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¿Cómo se ha desarrollado la inclusión en el país en 2024?
La inclusión en todas sus formas es el corazón de nuestra estrategia de país en Colombia. Desde mi perspectiva y la de USAID, las brechas grandes entre poblaciones son una causa fundamental de la limitación del progreso de Colombia como país y sociedad. Por ejemplo, las comunidades de regiones rurales en este país tienen servicios de menor calidad que en otras zonas y sabemos que los indicadores de desarrollo, acceso a salud, agua, saneamiento y seguridad son mucho más bajos en comunidades marginalizadas como las afrocolombianas, pueblos indígenas, mujeres, jóvenes y población LGBT. La mayoría de nuestras inversiones en Colombia se alinean con las inversiones de desarrollo del Gobierno. Priorizamos a las regiones a las que se les dio prelación bajo el Acuerdo de Paz de 2016. Todo con la idea de traer nuevos servicios, seguridad y crear espacios en las regiones rurales en donde todas las comunidades se pueden beneficiar.
¿Y cómo ve el panorama hacia 2025?
Tenemos un componente muy fuerte de inclusión, con más de 50 actividades en Colombia en sectores como migración, desarrollo económico rural, derechos humanos, gobernabilidad, construcción de paz, etc. Todo enfocado a poblaciones que han sido excluidas económica, social y políticamente. Algunos esfuerzos específicos sobre nuestro trabajo en el tema de inclusión incluyen actividades como juntanza étnica. Estamos priorizando alianzas con los sectores privado, público y las organizaciones étnicas para movilizar recursos, para avanzar en temas como generación de empleo inclusivo, compras responsables y fortalecimiento de emprendimientos afros e indígenas. Hemos movilizado más de US$35 millones a través de esas alianzas. En los siguientes años vamos a ampliar este tipo de lazos con el propósito de que con cada dólar que invierte Estados Unidos en Colombia podamos ampliar nuestros recursos mediante alianzas con el sector privado.
¿Qué reflexión le ha dejado su trabajo en varios países y sus comunidades?
He trabajado en África del sur, en Asia del sur, en América Latina... Y una experiencia que ha sido muy importante es identificar a los líderes en las comunidades que quisiéramos apoyar. Las mejores ideas y soluciones a los retos del desarrollo vienen de las comunidades mismas. Por ejemplo, en Colombia, Guatemala, la India y África del sur, las iniciativas que han sido más exitosas son nacidas en las comunidades, no en Washington ni en las ciudades grandes. Hay que tomarse el tiempo de viajar, hablar y entender los contextos locales para encontrar las soluciones que pueden funcionar en una comunidad y apoyarlas. Ese es el elemento que más me satisface de mi carrera: identificar esas soluciones en las comunidades locales y compartirlas con otras partes del país, con otros países, para que puedan expandirse y ser reconocidas.
¿Cuál ha sido el reto más grande que ha enfrentado en su carrera diplomática?
Nací en Estados Unidos y crecí en Texas, entonces soy estadounidense y una mujer de color. A veces eso ha sido difícil de entender para muchas personas: que una persona que se ve como yo sea diplomática de Estados Unidos. Hay personas que me han preguntado de dónde soy y cuando les digo de Estados Unidos, insisten con la misma pregunta y respondo Texas y, de nuevo, me preguntan: ¿pero realmente de dónde eres? No creen que sea estadounidense, creen que debo ser de la India o algo así, porque mi cara no es la que se asocia generalmente con una diplomática estadounidense. Esto puede crear algunos retos, pero también abre puertas y es una conversación que he tenido varias veces.
¿Qué estrategias ha usado para adaptarse a las diferencias culturales de vivir en otros países?
Hay muchas estrategias que he usado. Primero, es muy importante escapar del círculo muy pequeño que es la Embajada de Estados Unidos. En algunos países es muy fácil interactuar solo con otros estadounidenses y, al hacer eso, uno se pierde de toda la experiencia de vivir una cultura diferente. Como parte de USAID, tengo muchas oportunidades de viajar a otros lugares en Colombia. Creo que en dos años y medio he hecho unos 50 viajes y en ellos intento incluir reuniones con miembros de la comunidad y gobiernos locales para entender mejor su cultura, porque una única ciudad no refleja al país entero. Eso es algo que he intentado hacer en todos los países en los que he vivido: salir de la ciudad capital, hablar y viajar con distintos miembros de la sociedad como el empresarial, cultural y gastronómico. Creo que estas son oportunidades de conocer otras culturas y, a la vez, enseñar sobre la mía como estadounidense de ancestros indios.
¿Cuál le gustaría que fuera su legado?
Espero que sea el tema de la inclusión. Esa ha sido mi prioridad desde que llegué, hacer todo lo posible por esa meta, no solo desde nuestros programas, sino dentro de la misión de USAID en Bogotá: intentar maximizar nuestros esfuerzos para potenciar la inclusión en todas sus formas. Me gustaría que mi legado se viera reflejado en que estamos asegurando que todos los colombianos, no solo algunos, tengan las mismas oportunidades. Colombia es un país en el cual los sistemas de protección de servicios y oportunidades profesionales no benefician a todas las poblaciones equitativamente. Lo que estamos intentando hacer es trabajar para que los sistemas ofrezcan los mismos servicios a todos, que no discriminen a unas poblaciones sobre otras, y que todos los miembros del país tengan oportunidades iguales para maximizar su potencial. Por esta razón luchamos desde USAID.
¿Qué es lo que más le ha gustado de Colombia?
Me encanta viajar y es lo que más he disfrutado. En este país la naturaleza, la fauna y flora me han encantado. Tuve la oportunidad de visitar la Amazonía, por ejemplo, y me gustó entender cómo los pueblos indígenas están implementando modelos para proteger la biodiversidad de Colombia y la riqueza cultural de esas comunidades ha sido muy interesante para mí. También el Festival Petronio, al que he podido ir, es una experiencia que no olvidaré por la gastronomía, la música y las personas.