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Hablemos de “Todos eran mis hijos” la nueva obra que presentan en el Centro Nacional de las Artes...
Es una obra de Arthur Miller. Un drama de realismo norteamericano que trata sobre dos familias afectadas por la guerra. La historia se centra en dos padres que trabajan en una fábrica de componentes para aviones y que envían piezas defectuosas que provocan la muerte de varios pilotos. Uno de los padres es condenado a prisión, mientras que el otro parece evitar el castigo. La dirección es de Manuel Orjuela. El elenco incluye a César Mora, Patricia Tamayo, John Alex Toro, Héctor Sánchez, Laura Rodríguez y a Juan Camilo Prada.
¿Y cuál es su papel en la obra?
En la obra, Ana, el personaje que interpreto, es la mujer cuyo padre está en prisión, lo que obliga a su familia a mudarse al barrio de la familia con la que ella iba a casarse. Mientras tanto, su hermano busca vengarse del hombre que no asumió su responsabilidad en el delito. La obra explora cómo el pasado y las decisiones de unos siguen afectando la vida de la familia.
¿Qué reflexiones le provocó esta historia?
Me hace reflexionar sobre las consecuencias de la violencia y de las decisiones que tomamos para enriquecernos. Muchas personas se enriquecieron a partir de la violencia y salieron victoriosas, mientras que otras familias han perdido hijos y familiares debido a esas decisiones.
Hablemos de su trayectoria ¿Cuáles han sido los hitos de su carrera?
Soy chilena y vivo en Bogotá desde hace 11 años. Siempre me he dedicado al teatro. Esta es la tercera vez que trabajo con Manolo Orjuela. Me encanta representar clásicos: tienen una capacidad atemporal. Cuando entré a la universidad, no pensaba dedicarme al teatro, pero es lo que mejor se me da. Aunque a veces interpreto dramas muy intensos, como tragedias o situaciones de violencia, son temas que se pueden ver a diario en la vida, especialmente en un país como Colombia, afectado por la violencia.
¿Cómo ha sido su experiencia trabajando en Colombia? ¿Hizo teatro en Chile?
Salí de la universidad y no tuve mucha experiencia teatral en Chile. Mi carrera se ha desarrollado aquí. Soy una extranjera muy agradecida por las oportunidades que me ha dado este país. En los 11 años que llevo viviendo acá, he visto cómo ha crecido la técnica y cómo se han impulsado las artes dramáticas. Además, he trabajado con grandes grupos y con gente muy talentosa. Las compañías y los artistas han sabido posicionar a Colombia como un gran escenario para hacer teatro. Presentarnos en esta sala Fanny Mikey del Delia es un privilegio. Es una gran sala y tiene una tecnología y un espacio envidiable.
¿Cuáles han sido esas personas que han sido significativas para su profesión? ¿Qué le han enseñado?
La pasión, sobre todo. Manolo Orjuela, Pedro Salazar, Carlos Carvajal, Juan Camilo Luna, y mis compañeros en este proceso me enseñaron la disciplina, la pasión, la puntualidad y el compromiso. Creo que los actores de teatro en Colombia son personas que de verdad aman este oficio y quieren contar historias que consideran pertinentes. Hace un tiempo tuve el desafío de hacer un monólogo por primera vez en mi vida sobre Manuela Sáenz, y fue uno de los mayores retos que enfrenté, especialmente por pararme sola en escena. En ese momento uno valora a sus compañeros. Cuando uno está solo en el escenario, se acuerda de todos los compañeros que ha tenido en las obras.
Cuéntenos alguna anécdota que le guste mucho y que le haya pasado en esta última obra…
Manolo Orjuela, el director, tiene una compañía independiente que él llama “El club”. Así que antes de traer la obra al teatro, ensayábamos en la sala de su casa: él desarrolló ese espacio para practicar. Ahora ver la obra en el teatro es una experiencia muy enriquecedora.
¿Cuáles son los personajes que ha interpretado que considera más entrañables?
Este año tuve la oportunidad de interpretar a Clitemnestra en una obra de teatro griego dirigida por Pedro Salazar. Ese personaje me enseñó mucho porque es una tragedia griega, adaptada a nuestro tiempo, que explora la violencia que habita en nosotros. Interpretar a Manuela Sáenz me enseñó sobre la valentía y el coraje. Incluso Ana, el personaje que estoy trabajando actualmente, me ha puesto en muchas contradicciones porque es muy diferente a los que he hecho anteriormente. Ana es una mujer cuyo objetivo es casarse, lo cual puede ser juzgado en esta época. Sin embargo, me parece hermoso representarla. Este año he tenido la suerte de ponerme en los zapatos de mujeres muy valientes.
Si le dieran la oportunidad de hacer una obra sobre Chile, ¿qué personaje de su país le llamaría la atención?
Yo creo que sería maravilloso interpretar a Violeta Parra. Fue una mujer que vino desde abajo y que luchó por su libertad, sus ideales y por las minorías. Una mujer que no se dejó traicionar por nada, que luchó por sus emociones y sus convicciones.
¿Cómo le explicaría a alguien de qué se trata el teatro y sus cualidades?
Creo que el teatro tiene la hermosa posibilidad de presentarnos escenarios que podemos ver en la vida cotidiana. La gente tiene miedo a los dramas porque creen que van a ver algo tedioso. No, lo que intentamos hacer con el teatro es precisamente representar la vida misma, personajes que podemos ver en nuestra vida cotidiana. Creo que el teatro es un gusto adquirido, porque no siempre vamos a ver obras que nos gustan, pero incluso de las que no nos gustan podemos rescatar personajes o situaciones que nos interesen.
¿Y a usted qué le remueve el alma del teatro?
Cuando era niña siempre le decía a mi mamá: “Voy a hacer actriz y algo más”, “actriz y psicóloga”, “actriz y abogada”, etc. Pero al ser actriz puedo hacer todas las profesiones y personajes, y ponerme en los zapatos de muchas personas. Cuando salgo de un personaje o cuando termino una obra, vivo un montón de situaciones que, de otra forma, no viviría. El teatro nos permite vivir muchas vidas.