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Lo divino en la vida cotidiana

María Mercedes Sánchez presentó “Engalanar”, una exposición que reunió figuras religiosas con escenas cotidianas, empleando “collages” digitales y dioramas. Mediante 18 piezas, la artista abordó el sincretismo y la relación entre lo divino y lo mundano en espacios no rituales.

Diana Camila Eslava
06 de noviembre de 2024 - 12:00 p. m.
María Mercedes Sánchez es comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana, y ha sido productora de televisión.
María Mercedes Sánchez es comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana, y ha sido productora de televisión.
Foto: Danny Barros
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Está presentando la exposición “Engalanar”. Cuéntenos un poco sobre esto...

La exposición presenta una serie de 18 piezas que incluyen collage digital, dioramas, una caja de luz y una instalación. Son obras que exploran el sincretismo y la convivencia entre lo superficial y las figuras religiosas, las cuales saco de esos espacios rituales donde siempre las vemos, como las iglesias, y las traigo a lugares cotidianos: la sala de una casa, un bar, un baño, una cafetería nocturna en Nueva York... Estas figuras, más allá de su conexión con el catolicismo, representan un estado mental, un propósito, y reflejan esa iconografía popular que encontramos en todas partes. En Colombia, y Latinoamérica en general, existe una gran devoción por la Virgen María y el Divino Niño, y muchas veces estas figuras están junto al gato de la suerte japonés, representando un anhelo de redención o de cumplir un sueño.

¿Cómo llegó a plantear la idea de esta exposición?

Siento que es una búsqueda de ese contacto con lo divino, con lo espiritual, que todos tenemos de alguna forma. Mi camino comenzó desde la crianza en un hogar católico santandereano, con costumbres religiosas muy arraigadas. De niña ya tenía una relación con esas figuras. Creo que todos los que hemos crecido en este entorno sentimos que la Virgen o Jesús nos miran. Luego, en una búsqueda espiritual más personal, exploré varios caminos introspectivos y el arte me ayudó mucho en este proceso. Hace unos tres años empecé a aprender meditación con el maestro, Francisco Converse, que vivió 50 años en India. A través de él he expandido mi conocimiento espiritual y, por eso, estas figuras religiosas en mis obras representan simbolismos, como un estado de limpieza o una inspiración a la alegría y la conexión con el mundo interior.

¿Cómo llegó al mundo del arte y qué la llevó a presentar su primera obra?

Siempre he trabajado en comunicación social y periodismo, en el mundo del entretenimiento: he sido jefa de prensa, mánager y he escrito para televisión, incluso en Cromos. Luego pasé a los realities como reportera, y siempre estuve relacionada con historias y personajes del mundo de las celebridades. Encontré una conexión entre la devoción del fanático hacia una celebridad y la devoción religiosa, como si ambas figuras ofrecieran milagros y bendiciones. Ese vínculo fue lo que me llevó al arte: contar historias desde una nueva perspectiva. Creé dioramas, cajitas como de teatro, inspiradas en la estética de los telones rojos de terciopelo en el espectáculo, y esto se convirtió en mi lenguaje artístico.

¿Cómo fue esa experiencia detrás de grandes programas con tanta audiencia? ¿Qué reflexiones tiene de esa etapa profesional?

Entré a este mundo hace 30 años, en RTI. Al principio, uno se siente deslumbrado por las luces y la admiración por estas figuras, pero con los años aprendes que hace parte de una fantasía. Trabajando como productora de talento, también vi cómo el ego se manifestó tanto en personas famosas como en quienes no lo eran. Mi rol era ayudar a equilibrar esas energías y que volvieran a su centro, porque, en realidad, todos somos iguales.

¿Cómo conecta esa experiencia con su trabajo artístico?

Trabajando con niños y adolescentes noté la falta de mensajes con sentido, y al crear esas piezas busqué transmitirles algo positivo. Usé refranes, versos de canciones y elementos kitsch para ofrecer alegría, humor y un mensaje. Como comunicadora, me he formado en presentar con claridad cualquier mensaje y eso se refleja en mi trabajo.

Me parece llamativo que tenga una carrera con tantas experiencias significativas y que un día decida irse por un camino distinto...

A veces uno piensa que lo que ha estudiado es la única alternativa y resulta que uno no sabe qué le depara la vida. Eso lo he aprendido en los últimos años, que hay que seguir adelante. Hace tres años, antes de la pandemia, quise tomar un receso porque ya me sentía muy agotada. Era un trabajo que exigía mucho emocionalmente, porque solo el hecho de ver a un niño perder, y tú tener que estar fuerte para darle ánimo y apoyo, era muy difícil. En ese receso, empecé a incursionar en el camino de la literatura infantil como primer acercamiento creativo.

¿Cómo fue enfrentarse a ese reto?

Fue todo un proceso. Empecé con dioramas y cajas, y tuve la suerte de encontrar un maestro que me introdujo al collage digital, algo que nunca había intentado. Él me fue abriendo puertas y, mientras creábamos nuevas piezas, mi imaginación comenzó a dispararse. Un día me dijo que ya estaba lista para una exposición, lo cual me costó aceptar porque aún no me sentía artista; el arte me parecía algo lejano. Pero él insistía: “Si estás exponiendo, eres artista”. Fue un proceso gradual y, después de esa primera exposición, donde vi la recepción de la gente, entendí que me gustaba. Alguien incluso me dijo que me lancé a una piscina olímpica sin saber nadar, y así fue. Poco a poco la vida me fue dando oportunidades y, mientras tanto, seguí estudiando, creando y aprendiendo.

Háblenos de su experiencia en la Bienal de Artistas Colombianos en España.

Fue literalmente cruzar el charco con las dos piezas que llevaba: La Inmaculada Concepción y La Virgen de la Escoba, que llevé en lienzo y en diorama. Fue una gran oportunidad. Conocer artistas que viven en Europa, en Madrid, y colombianos que fueron con la misma ilusión y ganas de mostrar su trabajo. Fue un espacio muy especial, porque me permitió interactuar con todo tipo de personas. Y, claro, fue muy gratificante ganar una convocatoria y que mi trabajo gustara.

¿Qué proyectos tiene o hacia dónde cree que se dirige su exploración artística?

Voy a seguir estudiando Arte Contemporáneo e Historia del Arte; los estudios teóricos son fundamentales para mí. Venía de la comunicación, y aunque tenía la sensibilidad, el arte era totalmente nuevo. Llevo dos años estudiando, tomando cursos. Por ejemplo, veo pintura al óleo con Carlos Lersundy, mi primer maestro en collage digital, y quiero hacer, de la mano de Christian Schrader, una virgen en neón. Quiero experimentar más con cajas de madera, intervenirlas con óleo. Abrí un estudio hace un mes, donde me dedicaré a estudiar, investigar y probar nuevos materiales y técnicas. Quiero hacer una introspección más investigativa sobre mis líneas temáticas y explorar más en el arte. Después, lo que la vida misma me ofrezca; no sé qué me deparará, pero por ahora sigo en mi camino.

Diana Camila Eslava

Por Diana Camila Eslava

Periodista del Magazín Cultural de El Espectador. Con experiencia en comunicación y gestión cultural, así como en consultoría empresarial en transformación digital. Maestra en Creación Literaria.@CamilaEslava_deslava@elespectador.com

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