, es decir, tienen la facultad de la palabra, pero no consiguen unirse políticamente. Sin la unión política, societaria, Macondo termina siendo un aglomerado de solitarios”, dice Andrés Lerma-Hincapié en el artículo Notas filosóficas sobre la soledad en Cien años de soledad, del libro Gabriel García Márquez, literatura y memoria.
Al igual que con el tiempo cíclico, la presencia recurrente de la soledad como elemento constituyente configura lo que podría ser una visión del autor acerca de una sociedad en la que sus individuos no son más que eso, es decir, que no se convierten en sujetos que viven en comunidad sino que su propia soledad los determina como seres indiferentes y con valores que se alejan del bienestar común.
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La soledad que caracterizó a los Buendía y la que provocó que Melquíades regresara de la muerte, es la misma que se halla en los cuentos de Eva está dentro de su gato, Ojos de Perro Azul y Un hombre viene bajo la lluvia.
“La soledad es vista, no como el resultado de una u otra acción, sino como una marca que todos llevamos, como una tortura y un refugio simultáneamente. La soledad es, pues, una categoría muy propia del ser humano, algo que le es inherente, pero no como esencia dada, como constituyente ontológico, sino como algo que, en la mayoría de las veces, nos es inyectado por la situación misma en que nos encontramos”, comentó Herrera Bernal en La soledad y el tiempo en Gabriel García Márquez.
En la cuentística de García Márquez, es recurrente encontrarse con narradores que hacen hincapié en la soledad que viven los personajes. Esa soledad que los caracteriza no es un aspecto que venga de la esencia misma del personaje sino que esta se muestra como algo ineludible en el trasegar de las emociones y de los acontecimientos de la trama.
Por ejemplo, en el cuento Ojos de perro azul, hay dos personajes (hombre y mujer) que suelen encontrarse en sueños y que luchan incansablemente por verse en la realidad. En ambos hay una conciencia de la soledad y una resignación, al final del cuento, por permanecer en dicho estado, pues nunca logran hallarse en vida: “Te reconoceré cuando vea en la calle a una mujer que escriba en las paredes: ojos de perro azul. Y ella, con una sonrisa triste –que era ya una sonrisa de entrega a lo imposible , a lo inalcanzable-, dijo: << sin embargo no recordarás nada durante el día>>- Y volvió a poner las manos sobre el velador, con el semblante oscurecido por una niebla amarga; <<Eres el único hombre que, al despertar, no recuerda nada de lo que ha soñado>>”.
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La vigilia suele ser fiel compañera de la soledad en García Márquez. Por lo general, dicho sentimiento de los personajes se desvanece cuando recaen en alucinaciones o visiones que se derivan de reflejos y anhelos de los personajes por reencontrarse con el otro, con el sujeto diferente que complementa y tranquiliza el hastío y la locura que el personaje vive en lo fáctico. De manera que la soledad, en primera instancia, está íntimamente ligada a episodios de demencia o de trastornos mentales en personajes que evaden la realidad y la niegan rotundamente para encontrarse con su otredad en un plano imaginario o ficcional.
La fuerza de la imagen con la que los personajes eligen enajenarse en su locura generan una hipérbole en el relato garciamarquiano, dado que constantemente la narración se vuelve intensa y angustiosa por la vivacidad del recuerdo y de la imagen ilusoria que yace en el inconsciente y la imaginación del personaje, en el instante en que sienten el peso de su condición durante la vigilia.
“Desesperada, sentía prolongarse la vigilia por debajo de su piel, por su cabeza, empujando la fiebre hacia arriba, hacia la raíz de su cabello. Era como si sus arterias se hubieran poblado de unos insectos diminutos y calientes que con la cercanía de la madrugada, diariamente, se despertaran y recorrían con sus patas movedizas, en una desgarradora aventura subcutánea, ese pedazo de barro frutecido donde se había localizado su belleza anatómica […] Habían estado allí, vivos desde mucho antes de su existencia física. Venían desde el corazón de su padre, que los había alimentado dolorosamente en sus noches de soledad desesperada”, se lee en el cuento Eva está dentro de su gato.
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Pareciese que la soledad expone una subordinación que nace en ella y pasa a una sensación de desesperación que causa esa negación de la realidad representada en la vigilia y que, por consiguiente, termina llevando al personaje a tomar la decisión de volver a sus sueños.
El valor de lo onírico, que también resalta en estos primeros textos del Nobel colombiano, refuerza la influencia de la soledad en el plano reflexivo y psicológico de los personajes que recaen en escenarios demenciales y en alucinaciones que son causadas por un malestar con el tiempo y la realidad en la que están inmersos.